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el deseo de la alianza, y uniéndose todos como un sólo hombre y alentados por el espíritu de un verdadero patriotismo, animados con el recuerdo de anteriores victorias, sólo pensaron en la destrucción de los que venían con humos de conquistadores, y para ello, el mismo Guanarteme de Gáldar Tenesor Semidán fué el primero que envió á Doramas un mensajero para que inmediatamente se celebrara un Sabor ó Consejo general de guayres y principales guerreros de los reinos de Gáldar y Telde. Creen algunos que Doramas fué quien se dirigió al de Gáldar; pero lo cierto es que, á virtud de dicho llamamiento, reuniéronse los Guayres y Faycanes de ambas Cortes y numerosos guerreros de valía, resolviéndose por unanimidad atacar inmediatamente, sin dar cuartel, al enemigo atrincherado en el Real de Las Palmas, dándose órden para reunir á la gente dispuesta para la guerra,presentándose más de dos mil hombres,entre ellos muchos con armas europeas adquiridas en encuentros anteriores (1). Nuñez de la Peña hace subir el número á más de cinco mil.

Confirióse el mando en jefe al invicto Doramas, quien dividió las tropas en dos cuerpos,uno de ellos bajo las órdenes del valiente y astuto Guayre de Telde, Maninidra,y el otro bajo las del no menos famoso Guayre de Gáldar,Adargoma.

Organizado en esta forma el ejército canario, dispuso marchar sobre el Real de Las Palmas, en tanto Juan Rejón, como hombre de reconocida pericia militar y de tradicional previsión, continuaba con pasmosa actividad sus trabajos de atrincheramiento y defensa, colocando en los puntos más elevados centinelas avanzados á fin de que diesen la voz de alarma apenas avistasen al enemigo. A la vez se había apresurado á enviar á España sus navíos para dar parte á los Reyes de su próspero viaje, dejando en el puerto anclados tan solo los dos más pequeños (2). Este hecho de. muestra que Rejón enviando á España sus naves, se adelantó á Cortés en su rasgo heróico mandando quemar las suyas cuando la conquista de Méjico.

p. 114.

(1) Abreu Galindo: op. cit. Lib. II. cap. X,
(2) Nuñez de la Peña: op. cit. Lib. I, cap. II, p. 86.
TOMO III.-6.

Llamaba la atención en el Real, que los Canarios no se hubiesen presentado desde luego, dado su carácter atrevido y belicoso, lo cual tenía á los españoles en cierto modo alar mados; pero el 28 de Junio por la tarde dieron aviso las avanzadas de que un cuerpo de más de 500 indígenas se prese ntaba por las alturas.

Veamos como el Dr. Marín de Cubas describe los soldados que formaban este ejército (1): «Traían los más, el >>cabello largo al rededor de la cabeza y encima un capacete >>de cuero crudo de chivato ó de cerdo, los piés calzados con otros pedazos de cuero semejante, á la cintura á modo >>de braguillas, tejidos de junco y palma, la barba crecida hasta el pecho en punta, los brazos labrados á fuego hasta »la sangradera; llamábanse con unas bocinas de caracoles y >>cuernos de cabrones largos y despuntados; traían rodelas »largas y ovadas hechas de drago, ajedrezadas de almagra, >>carbón y blanco, espadas de palo recio, montantes de palo »jugados á dos manos, de acebuche y sabina,astas largas sin »yerro á la punta, aunque lisas y bien sacadas á fuego, dar>>dillos de lo mismo arrojados á mano como azagayas: otros >>había sin cabello y barba, y los más mozos con buenos y »limpios guijarros en las manos para la ocasión.»>

Con objeto de retardar el ataque y adelantar sus fortificaciones, dispuso Juan Rejón despachar un emisario á Doramas manifestándole cuales eran sus intenciones y el objeto que allí les había traido. Dejemos al P. Abreu Galindo la relación de esta entrevista y contestación dada por el valiente Doramas. Dice así (2): «El Capitán Juan Rejón, por »justificar su causa, envió un Faraute para que les dijese >>como ellos eran venidos de parte de los Reyes Católicos,sus »Señores, Don Fernando y Doña Isabel, Reyes de Castilla, >>para que tornándose cristianos, los recibiese bajo su guar»da y amparo, y ninguno los inquietase, y estuviesen pacíficos y quietos en su tierra con sus mujeres y hijos, ganados »y hacienda, porque no haciendo lo que se les mandaba á de

D

(1) Marin de Cubas: M. S. cit. Lib. II, cap. I, p. 91. (2) Abreu Galindo: op. cit. Lib. II, cap. X, p. 115.

»cir, los habían de perseguir hasta hacerlos morir ó embar>> carlos y sacarlos de la isla. Los Canarios estaban orgullosos »y soberbios y tenían perdido el temor y miedo á los cristia»nos por los encuentros que habían tenido los días pasados »con Juan de Betancor y Diego de Herrera, respondieron con >>grande arrogancia que otro día les mandarían la respuesta, »por lo que tenían determinado otro día de madrugada que »era acometerlos, y así lo hicieron puestos en buena órden.>>

