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libros, que el Espiritu Santo co· municó a los hombres con suma liberalidad; que en las iglesias en que hay asignada prebenda, ó prestamera, ú otro estipendio, bajo cualquier nombre que sea, para los lectores de sagrada teología, obliguen los Obispos, Arzobispos, Primados, y demás Ordinarios de los lugares, y compelan aun por la privacion de los frutos, á los que obtienen tal prebenda, prestamera, ó estipendio, á que expongan é interpreten la sagrada Escritura por sí mismos, sí fueren capaces, y si no lo fuesen, por substitutos idóneos que deben ser elegidos por los mismos Obispos, Arzobispos, Primados y demás Ordinarios. En adelante empero, no se ha de conferir la prebenda, prestamera, ó estipendio mencionado sino á personas idóneas, y que puedan por sí mismas desempeñar esta obligacion; quedando nula é inválida la provision que no se haga en estos términos. En las iglesias metropolitanas, ó catedrales, si la ciudad fuese famosa, ó de mucho vecindario, así como en las colegiatas que haya en poblacion sobresaliente, aunque no esté asignada á ninguna diócesis, con tal que sea el clero numeroso, en las que no haya destinada prebenda alguna, prestamera, ó el estipendio mencionado; se ha de tener por destinada y aplicada perpetuamente para este efecto, ipso facto, la prebenda primera que de

tus summa liberalitate hominibus tradidit, neglectus jaeeat; statuit, et decrevit', quòd in illis ecclesiis, in quibus præbenda, aut præstimonium, seu aliud quovis nomine nuncupatum stipendium pro lectoribus sacræ theologiæ deputatur, reperitur, Episcopi, Archiepiscopi, Primates, et alii locorum Ordinarii eos, qui præbendam, aut præstimonium,seu stipendium hujusmodi-obtinent, ad ipsius sacræ Scripturæ expositionem, et interpretationem per seipsos, si idonei fuerint, alioquin per idoneum substitutum ab ipsis Episcopis, Archiepiscopis, Primatibus, et aliis locorum Ordinariis eligendum, etiam per substractionem fructuum, cogant, et compellant. De cætero verò præbenda, præstimonium, aut stipendium hujusmodi non nisi personis idoneis, et quæ per se ipsos id munus explicare possint, conferantur: et aliter facta provisio nulla sit, et invalida. In ecclesiis autem Metropolitanis, vel Cathedralibus, si civitas insignis, vel populosa, ac etiam in collegiatis existentibus in aliquo insigni oppido, etiam nullius diœcesis, si ibi Clerus numerosus fuerit, ubi nulla præbenda, aut præstimonium, seu stipendium hu

jusmodi deputatum reperitur, præbenda quomodocumque, præterquam ex causa resignationis,primò vacatura, cui aliud onus incompatibile injunctum non sit, ad eum usum ipso facto perpetuò constituta, et deputata intelligatur : et quatenus in ipsis ecclesiis nulla, vel non sufficiens præbenda foret, Metro-, politanus, vel Episcopus ipse. per assignationem fructuum alicujus simplicis beneficii, ejusdem tamen debitis supportatis oneribus, vel per contributionem beneficiatorum suæ civitatis, et diœcesis, vel aliàs prout commodiùs fieri poterit, de Capituli consilio ita provideat, ut ipsa sacræ Scripturæ lectio habeatur; ita tamen, ut quæcumque aliæ lectiones, vel consuetudine, vel quavis alia ratione institutæ, propter id minimè prætermittantur. Ecclesiæ verò, quarum annui proventus tenues fuerint, et ubi tam exigua est Cleri, et populi multitudo, ut theologiæ lectio in eis commodè haberi non possit, saltem (1) magistrum habeant, ab Episcopo cum consilio Capituli eligendum, qui clericos, aliosque scholares pauperes grammaticam gratis doceat, ut deinceps ad

