Y gloria que adquirieron en Canaria, Y no se mire en quien son los primeros, Ni á los que van al medio, ni á la postre Que como á la memoria han ocurrido Se han ido todos ellos escribiendo, De muchos de los cuales por el Orbe Ilustre descendencia está esparzida, Y hay en ella varones tan insignes Que á sus progenitores, y á su patria Con letras, con valor, y obras heróicas Conservan su memoria y la ennoblecen Ayudando á ganar otras victorias Que le ha querido dar el alto cielo Y á su Patron santísimo atribuye, Y una de las que más estima y precia Ha sido la del Draque, y de Juan Acle, Famosos Generales de Britana,
Y asi la celebró con canto acorda
Y grave pompa el dia de este Santo, El año de noventa y seis, á veinte Y nueve del florido Abril alegre. Aquí paró la Fama, y las Virtudes Contentas de su plática, dijeron Hiciese relacion de esta victoria Del modo que pasó sin faltar punto, Y queriendo la Fama dar principio Se levantó Prudencia, y demandando Licencia al Presidente, asi propuso: Senado ilustre, aquesta gran victoria Que Canaria ganó, ya en todo el Orbe Es muy notoria que con clara trompa La Fama la ha llevado y esparcido, Y en Provincias y partes muy remotas El valor de Canaria es muy sabido,
Y como aquesta armada de Britana,
Y de Anglia, la arrogancia con gran pérdida Afrenta é ignominia, se partieron
De su arenosa playa, mal su grado, Gustando de las aguas de Acheronte Mas de doscientos de ellos, sin heridos Que fueron en gran número, en el año Que de noventa y cinco se contaba, Y de Octubre los seis, en el cual dia La valerosa gente de Canaria Mostró el gallardo brio de su pecho Haciendo ultraje y burla de una armada Que en todo el mar Océano dió cuidado; Y queriendo estrenarse con Canaria Se arrepintieron de ello, y finalmente Fueron con tan mal pié y perdidos brios Que aportando despues á Puerto Rico Se les dió á los restantes justa paga, Digna de su soberbia y arrogancia, Y asi no me parece permitido Que lo que está notorio se refiera, Mayormente que ya en las impresiones Primeras de estas obras se ha cantado. No dijo más, y luego el Consistorio Pareciéndole bien lo que propuso La Prudencia mandó que suspendiese La Fama su discurso comenzado, La cual tomó con esto atrevimiento, Y dijo: Pues se deja por sabida,
Y por estar ya dicha esta victoria, Otra podré decir donde Canaria
Aunque perdió tambien, dió grande muestra De su valor, y dándole licencia
Al Senado propuso de esta suerte.
Quizo probar sus fuerzas con Canaria Holanda la soberbia y arrogante, Para lo cual con una gruesa armada De ochenta galeones, que pusieran En cuidado á Sevilla, y á Lisboa.
El asalto le dió en medio del año
De mil quinientos y noventa y nueve, Salieron los Canarios á la orilla A defender la Patria osadamente, A ciento y treinta lanchas que venian Con una selva de arboladas picas, Y de mosqueteria innumerable. Reverberando el sol en las celadas Que daban luz á los vecinos montes, Y sin haber trinchera, ni reparo, Llegaron los Isleños valerosos
A medir las espadas y las lanzas
Con los determinados Holandeses
Que estaban en las lanchas: y aunque aquesto De gran temeridad tuvo aparencia,
Fué de valor un ímpetu gallardo,
Y celo de Cristiana valentia.
Tiñose el mar con una y otra sangre, Muriendo más Flamencos que Canarios, La pluvia de esmeriles y mosquetes Al fin abrió camino en la ribera: Y así desembarcó la infanteria Pisando las arenas Fortunadas.
