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Luppi

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Marco in Verolensem Abbatiam ab Imperatore: anno 1539.. LXXVII. Litteræ Philipi II Turiason. Episcopo missæ, super nominatione Vicarii Generalis apud. Calat. 1553. . . . 488 LXXVIII. Sententia lata contra Pontificalia Tutelensis. Decani: anno 1591.. . . . . 489 LXXIX. Bulla Pii VI pro erec

tione Tutelanæ Ecclesiæ in Catedralem anno 1783. . . 491 LXXX. Confirmationes Episcoporum Tirasonensium a Metropolitano Tarraconensi, juramentaque obedientiæ ab his præstita...

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TOMO L.

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DE LA SANTA IGLESIA DE TARAZONA.

TOMO II.

CAPITULO UNDECIMO.

Santos del Obispado de Tarazona.

En el episcopologio anterior quedan ya consignadas las vidas de dos Santos Obispos, que rigieron esta iglesia, San Prudencio y San Gaudioso, y adelantadas noticias acerca de algunos otros varones notables por su santidad de vida, como San Millan, San Iñigo y San Raimundo de Fitero.

La vida de San Atilano corresponde al episcopologio de la santa iglesia de Zamora.

No necesitaba la diócesis de

TOMO L.

Tarazona el funesto regalo de Santos apócrifos, que le hicieron los falsos cronicones, pues tiene un número considerable de hijos célebres por su virtud eminente, que la Iglesia ha puesto justisimamente en los altares. Acrisolar la autenticidad de los hechos de estos y rebatir los apócrifos es una de las principales misiones que ha cumplido y tiene que cumplir la España Sagrada, en obsequio de la Religion Católica.

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SAN MILLAN.

En el tomo XXXIII de la España Sagrada, pág. 414, el P. Risco dejó para este lo relativo al San Millan, que llamó de la Cogolla. «Perteneciendo >>pues todas las memorias de >>San Millan, relativas asi al >>>tiempo de su vida como al >>que pasó hasta la conquista de »>la Rioja, á la diócesis de Ta> razona, seria colocarlas fuera »del lugar que se las debe si >>>tratara de ellas en el presente >> tomo.» Siguiendo la idea justamente indicada por nuestro predecesor, vamos á ilustrar las encontradas opiniones acerca de la patria de San Millan, su monacato, su dependencia del Obispo Didimo, y el lugar de su sepulcro, puntos sobre los cuales se ha escrito mucho y con calor, pero con escaso acierto en nuestro juicio. Tiempo es ya de que estas cuestiones se ventilen con imparcialidad y calma, y sin espíritu de provincialismo.

Los únicos monumentos ciertos que tenemos para ello son la vida del Santo presbítero, escrita por San Braulio, y un elogio en verso por San Eugenio

de Toledo, ilustra muy po

que

co, lo mismo que sucede con otro himno de San Braulio, enteramente encomiástico y sin ningun dato histórico.

Por lo que hace à la piedra hallada en el reconocimiento que se hizo de su sepulcro en el siglo XVI, se probará mas adelante que fué una supercheria indigna de las personas que intervinieron en ello.

Segun la relacion de San Braulio, principal y casi único monumento histórico acerca de Sau Emiliano, á quien nosotros llamamos vulgarmente San Millan, nació aquel Santo en un pueblo del obispado de Tarazona, llamado Vergegio. De niño era pastor, y aun añade que se entretenia en tocar la citara, segun era costumbre entre los pastores. Durmiendo estaba cuando la Providencia convirtió su cítara en materias á propósito para el estudio de las letras, y le inspiró amor á la contemplacion.

Habia oido hablar de un ermitaño, llamado Felix, que habitaba un paraje al que decian Castellum Bilibium. Dirigióse allá, y luego que hubo aprendido el camino de la vida eterna se volvió á Vergegio. Pero

molestándole la concurrencia de gentes, retiróse á lo mas remoto de los montes Distercios. Aun allí no pudo gozar de soledad, habiendo sido descubierto y divulgándose la noticia de su estancia en aquel paraje, donde vivió unos cuarenta

años.

Didimo, Obispo de Tarazona, sabiendo tambien esto, se empeñó en conferirle órdenes, pues estaba en su diócesis (ejus quippe erat in Diœcesi), y le hizo presbítero ó párroco de Vergegio. Su vida austera y santa le concitó la envidia y animadversion de algunos malos clérigos, que le acusaron de malversador de los bienes eclesiásticos. Dióles asenso el Obispo y le suspendió, de cuyas resultas se retiró á un paraje cercano, donde construyó su oratorio, y allí pasó el resto de su vida hasta edad muy avanzada, en términos, que unas piadosas virgenes, que cerca de allí vivian, cuidaban del aseo de su cuerpo y de su asistencia, pues se haIlaba hidrópico. Tenia ya entonces unos ochenta años, y murió á la edad de ciento y uno.

San Braulio termina la relacion con varios milagros hechos por el Santo, en vida, y aun

despues de muerto, algunos de los cuales se refieren á los habitantes de Cantabria, siendo notable entre ellos uno que presenta el único vestigio para la cronologia del Santo. Un año antes de su muerte, y teniendo ya ciento de edad (ante annum fere migrationis suæ, centesimum vero vita), se le reveló durante la cuaresma la ruina de Cantabria. Por medio de un mensajero suyo convocó á los Senadores para el dia de pascua, y les anunció los desastres que les amenazaban. Burlóse de él un tal Abundancio, diciéndole que chocheaba. El Santo le respondió que él lo experimentaria en su persona, y efectivamente murió en la conquista de Cantabria por Leovigildo.

Al acercarse la muerte llamó San Millan al presbitero Aselo, en cuya compañia estaba (cum quo.habebat collegium), y á su presencia entregó el alma al Criador. Aselo cuidó de enterrar su cuerpo en el oratorio del Santo, acompañándole algunos varones religiosos.

Surgen ahora las cuestiones siguientes acerca de la vida de San Millan, y de los parajes que fueron testigos de sus milagros y santa muerte.

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