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tía, de otro modo que el que se esplica y define en el presente decreto.

Cap. I. De la presencia real de Jesucristo nuestro Señor en el santísimo sacramento de la Eucaristia.

En primer lugar enseña el santo Concilio, y clara y sencillamente confiesa, que despues de la consagracion del pan y del vino, se contiene en el saludable sacramento de la santa Eucaristía verdadera, real y substancialmente nuestro señor Jesucristo (Joann. 1.), verdadero Dios y hombre, bajo las especies de aquellas cosas sensibles (Ephes. A. Matth. 16.); pues no hay en efecto repugnancia en que el mismo Cristo nuestro Salvador esté siempre sentado en el cielo á la diestra del Padre segun el modo natural de existir, y que al mismo tiempo nos asista sacramentalmente con su presencia, y en su propia sustancia en otros muchos lugares con tal modo de existir (Matth. 19. Luc. 18), que aunque apenas lo podemos declarar con palabras, podemos no obstante alcanzar con nuestro pensamiento ilustrado por la fe, que es posible á Dios, y debemos firmísimamente creerlo. Así pues han profesado clarísimamente todos nuestros antepasados, cuantos han vivido en la verdadera iglesia de Cristo, y han tratado de este santísimo y admirable Sacramento; es á saber, que nuestro Redentor

audeant, quàm ut est hoc præsenti decreto explicatum, atque definitum.

Cap. I. De reali præsentia Domini nostri Jesu Christi in sanctissimo Eucharistiæ sacramento.

Principio docet sancta Synodus, et apertè, ac simpliciter profitetur, in almo sanctæ Eucharistiæ sacramento, post panis, et vini consecrationem, Dominum nostrum Jesum Christum, verum Deum atque hominem, verè, realiter, ac substantialiter, sub specie illarum rerum sensibilium contineri. Neque enim hæc inter se pugnant, ut ipse Salvator noster semper ad dexteram Patris in cælis assideat juxta modum existendi naturalem, et ut multis nihilominus aliis in locis sacramentaliter præsens sua substantia nobis adsit, ea existendi ratione, quam etsi verbis exprimere vix possumus, possibilem tamen esse Deo, cogitatione per fidem illustratâ, assequi possumus, et constantissimè credere debemus. Ita enim majores omnes nostri quotquot in vera Christi Ecclesia fuerunt, qui de sanctissimo hoc Sacramento disseruerunt, apertissimè professi sunt, hoc tam admirabile Sacramentum in ultima cœna Redemptorem nostrum insti

que

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lo instituyó en la última cena, cuando despues de haber bendecido el pan y el vino, testificó á sus Apóstoles con claras y enérgicas palabras, que les daba su propio cuerpo. y su propia sangre (Matth. 26. Marc. 44.). Y siendo constante dichas palabras, mencionadas por los santos Evangelistas, y repetidas despues por el Apostol san Pablo, incluyen en sí mismas aquella propia y patentísima significacion, segun las han entendido los santos Padres; es sin duda ecsecrable maldad, que ciertos hombres contenciosos y corrompidos las tuerzan, violenten y espliquen en sentido figurado, ficticio é imaginario; por el que niegan la realidad de la carne y sangre de Jesucristo, contra la inteligencia unánime de la Iglesia 1. Tim. 3.), que siendo columna y apoyo de verdad, ha detestado siempre como diabólicas estas ficciones escogitadas. por hombres impíos, y conservado indeleble la memoria y gratitud de este lan sobresaliente beneficio que Jesucristo nos hizo.

Cap. II. Del modo con que se instituyó este santísimo
Sacramento.

Estando pues, nuestro Salvador para partirse de este mundo á su padre, instituyó este Sacramento, en el cual como que echó el resto de las riquezas de su divino amor para con los hombres, dejándonos un monumento de sus maravillas (Psalm. 110. 1. Cor. 11. Luc. 23.), y mandándonos

tuisse, cùm post panis, vinique benedictionem, se suum ipsius corpus illis præbere, ac suum sanguinem disertis, et perspicuis verbis testatus est: quæ verba à sanctis Evangelistis commemorata, et à divo Paulo posteà repetita, cùm propriam illam, et apertissimam significationem præseferant, secundùm quam á Patribus intellecta sunt, indignissimum sanè flagitium est, ea à quibusdam contentiosis, et pravis hominibus ad fictitios, et imaginarios tropos, quibus veritas carnis, et sanguinis Christi negatur, contra universum Ecclesiæ sensum detorqueri; quæ tamquam columna, et firmamentum veritatis, hæc ab impiis hominibus excogitata commenta, velut Sathanica, detestata est, grato semper, et memore animo præstantissimum hoc Christi beneficium agnoscens.