El historiador Viera y Clavijo considera esta contestación digna de un General Espartano, y llevado de un entusiasmo más bien poético que propio de un historiador, pone en boca de Doramas una brillante alocución digna de un verdadero académico. «Todavía no había rayado el alba, dice, y ya los »Canarios se preparaban á forzar el campo Español por la »parte de la montaña de San Francisco, animados de este »razonamiento de Doramas: Ese puñado de Extranjeros que »veis ahí encerrados, es aquella misma casta de hombres »crueles, que inquietan y perturban porfiadamente nuestra »patria cien años hace, y á quienes en más de doce batallas »hemos vencido: son aquellos que tuvimos presos en el cerco »de Gáldar, como las sardinas en las mallas de nuestras redes de juncos y cuyas fortificaciones demolimos en Gando. Son aquellos que siempre nos han hablado de un Guanarte»me poderoso, que los envía á robar nuestra tierra,y de una »religion santa, que no los hace mejores que nosotros. Ya es »tiempo de que acaben de salir bien escarmentados de su locu»ra y de poner para siempre nuestra libertad, nuestras mujeres »y nuestros hijos al abrigo de la insolencia. Acordémonos de «que somos Canarios, y de que Alcorac (Dios) nos dió este »país. Acordémonos del gran Artemí que murió peleando »contra el valeroso Bethencourt.» (1)

En vista de la divergencia con que los cronistas relatan. todos estos hechos que precedieron á la conquista, temerosos siempre de emitir algún juicio ó concepto equivocado, nos abstenemos de poner nada de nuestra cosecha y nos re

(1) Viera y Clavijo: op. cit. tom. II, lib. VII p. 34.

ferimos á los que fueron ó debieron ser testigos presenciales de los acontecimientos; especialmente cuando la batalla del Guiniguada tenía que decidir de la suerte de los primitivos habitantes de la Gran-Canaria.

Gomez Escudero, capellán de Juan Rejón, al hablar del primer encuentro entre Españoles y Canarios, se explica en esta forma (1): «Dentro de cuatro días se juntaron más de »quinientos Canarios de gran esfuerzo de la parte de Telde >>con su Faraute ó Reyezuelo, llamado comunmente de los >>españoles el Guadartheme de Telde; venía también el esfor>>zado Maninidra, hombre alto de cuerpo de señaladas fuerzas >>y victorias que había tenido contra Herrera, y antes que car»gasen más Canarios, que al tercer día se descubrieron en >>el mal paso del cerro por las espías, fué acordado por el >> Deán y Rejón y Jaimez que fuese el ejército á amanecer >>sobre ellos, comenzó la caballería á alcanzarlos buenamen>>te por aquel valle que se venían entrando como si fuese suya la victoria, andaba valeroso Jaimez y otros que hicieron >>>bien su deber; desbaratados algún tanto los Canarios so»>brevino la retaguardia del de Telde Maninidra, haciendo >>maravillas con una grande espada de palo que,igual á otro »Adargoma, de un golpe derribaba á un hombre y quebra>>ba piernas á los caballos y desxarretó dos de ellos mejor >>que con espada de acero bien templado. Acudió Rejón con »esfuerzo á socorrer donde hacía gran estrago Maninidra, y >>resguardándose de uno de sus desatentados golpes, porque »era arma larga que no había entrarle golpe de espada, le >>entró con tanta lijereza y valor que le dió una peligrosa » lanzada en el muslo, acudió Jaimez á socorrer á Rejón, >>porque cargaron lluvias de palos y piedras por sacar su »capitán, mas fué preso Maninidra y llevado á el Real á cu»rar por Jaimez que lo sacó de la batalla. Llovían por en>>tonces más y más que parecía plaga de tantos Canarios >>como se aparecían con lanzas tostadas y mazas de palo y >>piedras braccadas que escondían una de ellas en una tapia. >> Viendo llevar preso á Maninidra el Faraute de Telde fué

(1) Gomez Escudero: M. S. cit. cap. V, p. 10.

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>>tanto el empeño que hizo con su gente que se entraban por >>las lanzas y sujetaban á un caballo y ginete que lo hacían >>venir á el suelo,y anduvieron á socorrerse unos á otros por >>que ya asidos no se podían valer, eran diestrísimos en acometer y retirarse y volver cuando veían la ocasión. Allí »murieron treinta de los atrevidos y más valientes entrados ellos mismos por las armas de acero, fueron alanzeados y >>acuchillados más de sesenta y de los Españoles siete muer>>tos y veinte y seis heridos, y quedó la victoria por nosotros, » que hasta que no cayó Maninidra no la reconocimos, an>>>tes ellos la juzgaron por suya siempre. Fué Madinidra cu»rado y sanó de la herida del muslo y de otras que tuvo.»

Aunque Gomez Escudero dice que fué Maninidra el jefe de los Canarios que cayó herido y hecho prisionero, costando tantas vidas los esfuerzos hechos por sus compañeros de armas para rescatarle, Cedeño asegura fué Adargoma el Guayre herido, lo cual es bastante extraño, siendo como fué Cedeño también testigo ocular de la conquista. Trasuntamos sus palabras: (1) «Sabida esta nueva por los Canarios, apellidáronse toda »la isla, vinieron sobre los cristianos, tuvieron algunas es»caramuzas la gente de à caballo y perdían igualmente. Y »visto por los capitanes cristianos que los enemigos venían >>siendo en aumento determinaron una mañana dar de im»proviso sobre los Canarios, onde hallaron la misma pre>>vención de ofender y defenderse con mucha destreza y va»>lentía, este día se señaló peleando un Canario llamado >> Adargoma, que teniendo en poco su vida y menos à los ene»>migos, se entró en ellos onde fué muy mal herido y prisio>>nero y en pocos días murió: hubo de ambas partes muertos »y heridos y el mayor daño en los Canarios por la ventaja de las armas. Llegada la noche se apartó la pelea, cada »>cual á su alojamiento, súpose el suceso de Adargoma y los »Canarios resolvieron no dar cuartel à los Españoles; de >>allí adelante aunque fuese à rendido lo cual era contra la »piedad y natural de los isleños que lo tenían por gran vi»>llanía matar à sangre fría.»

(1) Antonio de Cedeño: M. S. cit. p. 75.

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