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naciones, desamparando la primera mujer, se casan en diversos lugares con otra, y muchas veces con varias, viviendo la primera. Deseando el santo Concilio poner remedio á este desórden, amonesta paternalmente á las personas á quienes toca, que no admitan fácilmente al Matrimonio esta especie de hombres vagos; y exhorta á los magistrados seculares á que los sujeten con severidad; mandando además á los párrocos, que no concurran á casarlos, si antes no hicieren exactas averiguaciones, y dando cuenta al Ordinario obtengan su licencia para hacerlo.

prima uxore relicta, aliam, et plerumque plures, illa vivente, diversis in locis ducunt. Cui morbo cupiens sancta Synodus occurrere, omnes, ad quos spectat, paternè monet, ne hoc genus hominum vagantium ad Matrimonium facilè recipiant : magistratus etiam sæculares hortatur, ut eos severè coerceant. Parochis autem præcipit, ne illorum matrimoniis intersint, nisi priùs diligentem inquisitionem fecerint, et re ad Ordinarium delata, ab eo licentiam id faciendi obtinuerint.

CAP. VII. Graves penas contra el CAP. VIII. Concubinatus gra

concubinato.

Grave pecado es que los solteros tengan concubinas; pero es mucho mas grave, y cometido en notable desprecio de este grande sacramento del Matrimonio, que los casados vivan tambien en este estado de condenacion, y se atrevan á mantenerlas y conservarlas algunas veces en su misma casa, y aun con sus propias mujeres. Para ocurrir, pues, el santo Concilio con oportunos remedios á tan grave mal; establece que se fulmine excomunion contra semejantes concubinarios, así solteros como casados, de cualquier estado, dignidad ó condicion que sean, siempre que

vissimè punitur.

Grave peccatum est, homines solutos concubinas habere (1); gravissimum verò, et in hujus magni Sacramenti singularem contemptum admissum, uxoratos quoque in hoc damnationis statu vivere, ac audere eas quandoque domi, etiam cum uxoribus alere, et retinere. Quare, ut huic tanto malo sancta Synodus opportunis remediis provideat, statuit hujusmodi concubinarios, tam solutos, quàm uxoratos,cujuscumque status, dignitatis, et conditionis existant, si, postquam

(1) Conc. Roman. sub. Nicol. II. Lat. sub Leone X sess. 9. Tolet. I, cap. 17.

ab Ordinario, etiam ex officio ter admoniti ea de re fuerint, concubinas non ejecerint, seque ab earum consuetudine non sejunxerint, excommunicatione feriendos esse; à qua non absolvantur, donec re ipsa admonitioni factæ paruerint. Quòd si in concubinatu per annum, censuris neglectis, permanserint; contra eos ab Ordinario severè pro qualitate criminis procedatur (1). Mulieres, sive conjugatæ, sive solutæ, quæ cum adulteris, seu concubinariis publicè vivunt, si ter admonitæ non paruerint; ab Ordinariis locorum, nullo etiam requirente, ex officio graviter pro modo culpæ puniantur; et extra oppidum, vel diœcesim, si id eisdem Ordinariis videbitur, invocato, si opus fuerit, brachio sæculari, ejiciantur: aliis pœnis contra adulteros, et concubinarios inflictis, in suo robore permanentibus.

CAP. IX.Ne domini temporales, aut magistratus quidquam libertati Matrimonii contrarium moliantur.