Cap. II. De ratione institutionis sanctissimi hujus Sacramenti.

Ergo Salvator noster, discessurus ex hoc mundo ad Patrem, Sacramentum hoc instituit, in quo divitias divini sui erga homines amoris velut effudit, memoriam faciens mirabilium suorum, et in illius sumptione colere nos sui memoriam præcepit, suamque

que al recibirle recordásemos con veneracion su memoria, y anunciásemos su muerte hasta tanto que él mismo vuelva á juzgar al mundo (Matth. 26.). Quiso ademas que se recibiese este Sacramento como un manjar espiritual de las almas, con el que se alimenten y conforten los que viven por la vida del mismo Jesucristo, que dijo: Quien me come, vivirá por mí (Joann. 6.); y como un antídoto con que nos libremos de las culpas veniales, y nos preservemos de las mortales. Quiso tambien que fuese este Sacramento una prenda de nuestra futura gloria y perpetua felicidad, y consiguientemente un símbolo, o significacion de aquel único cuerpo (4. Cor. 5. et 44. Eph. 5. Rom. 32.), cuya cabeza es él mismo, y al que quiso estuviésemos unidos estrechamente como miembros, por medio de la segurísima union de la fe, la esperanza y la caridad (1. Cor. 1.), "para que todos confesásemos una misma cosa, y no hubiese cismas entre nosotros.

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Cap. III. De la escelencia del santísimo sacramento de la Eucaristía respecto de los demas Sacramentos.

Es comun por cierto á la santísima Eucaristía con los demas Sacramentos, ser símbolo ó significacion de una cosa sagrada, y forma ó señal visible de la gracia invisible; no obstante se halla en él la escelencia y singularidad, de que los demas Sacramentos entonces comienzan á tener la

annuntiare mortem, donec ipse ad judicandum mundum veniat. Sumi autem voluit Sacramentum hoc, tamquam spiritualem animarum cibum, quo alantur, et confortentur viventes vita illius, qui dixit: Qui manducat me, et ipse vivet propter me: et tamquam antidotum, quo liberemur à culpis quotidianis, et à peccatis mortalibus præservemur. Pignus prætereà id esse voluit futuræ nostræ gloriæ, et perpetuæ felicitatis, adeòque symbolum unius illius corporis, cujus ipse caput existit, cuique nos tamquam membra, arctissima fidei, spei, et caritatis connexione adstrictos esse voluit, ut id ipsum omnes diceremus, nec essent in nobis schismata.

Cap. III. De excellentia sanctissimæ Eucharistiæ super reliqua

Sacramenta.

Commune hoc quidem est sanctissimæ Eucharistiæ cum cæteris Sacramentis, symbolum esse rei sacræ, et invisibilis gratiæ formám visibilem. Verùm illud in ea excellens, et singulare reperitur, quod reliqua Sacramenta tunc primum santificandi vim habent, cum quis illis utitur; at in Eucharistia ipse sanctitatis auctor ante usum est.

virtud de santificar cuando alguno usa de ellos; mas en la Eucaristía existe el mismo autor de la santidad antes de comunicarse: pues aun no habian recibido los Apóstoles la Eucaristía de mano del Señor (Matth. 16.), cuando él mismo afirmó con toda verdad, que lo que les daba era su cuerpo. Y siempre ha subsistido en la Iglesia de Dios esta fe, de que inmediatamente despues de la consagracion, existe bajo las especies de pan y vino el verdadero cuerpo de nuesto Señor, y su verdadera sangre, juntamente con su alma y divinidad. El cuerpo por cierto, bajo la especie de pan, y la sangre bajo la especie de vino, en virtud de las palabras; mas el mismo cuerpo bajo la especie de vino, y la sangre bajo la de pan, y el alma bajo las dos, en fuerža de aquella natural conexion y concomitancia, por la que estan unidas entre sí las partes de nuestro Señor Jesucristo, que ya resucitó de entre los muertos para no volver á morir; y la divinidad por aqnella su admirable union hipostática con el cuerpo y con el alma. Por esta causa es certísimo que se contiene tanto bajo cada una de las dos especies, como bajo de ambas juntas; pues existe Cristo todo, y entero hajo las especies de pan, y bajo cualquiera parte de esta especie; y todo tambien ecsiste bajo la especie de vino y de sus partes. Cap. IV. De la Transubstanciacion.