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cualquier modo vaque, á excep-
cion de la que vaque por resigna-.
cion, y á la que no esté anexa otra
obligacion y trabajo incompatible.
Y por cuanto puede no haber pre-
benda alguna en las mismas igle-
sias, ó no ser suficiente la que ha-. ·
ya; deba el mismo Metropolita-
no, -ú Obispo, dar providencia
con acuerdo del cabildo, para que
haya la leccion ó enseñanza de la
sagrada Escritura, ya asignando
los frutos de algun beneficio sim-
ple, cumplidas no obstante las
cargas y obligaciones que este
tenga; ya por contribucion de los
beneficiados de su ciudad ó dióce-
sis, ó del modo mas cómodo que
se pueda; con la. condicion no
obstante de que de modo ninguno
se omitan por estas otras lecciones
establecidas ó por la costumbre, ó
por cualquiera otra causa. Las igle-
sias cuyas rentas anuales fueren
cortas, ó donde el clero y pueblo
sea tan pequeño que no pueda ha-
ber cómodamente en ellas cátedra
de teología, tengan á lo menos un
maestro, que ha de elegir el Obis-
po con acuerdo del cabildo, que
enseñe de balde la gramática á los
clérigos y otros estudiantes po-
bres, para que puedan, mediante
Dios, pasar al estudio de la sa-
grada Escritura; y por esta causa
se han de asignar al maestro de
gramática los frutos de algun
beneficio simple, que percibirá

(1) Concil. Const, vr, c. 5. Conc. Later. sub Alex. III, c. 18; et sub Innoc. III, 4.11.

solo el tiempo que se mantenga enseñando, con tal que no se defraude al beneficio del cumplimiento debido á sus cargas; ó se le ha de pagar de la mesa capitular ó episcopal algun salario correspondiente; ó si esto no puede sér, busque el mismo Obispo algun arbitrio proporcionado à su iglesia y diócesis, para que por ningun pretexto se deje de cumplir esta piadosa, útil y fructuosa determinacion. Haya tambien cátedra de sagrada Escritura en los monasterios de monjes en que cómodamente pueda haberla; y si fueren omisos los Abades en el cumplimiento de esto, obliguenles á ello por medios oportunos los Obispos de los lugares, como delegados en este caso de la Sede Apostólica. Haya igualmente cátedra de sagrada Escritura en los conventos de los demás Regulares, en que cómodamente puedan florecer los estudios; y esta cátedra la han de dar los capítulos generales ó provinciales á los maestros mas dignos. Establézcase tambien en los estudios públicos (en que hasta ahora no se haya establecido) por la piedad de los religiosísimos Príncipes y repúblicas, y por su amor á la defensa y aumento de la fe católica, y á la conservacion y propagacion de la sana doctrina, cátedra tan honorífica, y mas necesaria que todo lo demás; y restablézcase donde quiera que antes se haya fundado y esté abando

ipsa sacræ Scripturæ studia, annuente Deo, transire possint: ideòque illi magistro grammatices vel alicujus simplicis beneficii fructus, quos tamdiu percipiat, quamdiu in docendo perstiterit, assignentur; dum tamen beneficium ipsum suo debito non fraudetur obsequio: vel ex capitulari, vel episcopali 'mensa condigna aliqua merces persolvatur; vel aliàs Episcopus ipse aliquam rationem ineat suæ ecclesiæ, et diœcesi accommodam; ne pia hæc utilis, atque fructuosa provisio quovis quæsito colore negligatur. In monasteriis

quoque monachorum, ubi commodè fieri queat, etiam lectio sacræ Scripturæ habeatur. Qua in re si Abbates negligentes fuerint, Episcopi locorum, in hoc ut Sedis Apostolicæ delegati, eos ad id opportunis remediis compellant. In conventibus verò aliorum regularium, in quibus studia commodè vigere possunt, sacræ Scripturæ lectio similiter habeatur: quæ lectio à Capitulis generalibus, vel provincialibus assignetur dignioribus magistris. In giymnasiis etiam publicis, ubi tam honorifica, et cæterorum omnium maximè necessaria lectio hactenus instituta non fuerint, religiosissimorum

Principum, ac rerumpublica- nada. Y para que no se propague

rum pietate, et charitate ad Catholicæ fidei defensionem, et incrementum, sanæque doctrinæ conservationem et propagationem instituantur; et, ubi instituta foret, et negligeretur, restituatur. Et, ne sub specie pietatis impietas disseminetur, statuit eadem sancta Synodus, neminem ad hujusmodi lectionis officium tam publicè, quàm privatim admittendum esse, qui priùs ab Episcopo loci de vita, moribus, et scientia examinatus, et approbatus non fuerit. Quod tamen de lectoribus in claustris monachorum non intelligatur. Docentes verò ipsam sacram Scripturam, → dum publicè in scholis docuerint, et scholares, qui in ipsis scholis student, privilegiis omnibus de perceptione fructuum, præbendarum, et beneficiorum suorum in absentia à jure communi concessis, plenè gaudeant, et fruantur.

