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de sangre del que habian muerto muchos; pero la verdadera causa fué la desconfianza natural á todo indio, de la que se valió el demonio sugiriéndoles que tal vez el P. Girbal habia ido el año anterior á engañarlos, y que subiria con soldados de Maynas para llevarlos con grillos á la expedicion que se proyectaba. Estos recelos como se supo despues por un apóstata, movieron á muchos á que destruyesen sus chacaras y botasen el cacao que habian recogido, á fin de que no hallando los soldados que comer, se viesen obligados á regresar pronto.

Como las comunicaciones con Ocopa desde Sarayacu eran tan difíciles por la distancia que se debia recorrer y malos pasos que se debian atravesar, pusieron desde luego los Padres todo su empeño para ver si era posible hallar otra vía mas breve á la vez que mas segura. El éxito coronó sus esfuerzos, y con fecha 3 de abril de 1792 pudieron ya escribir los PP. Girbal y Marqués al reverendo padre Sobreviela, entre otras cosas lo siguiente: «Ya gracias á Dios, se >>ha descubierto el camino deseado para pasar directamente >>desde Mañáo á Cumbasa, ahorrando por esta nueva vía, las >>>trescientas leguas que navegábamos desde la boca del rio >>Chipurana por el Huallaga, Marañon y Ucayali.» Para hacer este descubrimiento mandaron adelante á algunos infieles y enviaron despues al curaca de Sarayacu con diez hombres; bajaron estos como unas ocho leguas por el Ucayali é introduciéndose por el caño de una laguna, entonces innominada y que ahora se llama Yapahiya, arribaron por el rio que la forma (que hoy se llama Santa Catalina), á una hermosa pampa, y arrastrando por ella las canoas, las pasaron al rio Yanayacu, tributario del Chipurana, como este lo es del Huallaga, subiendo fácilmente hasta Tarapoto. En este viaje se emplearon quince dias: pero hoy puede hacerse en ocho ó diez, parte por los espresados rios, y parte por tierra á beneficio del camino que abrimos de Sarayacu á Santa Catalina en 1853.

<«<Nuestros amados Panos, añade la referida carta, prosi»guen con mucha tranquilidad y armonía; hemos logrado ya >>que casi todos los niños hasta la edad de trece años, ven>>gan diariamente mañana y tarde al convento á aprender el >>Catecismo, y algunos saben ya el Padre nuestro y el Cre>>do. Los adultos, todavía no concurren con mucha voluntad »á la doctrina, sin embargo de que por medio de Ana-Rosa, >>los amonestamos con frecuencia. Ellos vienen y asisten á »>la misa, y al rosario, pero nos cuesta trabajo que se arro>>dillen al tiempo de la consagracion, lo que permitimos pa>>ra que se vayan aficionando poco á poco al culto y reve>>rencia de lo mas sagrado de nuestra religion. Con todo, no >>esperamos conseguir que los adultos lleguen á ser buenos >>cristianos, y solo afianzamos la esperanza de su salvacion, >>en el bautismo que les administramos en el artículo de la »muerte: pero sí, tenemos firme confianza de conseguir el >>fruto de nuestras tareas y afanes apostólicos en los jóvenes >>y niños. Casi todos los infieles de esta nacion que vivian >>dispersos, han fabricado sus casas en el pueblo y han roza>>do para sus chacaras en estas inmediaciones.

>>Los Cunibos nos han declarado que quieren reducirse >>para formar pueblo; pero no en Sarayacu, sino en una isla »inmediata á su boca, llamada Farina; y si antes habian >>prometido venirse aquí, fué porque no tuvieron presentes >>las dificultades é inconvenientes que despues les han ocu>>rrido. Mas la verdadera causa de su determinacion con>>traria, es la enemistad interior que tienen con los Panos y >>Séttebos, aunque en lo exterior guarden armonía; con que, >>ellos es absolutamente necesario que funden un pueblo se>>parado. Los Schipibos, que fueron los principales autores »de la muerte de los Padres antiguos, están arrepentidos >>de su delito y muy deseosos de amistarse con nosotros; >>pero las otras naciones sus enemigas les impiden el paso: >>esperamos que con el tiempo, paciencia y prudencia, se lo>>grará su constante amistad y sumision.» Teníanse ya desde entonces esperanzas de la reduccion de la nacion Pira,

