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CAPITULO IX.

Martiri del P. Chimini y sus compañeros y eleccion del
R. P. Pallarés para prefecto de las misiones.

Árdua y trabajosa era la tarea que habian emprendido os Padres de Ocopa, al restablecer las misiones entre los nfieles. Iban á luchar, no solo contra los obstáculos que ponia una naturaleza enteramente salvaje, como era la del aís en que se debian establecer, sino tambien con el carácer de los indios que estremadamente recelosos, eran incaaces de comprender los beneficios que se les otorgaban. No né pues de estrañar, que muchas veces la mas negra inratitud fuese el pago de los sacrificios que los misioneros acian en favor de aquellos infieles. Las antiguas misiones el Perú registran en sus anales los nombres de mas de seenta religiosos que sufrieron un glorioso martirio á manos e los indios. Las nuevas misiones, apenas restablecidas, uvieron ya ocasion de continuar nuevos nombres á unas áginas tan ilustres, cabiendo al P. Chimini y á dos de sus compañeros la insigne honra de ser los primeros, despues el restablecimento, en derramar su sangre por la religion e Jesucristo.

Habia regresado dicho Padre á Ocopa en 1851 saliendo e las misiones por Balsapuerto, Mayobamba, Trujillo y Lina, y una vez llegado al Colegio, trató enseguida de resaurar las conversiones de Huanta en el rio Apurimac. Sa

lió de Ocopa con este fin en compañía del P. Juan Bautis Narvaez en Mayo del 52, y despues de haber seguido con unas treinta leguas desde Huanta, se embarcó en una can navegando felizmente como unas quince leguas, cuando repente, no se sabe porque circunstancia, zozobró la ba quilla, teniendo la desgracia de perecer ahogado un jóv huantino que les acompañaba, y aun los mismos Padres vieron en los mayores apuros, debiendo salvarse á nad pues los indios que dirigian la canoa los abandonaron pa ponerse ellos en salvo. Con este percance perdiéronse ta bien los ornamentos de un altar portátil y muchos úti que llevaban los Padres para regalar á los indios.

No por eso desistió el P. Chimini de sus proyectos aunque regresó á Ocopa para asistir al Capítulo que se lebraba en aquel año, una vez concluido, emprendió nue mente su expedicion, acompañado del P. Fr. Feliciano V rentin y del religioso lego Fr. Amadios Bertona. Antes salir de Ocopa escribió al P. Calvo á Sarayacu, diciéndo que si no podia realizar su plan, formaría una balsa y ba ría por el rio Tambo al Ucayali.

Llegados al término de su viaje, concibieron en un pr cipio muy lisongeras esperanzas, pues los indios les reci ron con grandes demostraciones de amistad; sin embar muy pronto se trocaron sus sentimientos, pues seduci aquellos bárbaros, segun parece, por el intérprete, llega á persuadirse que los misioneros no eran tales en realid sino que eran hombres que habian ido allí con el fin de barles sus mujeres é hijos, para hacerles trabajar como clavos en sus haciendas. Enfurecidos cón Esta idea, arre tieron contra los Padres, asesinándoles cruelmente con flechas y macanas. Tal es á lo menos lo que con más v similitud ha podido conjeturarse sobre la muerte del P. mini y sus compañeros, en medio de las distintas versio que hay sobre el particular. Una relacion exacta y circu tanciada, no ha sido posible obtenerla por más diligen que se han practicado. En Huanta se asegura que la mue

violenta de los Padres, tuvo lugar entre Choymacota y CaCongo.

En un viaje que el P. Pallares hizo desde Sarayacu al io Tambo en 1854, los infieles Piros y Cunibos le contaron ue por Diciembre de 1852 ó Enero de 1853, (épocas de maor creciente de los rios, de cuyas crecientes se valen los idios para contar las estaciones y los años) vieron bajar asta Santa Rosa de los Piros una balsa grande con su paacari (camarote); (1) encontrando en ella un vaso de crisl y una campanilla de las que se usan en la Misa para acer la señal al Sanctus, la cual entregaron á dicho P. Paarés, asegurando el hermano Magin Espoy que le acompaiba, ser la misma que él habia comprado en Lima y colodo en los cajones del P. Chimini á su salida para Huanta. mismo infiel que entregó la campanilla, afirmó tambien e en aquellos mismos dias en que pasó la balsa, bajaron ualmente dos cadáveres por delante del sitio llamado Ipa, donde él estaba, añadiendo que dichos cadáveres eran Virachochas (personas blancas), atravesados de flechas r todas partes y ya medio corrompidos, no habiéndose él evido á recogerlos por el horror que le causaron.