CAP. II. De verbi Dei concionatoribus, et quæstoribus eleemosynariis.

Quia verò christianæ reipublicæ non minùs necessaria est prædicatio Evangelii, quàm lectio, et hoc est præcipuum Episcoporum munus; statuit, et decrevit eadem

la impiedad bajo el pretexto de piedad, ordena el mismo sagrado Concilio, que ninguno sea admitido al magisterio de esta enseñanza, sea pública ó privada, sin que antes sea examinado y aprobado por el Obispo del lugar sobre su vida, costumbres é instruccion: mas esto no se entienda con los lectores que han de enseñar en los conventos. Y en tanto que ejerzan su magisterio en escuelas públicas los que enseñaren la sagrada Escritura, y los escolares que estudien en ellas, gocen y disfruten plenamente de todos los privilegios sobre la percepcion de frutos prebendas, y beneficios concedidos por derecho comun en las ausencias.

CAP. II. De los predicadores de la palabra divina, y de los demandantes.

Siendo no menos necesaria á la república cristiana la predicacion del Evangelio, que su enseñanza en la catédra, y siendo aquel el principal ministerio de los Obispos; ha establecido y decretado

el mismo santo Concilio que todos los Obispos, Arzobispos, Primados, y restantes Prelados de las iglesias, están obligados á predicar el sacrosanto Evangelio de Jesucristo por sí mismos, si no estuviesen legítimamente impedidos., Pero si sucediese que los Obispos, y demás mencionados, lo estuviesen, tengan obligación, segun lo dispuesto en el Concilio general, á escoger personas hábiles para que desempeñen fructuosamente el ministerio de la predicacion. Si alguno despreciare dar cumplimiento á esta disposicion; quede sujeto á una severa pena. Igualmente los Archiprestes, los Curas y los que gobiernan iglesias parro* quiales ú otras que tienen cargo de almas, de cualquier modo que sea, instruyan con discursos edificativos por sí, ó por otras personas capaces si estuvieren legítimamente impedidos, á lo menos en los domingos y festividades solemnes, á los fieles que les están encomendados, segun su capacidad, y la de sus ovejas; enseñándoles lo que es necesario que todos sepan para conseguir la salvacion eterna; anunciandoles con brevedad y claridad los vicios que deben huir, y las virtudes que deben practicar, para que logren evitar las penas del infierno, y conseguir la eterna felicidad. Mas si alguno de ellos fuese negligente en cumplirlo, aun

sancta Synodus, omnes Episcopos, Archiepiscopos, Primates, et omnes alios ecclesiarum Prælatos teneri per se ipsos, si legitimè impediti non fuerint, ad prædicandum sanctum Jesu Christi Evangelium. Si verò contigerit Episcopos, et alios prædictos, legitimo detineri impedimento; juxta formam generalis concilii, viros (1) idoneos assumere teneantur ad hujusmodi prædicationis officium salubriter exequendum. Si quis autem hoc adimplere contempserit, districtæ subjaceatultioni. Archipresbyteri quoque, Plebani, et quicumque Parochiales, vel aliàs curam animarum habentes, ecclesias quocumque modo cbtinent, per se, vel alios idoneos, silegitimè impediti fucrint, diebus saltem Dominicis, et festis solemnibus, plebes sibi commissas pro sua, et carum capacitate pascant salutaribus verbis (2); docendo ea, quæ scire omnibus ̧ nccessarium est ad salutem: annuntiandoque eis cum brevitate, et facilitate sermonis vitia, quæ eos declinare, et virtutes, quas sectari oporteat, ut pœnam æternam evadere, et cœlestem gloriam consequi valeant. Id verò si

(1) Cap. Inter cætera, de Offic. jud. ordin. 8. ➡(2) Conc. Constant. 6, c. 8, Later. ult. Sess. 4.

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