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la distancia que separa el Pozuzo del Mayro, para cuyos gastos le ausilió con cincuenta pesos el Prefecto del departamento, y tras una corta detencion en el último de dichos rios, se embarcó de regreso al Ucayali.

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La inauguracion de este camino tan deseado, no era el único suceso importante que se realizó durante aquel año en las misiones; por aquel mismo tiempo se dió tambien principio á la fundacion de un pueblo al cual se dió el nombre de Cayariya. Tiempo hacia que las misiones estaban como estacionadas por falta de personal, y de recursos pecuniarios; pero en 1859 con el aumento que habia tenido la comunidad de Ocopa, pudieron salir algunos Padres á las misiones, reuniéndose cinco de ellos en el Ucayali. Contando con su ayuda, propúsoles el Padre Prefecto la fundacion de un pueblo, con el objeto principal de impedir desde el mismo las incesantes correrías que hacen los infieles de aquellas comarcas á las otras tríbus, que pueblan las márgenes del Ucayali y de los rios que le son tributarios; y habiéndoles merecido aprobacion unánime su proyecto, ya no se trató de otra cosa que de buscar el local mas apropósito para la fundacion. El primero en que se pensó, fué uno de los que se encuentran á orillas del Tamaya (quebrada de Maní), pues los Sacayas que habitaban por aquellos contornos, eran de los que con mucha frecuencia, veian caer sus mujeres y niños en manos de los infieles; con el objeto de atender á su seguridad, habia ya ideado esta fundacion en el año anterior el P. Prefecto; y comunicando sus planes á los Cunibos que habitaban en las desembocaduras del Pachitea, quienes se mostraron dispuestos á acceder á sus deseos, ofreciéndose á vivir con los cristianos en un sitio que le indicaron, muy apropósito para sus fines. Para no perder pues la favorable ocasion que entonces se ofrecia, á su regreso del Mayro, dicho P. no hizo mas que descansar algunos dias, saliendo luego en direccion al Tamaya para inspeccionar detenidamente el terreno. Acompañáronle en esta espedicion algunos Cunibos, y despues de tres dias de

subir por el rio, le indicaron, como sitio apropósito para fundar el pueblo, precisamente un terreno que estaba del todo inundado; ignoraba el Padre que aquellos terrenos pudieran inundarse tan fácilmente y no pudo menos de estrañar, que conociendo los Cunibos, sitios mas aparentes á los que no llegaban los desbordes del rio, no se los hubiesen manifestado; y si, tan solamente aquel que tan poco se pres taba, para el establecimiento de una poblacion. Con esto sospechó que los Cunibos no tenian verdadero ánimo de hacerse cristianos, sino únicamente de sacarle las herramientas que pudiesen, por lo cual determinó regresar á Sarayacu, no habiendo quedado muy satisfecho de los resultados de su viaje. Al pasar por el sitio en que hoy está Cayariya, hospedóse en la choza de un Schipibo llamado Santiago y le preguntó, si en la quebrada que allí desembo caba, habitaban muchos Remos; y como contestase que sí, volvió el Padre á preguntarle si se encontrarian por aquellos alrededores sitios convenientes para formar un pueblo, con los terrenos necesarios para establecer buenas chacaras, á lo cual tambien le contestó afirmativamente; añadiendo que él mismo tenia una, un poco apartada de allí, con su correspondiente casa para cuando se inundaban las riberas del Ucayali, y ofreciéndose á enseñársela al dia siguiente si queria acompañarle. Aceptó el P. su invitacion, y al dia șiguiente se embarcó navegando por la quebrada hasta las cuatro de la tarde, poco mas o menos, en que llegaron á la chacara; enseñóle el Schipibo todo lo que tenia, y al dia siguiente recorrieron los bosques que habia al rededor de la casa. Gustóle mucho al Padre todo cuanto veia; y tomando de las herramientas que traia consigo algunas hachas, machetes, cuchillos y otros instrumentos análogos, los regaló al Schipibo para que él y sus parientes pudieran rozar una gran chacara y plantar plátanos y yuca, á fin de que no faltara este alimento, el principal de la montaña, á los fundadores de la nueva poblacion; despues de lo cual regresó el P. Prefecto á Sarayacu, mas satisfecho que de su escursion al Tamaya.

