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vísimos resultados de las pasadas calamidades en una enfermedad grave, de la cual al fin logró restablecerse.

El P. Prefecto, se dirigió despues á Lima con Fr. Pablo Ibañez para dar cuenta de lo ocurrido á los Superiores y pedir nuevos operarios. Volvió con él á S. Pedro del Tamaya el P. Alemany; pero, al llegar allí, halló el Convento saqueado, los sagrados ornamentos profanados, los libros rotos, robadas las herramientas, fugados los moradores de aquel nuevo pueblo y quemadas sus casas. Para no quedar frustradas tantas amarguras pasadas en este quinto viaje y en los anteriores, corren en busca los PP. de aquellas ovejuelas reácias y protervas esparramadas, las encuentran por fin y las bajan cuatro dias de camino mas abajo de Pacahusumaná, y consiguen formar con ellas un pueblo distinto del anterior en una quebradita, llamada Huaitzaya. Despide el P. Prefecto los conductores á Cayariya y escribe al P. Pallás que venga por el mes de Agosto, trayendo herramientas y todo lo necesario. Cumplido este mandato, ordena de nuevo que le manden de Cayariya mas herramientas por el mes de Octubre, lo cual se hizo, encontrándose los comisionados en su regreso con Fr. Pablo Ibañez, que llegaba de la sierra, trayendo consigo un nuevo refuerzo de los PP. Fr. Buenaventura Martinez, Fr. Luis Sabaté, hijo del colegio del Cuzco, y el Lego Fr. José Magret. Notificaron estos su llegada al P. Prefecto, haciendo regresar los mismos comisionados á Huaitzaya; mientras el P. Martinez sube allá desde Cayariya, haciendo la octava y última subida á aquellos tan remo tos lugares, con tantos dispendios, desgracias y peligros, verificándose de este modo siguiente la definitiva é irremediable ruina de aquel nuevo pueblo y de sus pérfidos y bárbaros vecinos.

Durante el verano del presente año de 1878 habian aque. llos PP. encargado á dos moradores de Huaitzaya la cons truccion de una canoa, y como eran los únicos que se habian distinguido en su servicio y les prestaban alguna confianza, los obsequiaron con preferencia á los demás, remunerándoles

á la vez sus servicios y el de la nueva canoa encargada. Pero, joh feroz barbárie! movidos los Amuehuacas restantes de Huaitzaya de venenosa envidia, al saber la preferencia de que se habian hecho acreedores sus dos convecinos y el paraje donde construian en el bosque la nueva canoa, van allá, los asaltan y los sacrifican bárbara, cruel é inhumanamente, quitándoles alevosamente la vida, por el mérito único de la piedad de estos neófitos, manifestada á los Misioneros, salvadores secundarios y verdaderos insignes bien hechores de unos y otros. Vuélvense los feroces asesinos precipitadamente de allá á Huaitzaya, amotinan todo el pueblo, inconsciente ó quizás muy cómplice en la atrocidad consumada, segun puede presumirse de todas las circunstancias, y lo arrastran al primitivo lugar de San Pedro de Pacahusumaná. Eso pasaba el dia 7 de Diciembre de aquel mismo año.

Mas, por la noche de aquel mismo dia, algunos de aquellos traidores infieles volvieron del camino de San Pedro á Huaitzaya, colocáronse en una casa cercana al Convento de los PP. y empezaron á golpear, metiendo gran ruido con las hachas, machetes y machetones, como en ademan de preparar macanas, palos, lanzas y otras armas de que se sirven para pelear, manteniendo así toda la noche á los PP. Misioneros desvelados y en la temible espectativa del suceso. Al dia siguiente, al ver que los PP. seguian en su Convento, como sabian que tenian alguna arma de fuego de que se sirven al ir de camino para la caza y para resguardo de las fieras, huyéronse para juntarse con los primeros que se habian adelantado. Al parecer, su intencion no fué otra que la de amedrentar á los Misioneros, ahuyentarlos del Convento, saquearlo como otra vez hicieron, segun queda esplicado, y profanar los ornamentos del culto divino, haciendo trizas de las mismas casullas, y servirse de ellas para sus mojigangas ó bailes ridículos. Esos miserables chunchos, en su estúpida brutalidad, podrian figurar al lado de los Sansculotes de París y de los Jacobinos franceses de 1793, que bailaban la carmañola con las capas de coro de las Catedra

les de aquella cristianísima Nacion, y ser dignos compañeros de los Comunistas del mismo París, sus contemporáneos. Solo que unos y otros de aquellos febos deslustradores de la civilizacion ignoraban donde se halla el Tamaya y aún probablemente la existencia del Perú, por cuya causa debieron de carecer de unos ausiliares tan idóneos. Pero, concluyamos la narracion del presente capítulo, algo largo por la importancia de la historia.