Ita plerumque temporalium dominorum, ac magistratuum mentis oculos terre

(1) Arelat. II, cap. 3.

despues de amonestados por el Ordinario aun de oficio, por tres veces, sobre esta culpa, no despidieren las concubinas, y no se apartaren de su comunicacion; sin que puedan ser absueltos de la excomunion, hasta que efectivamente obedezcan á la correccion que se les haya dado. Y si despreciando las censuras permanecieren un año en el concubinato, proceda el Ordinario contra ellos severamente, segun la calidad de su delito. Las mujeres, ó casadas ó solteras, que vivan públicamente con adúlteros, ó concubinarios, si amonestadas por tres veces no obedecieren, serán castigadas de oficio por los Ordinarios de los lugares, con grave pena, segun su culpa, aunque no haya parte que lo pída; y sean desterradas del lugar, ó de la diócesis, si así pareciere conveniente á los mismos Ordinarios, invocando, si fuese menester, el brazo secular; quedando en todo su vigor todas las demás penas fulminadas contra los adúlteros y concubinarios.

CAP. IX. Nada maquinen contra la libertad del Matrimonio los señores temporales, ni los magistrados.

Llegan á cegar muchísimas veces en tanto grado la codicia, y otros afectos terrenos los ojos del

alma á los señores temporales y magistrados, que fuerzan con amenazas y penas á los hombres y mujeres que viven bajo su jurisdiccion, en especial á los ricos, ó que esperan grandes herencias, para que contraigan matrimonio, aunque repugnantes, con las personas que los mismos señores ó magistrados les señalan. Por tanto, siendo en extremo detestable tiranizar la libertad del Matrimonio, y que provengan las injurias de los mismos de quienes se espera la justicia; manda el santo Concilio á todos, de cualquier grado, dignidad y condicion que sean, so pena de excomunion, en que han de incurrir ipso facto, que de ningun modo violenten directa ni indirectamente á sus súbditos, ni á otros ningunos, en términos de que dejen de contraer con toda libertad sus Matrimonios.

CAP. X. Se prohibe la solemnidad de las nupcias en ciertos tiempos.

Manda el santo Concilio que todos observen exactamente las antiguas prohibiciones de las nupcias solemnes ó velaciones, desde el adviento de nuestro Señor Jesucristo hasta el dia de la Epifanía, y desde el dia de Ceniza hasta la octava de la Pascua inclusive. En los demás tiempos

ni affectus, atque cupiditates excæcant, ut viros, et mulieres, sub eorum jurisdictione degentes, maximè divites, vel spem magnæ hæreditatis habentes, minis, et pœnis adigant cum iis matrimonium invitos contrahere, quos ipsi domini, vel magistratus illis præscripserint. Quare cùm maximè nefarium sit, Matrimonii libertatem violare, et ab eis injurias nasci, à quibus jura expectantur; præcipit sancta Synodus omnibus, cujuscumque gradus, dignitatis, et conditionis existant, sub anathematis pœna (1), quam ipso facto incurrant, ne quovis modo directè, vel indirectè subditos suos, vel quoscumque alios cogant, quo minùs liberè Matrimonia contrahant.

CAP. X. Nuptiarum solemnitates certis temporibus prohibentur.

Ab adventu Domini nostri Jesu Christi usque in diem Epiphaniæ (2), et à feria quarta Cinerum usque in octavam Paschatis inclusivè, antiquas solemnium nuptiarum prohibitiones diligenter ab omnibus observari sancta Synodus præcipit : in aliis verò tempo

(1) Conc. Par. I, c. 6. — (2) Laod. c. 52.

ribus nuptias solemniter celebrari permittit: quas Episcopi, ut ea, qua decet, modestia, et honestate fiant, curabunt. Sancta enim res est Matrimonium, et sanctè tractandum.

Decretum de reformatione.

Eadem sacrosancta Synodus, reformationis materiam prosequens, hæc in præsenti Sessione statuenda decernit.

CAP. I. Norma procedendi ad creationem Episcoporum, et Cardinalium.