Mas por cuanto dijo Jesucristo nuestro Redentor, que,

Nondum enim Eucharistiam de manu Domini Apostoli susceperant,, cùm verè tamen ipse affirmaret corpus suum esse quod præbebat. Et semper hæc fides in Ecclesia Dei fuit, statim post consecrationem verum Domini nostri corpus, verumque ejus sanguinem sub panis, et vini specie una cum ipsius anima, et divinitate existere: sed corpus quidem sub specie panis, et sanguinem sub vini specie, ex vi verborum; ipsum autem corpus sub specie vini, et sanguinem sub specie panis, animamque sub utraque, vi naturalis illius connexionis, et concomitantiæ, qua partes Christi Domini qni jam ex mortuis resurrexit, non ampliùs moriturus, inter se copulantur: divinitatem porro propter admirabilem illam ejus cum corpore, et anima hypostaticam unionem. Quapropter verissimum est, tantundem sub alterutra specie, atque snb utraque contineri. Totus enim, et integer Christus sub panis speciei, et sub quavis ipsius specie parte, totus item sub vini specie, et sub ejus partibus existit.

Cap. IV. De Transubstantiatione.

Quoniam autem Christus, Redemptor noster, corpus suum id,

era verdaderamente su cuerpo lo que ofrecia bajo la especie de pan (Luc. 22. Joann. 6. 1. Corinth. 11.); ha creido por lo mismo perpetuamente la Iglesia de Dios, y lo mismo declara ahora de nuevo este mismo santo Concilio, que por la consagracion del pan y del vino, se convierte toda la susbtancia del pan en la substancia del cuerpo de nuestro señor Jesucristo, y toda la substancia del vino en la substancia de su sangre, cuya conversion ha llamado oportuna y propiamente Transubstanciacion la santa iglesia católica

Cap. V. Del culto y veneracion que se debe dar á este santísimo Sacramento.

No queda pues, motivo alguno de duda en que todos los fieles cristianos hayan de venerar á este santísimo Sacramento, y prestarle, segun la costumbre siempre recibida en la Iglesia católica, el culto de latría que se debe al mismo Dios. Ni se le debe tributar menos adoracion con el pretesto de que fue instituido por Cristo nuestro señor para recibirlo (Matth. 26.); pues creemos que está presente en él aquel mismo Dios de quien el Padre eterno, introduciéndole en el mundo, dice: Adorenle todas los Angeles de Dios (Psalm. 96. Hebr. 1.); el mismo á quien los Magos postrados adoraron (Matth. 2.); y quien finalmente, segun el testimonio de la Escritura, fue adorado

quod sub specie panis offerebat, verè esse dixit; ideò persuasum semper in Ecclesia Dei fuit, idque nunc denuo sancta hæc Synodus declarat, per consecrationem panis, et vini, conversionem fieri totius substantiæ panis in substantiam corporis Christi Domini nostri; et totius substantiæ vini in susbtantiam sanguinis ejus. Quæ conversio convenienter, et propriè à sancta Catholica ecclesia Transubstantiatio est apellata.

Cap. V. De cultu et veneratione huiç sanctissimo Sacramento

exhibenda.

Nullus itaque dubitandi locus relinquitur, quin omnes Christi fideles, pro more in Catholica ecclesia semper recepto, latriæ cultum, qui vero Deo debetur, huic sanctissimo Sacramento in veneratione exhibeant. Neque enim ideò minùs est adorandum, quod fuerit à Christo Domino, ut sumatur, institutum. Nam illum eundem Deum præsentem in eo adesse credimus, quem Pater æternus introducens in orbem terrarum, dicit: Et adorent eum omnes Angeli Dei: quem Magi procidentes adoraverunt: quem denique in

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