Diez mil Flamencos bien armados todos, Y siendo apenas mil los defensores Con pocas armas, pocos arcabuces Convino y fuè forzoso el retirarse A la ciudad, y en esta retirada Fué milagro evidente no perderse, Ni aun una vida, habiéndoles tirado Más de cuatro mil globos impelidos De salitrado polvo los bajeles. Ganando pues los milites de Holanda Para seguridad de sus navios El castillo del puerto, en breve espacio A la ciudad que de él está distante dos millas poco más pusieron cerco,
Haciendo sus reparos y trincheras. El frágil muro defendió tres dias Contra toda esperanza poca gente A la mucha enemiga, que batiendo Con nueve basiliscos, retumbaron Del aire mar y tierra los confines. Salvarónse en aqueste breve tiempo De la ciudad riquísimos despojos, Y del carro del Santo más humilde, Y del fuerte à la Abuela consagrado De nuestro Redentor, del rubio bronce, Se despidieron rayos que enviaron A cenar con Pluton más de seiscientos. La costosa ciudad al fin ganaron,
poco más hallaron de las casas: Y ardiendo en vivas brasas de corridos, Y de furor vencidos, por la tierra Entraron á dar guerra á los lugares Mas de cuatro millares de soldados Valientes, y arriscados, y en un monte Las aguas de Acheronte se gustaron, De muchos que mataron los Isleños, Con lanzas, y con leños, y temiendo Aquel asalto horrendo los de Holanda, Y brava escurribanda, fué forzoso Volver con vergonzoso movimiento A poco más de ciento las espaldas. Con aquestas guirnaldas los Canarios Siguieron temerarios el alcance,
Y al fin de lance en lance los llevaron, Hasta que se embarcaron con afrenta Huyendo la tormenta de Canaria, Mostróseles voltaria la Fortuna, Rompiendo la coluna de su gloria, Y así su vanagloria mal nacida De victoria vencida tuvo nombre: Ganando este renombre esclarecido,
El Patron referido, y con la honra De Holandesa deshonra matizada, Quedó Canaria honrada y valerosa, Aunque algo perdidosa en edificios, Que éstos son los oficios de vil gente, Vengar con fuego ardiente licencioso Lo que el brazo alevoso tan cobarde
No se atrevió, ni pudo aquella tarde.
Y despues de todo ésto, veamos un antiguo manuscrito al que daba gran importancia mi inolvidable amigo y compañero el Dr. Padilla, cuyo manuscrito lleva por título: Última entrada de los españoles en la conquista; y aunque su contexto ha sido difícil de descifrar, lo trasladamos íntegro:
«Consta de la conquista de esta isla, que habiendo llega»do los españoles á una fortaleza muy ágria y áspera lla»mada la montaña de Ajodar, que es detrás de la Isla, y por >>no detenernos, pasó el ejército á dar vista á dicha montaña »lúnes 28 de Abril. Esta era la última donde estaba la fuer›za de la isla con el Tazartico de Telde, y la Reina Armin»da: tenian propuestos todos primero morir que entregar>>se; y bien de mañana se hizo escuadronar en tres partes el »ejército de á trescientos hombres, y los espias hallaron dos >>>fáciles subideros: se pregonó la guerra fuese á sangre sin >>perdonar vida, por estar aquí los culpados en la muerte de Mujica y sus Vizcainos: aquí se reconoció habia de costar >triunfo la victoria por la rebeldia de los Canarios que ha>>bian respondido á todo. Mas D. Fernando Guanarteme se »fué á Pedro de Vera, y con el semblante tristísimo, cuasi >>llorando por el desastrado fin que se les esperaba, alcanzó >>primero ir á hablarles, y á su hija, y ver si podia reducir á »su hija y á todos los Canarios que con ella estaban. Cogi»das ya las entradas con buena guarda de gente, se fué á »ellos el Guanarteme, y al reconocerle alzaron todos à un »tiempo, niños, hombres y mujeres, los gritos y voceria que »resonó por aquellos barrancos cuasi media legua, fué tan »grande la alegria que de su vista tenian; habló á su hija, TOMO III-24.
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