De esta relacion del infiel, dedujo el P. Pallarés que de tres religiosos martirizados, solo uno fué muerto en el gar citado; que los otros dos formarían seguramente deses una balsa, en la que debieron cargar los ornamentos todo lo demás que pudieron recoger; y por último, que dejarian llevar de la corriente del Apurimac con direccion Tambo y Ucayali para llegar á Sarayacu, conforme lo teprometido el P. Chimini; pero que alcanzados por los mpas les quitaron estos la vida, para robarles los efectos

(1) Pamacari se llama una guarnicion que se labra sobre las balsas, cual, son un cierto número de palos gruesos de iguales dimensiofuertemente atados entre sí por medio del vejuco llamado Tamschi, forma de techo; en las canoas siempre tiene la forma de una bóveda micircular, prolongada desde la popa hasta la mitad de ella, debajo de cual se guarecen los viageros.

que llevaban; y que en el saqueo que hicieron se les ca entre los palos de la balsa la campanilla y alguna vinage que el infiel llamó vaso.

La hipótesis del P. Pallarés no hay duda que parece n fundada que lo que aseguran los huantinos; no obstante, caso de admitirla quedarian en pié varias dificultades. efecto; si los infieles quisieron asesinar en Choymacota á Padres ¿cómo dejaron escapar á dos de ellos en unos sit tan escabrosos en que la fuga era tan difícil? ¿Cómo hub ran podido dos hombres solos, construir una balsa tan gr de con su camarote, sin ser vistos ni oidos de sus perseg dores? Lo que parece, pues, probable es que el P. Chim conforme á lo que habia escrito al P. Calvo, viendo irre zables por entonces sus proyectos, trató de bajar al Ucay sin enemistarse con los indios, lo que tal vez procurab intérprete, como insinuamos mas arriba; y que con ayı de los mismos indios fabricaria su balsa, en la que se e barcaron viéndose acometidos al pasar por el Tambo por indios Campas, que son seguramente los que le asesina junto con sus compañeros, para robarles lo que llevaban

La relacion del infiel, en nada se opone á esta espli cion, pues aun cuando los Padres hubiesen sido asesina en el rio Tambo, pudo muy bien la corriente haber llev sus cadáveres hasta el sitio en que el indio dice que los v puesto que es muy corta la distancia; y no importa que indio viese tan solo dos cadáveres, siendo tres los religio que habian perecido, pues pudo suceder muy bien que de ellos quedase detenido en algun recodo ó empaliza Esto es á lo menos lo que debe creerse, admitiendo como rídica la relacion del infiel; pero como tampoco faltan m vos para dudar de su veracidad, queda siempre como p bable, la primera relacion que hemos dado del suceso.

Entre tanto que estos acontecimientos tenian lugar, reverendos PP. Pallarés y Martinez, salian tambien de O pa por el Huallaga, para reunirse con los PP. Calvo, Lor te y Avellana, que durante la espedicion del P. Chim

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habian quedado en el Ucayali. A su llegada encontraron á los dos primeros muy desconsolados por la reciente pérdi-da del P. Avellana, que habia failecido en el hospicio de Sarayacu. El P. Pallarés habia sido nombrado vice-prefecto de las misiones, pero como estas quedaron sin prefecto, por la gloriosa muerte del P. Chimini, el colegio de Ocopa, en conformidad á lo dispuesto en las Bulas Inocencianas, confirió licho cargo al citado P. Pallarés por el tiempo que faltaba lasta concluir la prefectura del P. Chimimi.

El primer paso que dió el nuevo Prefecto al llegar á Saayacu, fué establecer allí una escuela de primera educacion y otra en el pueblo de Santa Catalina, produciendo ambas tan elices resultados, que aquellos indios á quienes se creia incaaces de aprender cosa alguna, en poco mas de un año leian a el castellano y algunos hasta el latin. El R. P. Calvo les izo los carteles ó muestras para aprender á escribir, é imitaon la forma de su letra con tal perfeccion, que en algunos penas se advertía ninguna diferencia; así se confirmó lo que uele decirse de los indios, esto es, que sino son inventores, on buenos imitadores. Viéndolos ya en disposicion de esribir correctamente, los ocupaban los Padres en copiar las elaciones de sus viajes, y en escribir las partidas en los liros parroquiales; una prueba de las favorables disposicioles intelectuales de los indios, era que muchos aprendian l modo de ayudar á misa en solo ocho dias, y algunos en nénos, ocupándose el Padre misionero únicamente una melia hora cada dia en esta instruccion. Mas á pesar de tan uenos principios como manifestaban para la instruccion lesde niños, vióse que desgraciadamente se malograban sus acultades intelectuales al llegar á los once ó doce años de dad. Atribúyese esto en gran parte á una bebida que ellos toman, muy espesa y grosera llamada assua ó masato, compuesta de la yuca hervida y un poco de camote mascado, que son dos raices que abundan mucho en el país. Con esta sola bebida se conservan robustos, pero si les llega á faltar, como acontece en los viajes largos, se les vé perder las fuer

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