Si in quibuslibet Ecclesiæ gradibus providenter, scienterque curandum est, ut in Domini domo nihil sit inordinatum, nihilque præposterum; multò magis elaborandum est, ut in electione ejus, qui supra omnes gradus constituitur, non erretur. Nam totius familiæ Domini status, et ordo nutabit, si, quod requiritur in corpore, non inveniatur in capite. Unde etsi aliàs sancta Synodus de promovendis ad cathedrales, et superiores ecclesias nonnulla utiliter decrevit : hoc tamen munus hujusmodi esse censet, ut, si pro reimagnitudine expendatur, numquam satis cautum de eo videri possit.

permite se celebren solemnemente los Matrimonios, que cuidarán los Obispos se hagan con la modestia y honestidad que corresponde; pues siendo santo el Matrimonio, debe tratarse santa

mente.

Decreto sobre la reforma.

El mismo sacrosanto Concilio, prosiguiendo la materia de la reforma, decreta que se tenga por establecido en la presente Sesion lo siguiente.

CAP. I. Norma de proceder á la creacion de Obispos y Cardenales.

Si se debe procurar con precaucion y sabiduría respecto de cada uno de los grados de la Iglesia, que nada haya desordenado, nada fuera de lugar en la casa del Señor; mucho mayor esmero se debe poner para no errar en la eleccion del que se constituye sobre todos los grados; pues el estado y órden de toda la familia del Señor amenazará ruina, si no se halla en la cabeza lo que se requiere en el cuerpo. Por tanto, aunque el santo Concilio ha decretado en otra ocasion algunos puntos útiles, respecto de las personas que hayan de ser promovidas á las catedrales, y otras iglesias superiores; cree no obstante, que es de tal naturaleza esta obligacion, que nunca podrá

parecer haberse tomado precauciones bastantes, si se considera la importancia del asunto. En consecuencia, pues, establece que luego que llegue á vacar alguna iglesia, se hagan rogativas y oraciones públicas y privadas; y mande el cabildo hacer lo mismo en la ciudad y diócesis, para que por ellas pueda el clero y pueblo alcanzar de Dios un buen Pastor. Y exhorta y amonesta á todos, y á cada uno de los que gozan por la Sede Apostólica de algun derecho, con cualquier fundamento que sea, para hacer la promocion de los que se hayan de elegir, ó contribuyen de otro cualquier modo á ella, sin innovar no obstante cosa alguna con ellos de lo que se practica en los tiempos presentes; que consideren ante todas cosas, no pueden hacer otra mas conducente á la gloria de Dios, y á la salvacion de las almas, que procurar se promuevan buenos Pastores, y capaces de gobernar la Iglesia; y que ellos, tomando parte en los pecados ajenos, pecan mortalmente á no procurar con empeño que se den las iglesias á los que juzgaren ser mas dignos, y mas útiles á ellas, no por recomendaciones, ni áfectos humanos, ó sugestiones de los pretendientes, sino porque así lo pidan los méritos de los promovidos, teniendo

(1) Concil. Tolet. IV, cap. 18.

Itaque statuit, ut, cùm primùm ecclesia vacaverit, supplicationes, ac preces publicè, privatimque habeantur; atque à capitulo per civitatem, et dioecesim indicentur : quibus clerus, populusque bonum à Deo Pastorem valeat impetrare. Omnes verò, et singulos, qui ad promotionem præficiendorum, quodcumquejus, quacumque ratione, à Sede Apostolica habent, aut alioquin operam suam præstant, nihil in iis propræsenti temporum ratione innovando, hortatur, et monet, ut in primis meminerint, nihil se ad Dei gloriam. et populorum salutem utilius posse facere, quàm si bonos Pastores, et Ecclesiæ gubernandæ idoneos promoveri studeant; eosque alienis peccatis communicantes mortaliter peccare, nisi quos digniores, et Ecclesiæ magis utiles ipsi judicaverint, non quidem precibus, vel humano affectu, aut ambientium suggestionibus (1), sed, eorum exigentibus meritis, præsici diligenter curaverint ; et quos ex legitimo Matrimonio natos, et vita, ætate, doctrina, atque aliis omnibus qualitatibus præditos sciant, quæ juxta sacros canones, et Tridentinæ

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