que vive diseminada en varios rios: aseguraban, que los que se estaban avecindando en Sarayacu eran muchos; que sə hallaban reunidas cerca de ochocientas almas, que deseaban ser cristianos, y ya habian rozado, para hacer sus chacaras; que reinaba la mejor armonía y órden, y que Sarayacu parecia un lugar mas culto por su sumision y obediencia que muchos pueblos de la sierra.

Como era ya en gran número la gente reunida y además eran muchos tambien los que visitaban á los Padres contínuamente, por el afan de recibir herramientas, se les acabó muy presto la rica remesa con que los habilitó el R. P. Sobreviela para su entrada en el Ucayali. Y como es moralmente imposible conservar mision alguna de infieles, y mucho mas hacer nuevos progresos sin agasajarles y regalarles contínuamente lo que necesitan y aprecian, escribieron encarecidamente los Padres al referido Prelado, que les surtiese abundantemente de todo. «Este año, le decian, necesita>>mos, echando un cálculo bajo, cuatrocientas hachas, seis>>cientos machetes, y doscientos cuchillos: cuatro quintales »de hierro, dos arrobas de acero, media arroba de anzuelos chicos, un millar de navajas corvas, ocho mil agujas, un »>cajon de chaquiras ó abalorios, quinientos eslabones, cua>>tro gruesas de tijeras, y dos sortijas, tres mil cruces de >>metal, mil varas de tocuyo para vestir á los desnudos, y >>los colores necesarios para pintar la iglesia, para la cual >>necesitamos tambien una imágen de la Purísima, y algu>nos ornamentos. Tambien necesitamos dos botijas de vino, >>para cortar los cursos de sangre; pues que tomando un >poco mezclado con la preciosa pepita nuevamente descu»>bierta, llamada pucheri, generalmente se les corta.» «La »cosecha es muy copiosa, concluia otra carta, pues los gen>>tiles son infinitos. Una parte está en sazon, y otra se va sa»zonando; para recogerla toda se necesitan muchos operarios, tiempo y regalos, especialmente de herramientas y chaquiras; pues todos tienen fundada en estas frioleras su felicidad, por lo que es preciso que esta nueva mision y

>>los que la dirigimos, seamos socorridos del modo que en >>su alta comprehension conocerá V. Paternidad y que cono>>ceria aun mas por esperiencia, si se hallara en nuestra >>compañía.»>

CAPITULO IV.

Progresos de las misiones del Ucayali.

Las misiones del Ucayali, tan satisfactoriamente comenzadas, fueron progresando con el favor de Dios y el celo de los PP. Girbal y Marqués, quienes consagrados á la obra á que la obediencia les destinara, ponian todo su empeño en estudiar el carácter y las circunstancias de los pueblos cuya direccion espiritual se les habia confiado, para sacar de ellas el mejor partido facilitando su reduccion á la vida cristiana y civilizada.

Luego de establecidos en Sarayacu, conocieron los Padres misioneros que los Séttebos y Cunibos no se avendrian á vivir juntos en un mismo pueblo; por lo cual resolvieron fundar uno, separado para estos, dejando á aquellos solos en Sarayacu: pero habiéndose inundado el sitio donde se principiaba esta primera fundacion de Cunibos, se trasladaron estos á Canchahuaya, fundándose bajo la advocacion de San Antonio: este pueblo dista de Sarayacu como un dia de surcada. Despues de varias alternativas constaba este pueblo, en 1818, de ciento treinta y tres almas de poblacion, inclusos algunos antiguos cristianos de la tríbu de los Suchiches de Tarapoto.

La nacion de los Piros, que habita en varios puntos del Ucayali y en el Yahuarí, luego que tuvieron noticia de esnas nuevas fundaciones, bajaron en gran número á ver á

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