Despues de lo dicho, llegó á Huaitzaya el P. Martinez y con él, los que allí estaban, recogiendo todo lo de la Mision, se bajaron á Cayariya, encontrándose por el trayecto con centenares de canoas de los arpias Cunibos y Schipibos que, con algazara y sarcasmos contra los PP. Misioneros, subian á manera de caimanes á hacer presa de los Amuehuacas huidos á Pacahusumaná, castigando ya de este modo la divina Justicia una infidelidad con otra, y permitiendo que la barbaridad semi-salvaje destruya la completamente salvaje, como la de la falsa civilizacion usa y convierte en su provecho codicioso á las dos á la vez. Este fué, en resúmen, el fin trágico de los ocho viajes empleados en la fundacion de los dos pueblos del Tamaya, causa de tantos dispendios, y de tantos sudores de varios PP., y en uno de los PP. de la pérdida de la vida temporal, que, conmutó, como esperamos, con la eterna en premio de su caridad y demás virtudes.

CAPITULO XXXI.

Reinstalacion de la mision de los Piros de Lima-Rosa.
-Renuncia del P. Hermoso.

El dia 12 de Febrero de 1879 partió el P. Prefecto Hermoso, con el P. Fr. Buenaventura Martinez, de las Pampas del Ucayali; y al pasar por el valle de Huancabamba hizo una entrada á los Campas de Oczapampa. Habiéndole dispensado estos un recibimiento que le dejó satisfecho, hizo que pensara en la utilidad de su reduccion, para lo que pidió al V. Discretorio de Ocopa las debidas licencias legales así como los PP. que necesitaba. Obtenida la vénia, el P. Francisco Samper de Ocopa salió para esa nueva mision, acompañando á dicho P. Prefecto, bajando por órden de este al Ucayali.

Habia dicho P. Prefecto ordenado á los PP. al ausentarse de ellos para la sierra, que al presentárseles los Piros de Sta. Rosa ó Lima-Rosa, colocados entre el rio Unini y el Tambo, á tres leguas de distancia de uno y otro, fuese allá con ellos el P. Agustin M. Alemany, con Fr. Pablo, á fin de restablecer aquella antigua mision, y ver si de algun modo podrian recuperar algunos de los infieles Amuehuacas de San Pedro, de los cuales largamente se ha hablado en el capitulo anterior; pues las vertientes de aquel terreno confluyen por el Unini y otros rios hácia el territorio ocupado de los Piros, de los cuales distaban solo algunas jornadas. Al presentarse, pues, los Piros á Cayariya, se fueron con

ellos los mencionados P. Alemany y Fr. Pablo, partiendo de Cayariya el 24 de Junio y llegando á Sta. Rosa el dia 16 del siguiente mes de Julio. Empezaron el establecimiento del nuevo pueblo con ardor en una pampa muy hermosa y fértil, en el lugar expresado, edificando Iglesia y Convento, rozando chacaras en número considerable, para las trescientas almas de las varias parcialidades de los Piros que se juntaron (ofreciendo bajar allá los de Miariya, arrepentidos del mal comportamiento que habian observado en 1874 con los PP. Fr. Luis Sabaté y Fr. Tomás Hermoso, de que se tiene noticia por el viaje del Cuzco que hicieron esos dos Padres, y que corre impreso.)

Durante el trayecto tuvieron los Piros que vencer las reconvenciones de los Schipibos y Cunibos que, recibiéndoles á ellos con glacial indiferencia y á los PP. con torvos semblantes, intentaban disuadirles de sus buenos proyectos de vivir civil y cristianamente. En un principio se aplicaban satisfactoriamente en aprender el rezo y canto, máximamente los niños y niñas; así pudieron los PP. Misioneros alejar las preconcebidas sospechas de la poca sinceridad y constan cia de aquellos semi-salvajes y de la perfidia de ciertos hombres astutos, codiciosos interesados. Más, la maligna tenacidad de los comerciantes en sujetar á su avariento tráfico á aquellos infieles, á quienes con sus máximas y escándalos empeoran en el modo de vivir; y el hábito por otra parte muy arraigado en estos de la poligamia, y fomentada tam bien la piratería con los indefensos Campas, por los comer ciantes, comprándoles los esclavos que son el fruto de su rapiña y plagio, y para no enumerar más causas, una extraordinaria y espantosa peste sobrevenida, que los dispersó, matando á 55 en el espacio de dos años y un mes, desengañaron á los PP., haciéndoles ver que el Piro en el Cuzco, en Miariya, en Santa Rosa de Lima, en Buepoano y otros muchos lugares por donde trafica siempre es el mismo, esto es, interesado, pendenciero, astuto é hi-pócrita. Por esto es que, como amenazaban con la muerte al P. Alemany,

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