Como á la sazon estaba este Padre comprometido con el señor Prefecto del Cerro para buscar un medio de comunicacion con el Palcazu, segun llevamos dicho mas arriba, no le fué posible comenzar por de pronto los trabajos de fundacion de Cayariya, debiendo suspenderlos hasta su regreso del Palcazu. Cuando lo hubo verificado, pasó en seguida al sitio donde debia formarse la poblacion; y viendo que aun no habian sembrado la chacara, instó á los Schipibos que allí se encontraban á que la sembraran cuanto antes, encargándoles al propio tiempo que pasados dos meses, ó dos lunas como dicen ellos, bajasen cuatro ó cinco hombres á buscarle á Sarayacu. Cumpliéronlo así puntualmente, y haciéndose el P. Calvo acompañar por otros diez hombres de Sarayacu, se puso en camino á mediados de Noviembre. Doce dias emplearon en la navegacion, y luego de haber llegado, empezaron á construir una pequeña casa, cuyas paredes eran de caña brava y el techo de hojas de palma, para habitacion del Padre; y una vez concluida, los sarayaquinos regresaron á su pueblo, quedando el Padre con cuatro familias cristianas que habian acudido para establecerse en la nueva poblacion, además de veinte familias de Schipibos, mientras iban llegando poco á poco unas doce familias mas, procedentes de Tierrablanca y Santa Catalina. Aquel invierno, que entonces empezaba, fué muy lluvioso, y los indios no pudieron formar sino unos pequeños ranchos, donde poder albergarse y ponerse á cubierto de los aguaceros. Aproximábase entretanto la cuaresma del año sesenta, y como los Padres recien venidos de Ocopa no se hallaban bien instruidos todavía en la lengua del país, el P. Prefecto Calvo tuvo que regresar á Sarayacu para hacer cumplir el precepto pascual á los fieles allí reunidos, quedando en el nuevo pueblo durante su ausencia, el P. Buenaventura Comellas. A su regreso en 1860, trató de construir un convento formal, consiguiendo verificarlo con la ayuda de las 21 familias de Schipibos, de que únicamente constaba el pueblo. Dándoles luego el término de un año para tra

bajar y mejorar sus chacaras, logróse tambien construir una hermosa iglesia, que atendidas sus proporciones no tenia igual en aquel país, ni quizá en todo el departamento de Loreto. ¡Lástima que estos dos edificios que tantos desvelos costaron á los Padres misioneros, en especial á los PP. Ignacio M. Sans y Vicente Calvo, tan frecuentemente en este y anterior capítulo mencionado, se hallen próximos á perderse, y aun toda la poblacion, por los obstáculos que á lo menos indirectamente han suscitado algunos Gobernadores, y por las otras causas, de que hicimos ya mencion al hablar de la decadencia de las misiones. A mas de los Schipibos, que como llevamos dicho abandonaron la poblacion, gracias á las intrigas de un viajero, perdiéronse tambien ciento setenta Remos de ámbos sexos que se habian presentado al P. Fr. Manuel Vargas, quedándose muchos de ellos á vivir reunidos en el sitio llamado Pamaya. Como algunos comerciantes no cesaban de inspirar á los Schipibos máximas contra los Padres, y pedirles muchachos en cambio de hachas y machetes; estos infieles, perdido el poco respeto que les quedaba á los Misioneros, se juntaron en número superior á los Remes y les dieron varias acometidas, retirándose los pocos que pudieron escapar de sus manos al interior del Piyuya, sin que hasta ahora haya podido averiguarse su paradero. A causa de estos percances, Cayariya, podemos decir que nació herida de muerte, y todo induce á temer que cuanto antes quedará enteramente destruida, frustrándose los planes que en su fundacion los Padres se habian propuesto.

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Molestias que sufrieron los Padres por parte del Gobernador.
-Exploracion del Palcazu, por el P. Calvo.

Hemos señalado ya en otra parte, como uno de los obstáculos que dificultan el progreso de las misiones de Ocopa, la conducta observada por algunas de las autoridades que el Gobierno de la República envia á los países en que trabajan los Misioneros. En efecto, para que estos puedan conservar el ascendiente necesario sobre los neófitos, se requiere naturalmente, que sean respetados y tratados con la dignidad que se merecen, por todos; pero principalmente por aquellos que ejercen autoridad ó cargo público. Mas los Gobernadores no siempre han sabido hacerlo así, sin tener en cuenta que desprestigiando la autoridad de los Religiosos, indirectamente labran la ruina de la suya.

Hallábase en Sarayacu por la cuaresma de 1860 el Padre Fr. Manuel Bargas, natural de Huanta, á quien como mas instruido en la lengua quichoa, juzgó el Padre Prefecto de las misiones como el mas apropósito para encargarle la predicacion al pueblo en los Domingos. Hizo, pues, un dia un sermon sobre el amor á Dios, y queriendo probar á sus oyentes que el verdadero amor consiste en cumplir los mandamientos, les dijo: que si observaban la Doctrina que los Padres les enseñaban, no vivirian tan descuidados de su salvacion; añadiéndoles que no siguieran los malos consejos que mu

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