Sayfadaki görseller
PDF
ePub

Asignacion de la Sesion futura.

El sacrosanto, ecuménico y general Concilio de Trento, congregado legítimamente en el Espíritu santo, y presidido de los mismos Legados de la sede Apostólica, ha establecido y decretado, que la Sesion próxima se ha de tener y celebrar, en la feria quinta despues de la octava de la natividad de la bienaventurada virgen María, que será el 17 del inmediato mes de setiembre. Añade no obstante, que el mismo santo Concilio podrá, y tendrá autoridad de restringir, y estender libremente a su arbitrio y voluntad, aun en congregacion general, el término mencionado, y todos los que en adelante señale para cada Sesion, segun juzgare conveniente á los asuntos del Concilio.

SESION XXII.

Que es la VI. celebrada en tiempo del sumo Pontífice Pio IV. en 17 de setiembre de 1562.

Doctrina sobre el sacrificio de la Misa.

EL sacrosanto, ecuménico y general Concilio de Trento,

congregado legítimamente en el Espíritu santo, y presidido

Indictio futuræ Sessionis.

Sacrosancta, œcumenica et generalis Tridentina Synodus, in Spiritu sancto legitimè congregata, præsidentibus in ea eisdem Apostolicæ sedis Legatis, statuit, et decrevit, proximam futuram Sessionem habendam, et celebrandam esse feria quinta post octavam festi nativitatis beatæ Mariæ virginis, quæ erit decima septima mensis septempbris proximè futuri: hoc tamen adjecto, quod dictum terminum, ac unicuique Sesioni in posterum præfigendum, ipsa sancta Synodus pro ejus arbitrio, et voluntate, sicuti rebus Concilii putaverit expedire, etiam in generali congregatione, restringere, et prorogare libere possit, et valeat.

SESSIO XXII.

Quæ est ví. sub Pio IV. Pont. Max. celebrata die xvi1 septemb. M. D. LXII.

SACROSANCTA,

Doctrina de sacrificio Missæ.

ACROSANCTA, œcumenica, et generalis Tridentina Synodus, in

de los mismos Legados de la sede Apostólica, procnrando que se conserve en la santa Iglesia católica en toda su pureza la fe y doctrina antigua, absoluta, y en todo perfecta del gran misterio de la Eucaristía, disipados todos los errores y heregías; instruida por la ilustracion del Espíritu santo, enseña, declara y decreta que respecto de ella, en cuanto es verdadero y singular sacrificio, se prediquen á los fieles los dogmas que se siguen.

Cap. I. De la institucion del sacrosanto sacrificio de la Misa.

Por cuanto bajo del antiguo testamento (Hebræor. 7.); como testifica el Apostol san Pablo, no habia consumacion ó perfecta santidad, á causa de la debilidad del sacerdocio de Leví; fue conveniente, disponiéndolo así Dios, padre de misericordias, que naciese otro sacerdote segun el órden de Melchisedech, es á saber, nuestro señor Jesucristo, que pudiese completar, y llevar á la perfeccion cuantas personas habian de ser santificadas. El mismo Dios pues, y señor nuestro (Hebræor. 7.), aunque se habia de ofrecer á sí mismo á Dios padre, una vez, por medio de la muerte en el ara de la cruz, para obrar desde ella la redencion eterna; con todo, como su sacerdocio no habia de acabarse con su muerte; para dejar en la última cena de la noche misma en que era entregado, á su amada espo

Spiritu sancto legitima congregata, præsidentibus in ea eisdem Apostolicæ sedis Legatis, ut vetus, absoluta, atque omni ex parte perfecta de magno Eucharistiæ mysterio in sancta catholica Ecclesia fides, atque doctrina retineatur, et in sua puritate, propulsatis erroribus, atque hæresibus, conservetur; de ea, quatenus verum, et singulare sacrificium est, Spiritus sancti illustratione edocta, hæc, quæ sequuntur, docet, declarat, et fidelibus populis prædicanda decernit.

Cap. I. De institutione sacrosancti Missœ sacrificii.

Quoniam sub priori testamento, teste Apostolo Paulo, propter Levitici sacerdotii imbecillitatem, consummatio non erat; oportuit, Deo, patre misericordiarum ita ordinante, sacerdotem alium secundùm ordinem Melchisedech surgere, Dominum nostrum JesumChristum, qui posset omnes, quotquot santificandi essent, consummare, et ad perfectum adducere. Is igitur Deus, et Dominus noster, etsi semel se ipsum in ara crucis morte intercedente, Deo patri oblaturus erat, ut æternam illic redemptionem operaretur; quia tamen per mortem sacerdotium ejus extinguendum non erat; in cœ

sa la Iglesia un sacrificio visible, segun requiere la condicion de los hombres, en el que se representase el sacrificio cruento que por una vez se habia de hacer en la cruz, y permaneciese su memoria hasta el fin del mundo, y se aplicase su saludable virtud á la remision de los pecados que cotidianamente cometemos (Psalm. 109.); al mismo tiempo que se declaró sacerdote segun el órden de Melchisedech, constituido para toda la eternidad, ofreció á Dios Padre su cuerpo y su sangre bajo las especies de pan y vino, y lo dió á sus Apóstoles, á quienes entónces constituia sacerdotes del nuevo testamento, para que le recibiesen bajo los signos de aquellas mismas cosas, mandándoles, é igualmente á sus sucesores en el sacerdocio, que lo ofreciesen, por estas palabras: Haced esto en memoria mia (Matth. 26. Luc. 22.); como lo ha enseñado la Iglesia católica. Porque habiendo celebrado la antigua pascua (Exod. 13.), que la muchedumbre de los hijos de Israel sacrificaba en memoria de su salida de Egipto; se instituyó á sí mismo nueva pascua para ser sacrificado bajo signos visibles á nombre de la Iglesia por el ministerio de los sacerdotes, en memoria de su tránsito de este mundo al Padre (Colossens. 1.), cuando derramando su sangre nos redimió, nos sacó del poder de las tinieblas y nos transfirió á su reino. Y esta es, por cierto, aquella oblacion pura, que no se puede manchar por indignos y malos que sean

na novissima, qua nocte tradebatur, ut dilectæ sponsæ suæ Ecclesiæ visibile,sicut hominum natura exigit, relinqueret sacrificium, quo cruentum illud, semel in cruce per agendum, representaretur; ejusque memoria in finem usque sæculi permaneret; atque iilius salutaris virtus in remissionem eorum, quæ à nobis quotidie committuntur, peccatorum applicaretur; sacerdotem secundùm ordinem Melchisedech se in æternum constitutum declarans, corpus, et sanguinem suum sub speciebus panis, et vini Deo Patri obtulit; ac sub earumdem rerum symbolis, Apostolis, quos tunc novi testamenti sacerdotes constituebat, ut sumerent, tradidit; et eisdem, eorumque in sacerdotio succesoribus, ut offerrent, præcepit per hæc verba: Hoc facite in meam commemorationem: uti semper catholica Ecclesia intellexit, et docuit. Nam celebrato veteri pascha, quod in memoriam exitus de Egypto multitudo filiorum Israel immolabat; novum instituit pascha, seipsum ab Ecclesia per sacerdotes sub signis visibilibus immolandum, in memoriam transitus sui ex hoc mundo ad Patrem, quando per sui sanguinis effusionem nos redemit, eripuitque dé potestate tenebrarum, et in regnum suum transtulit. Et hæc quidem illa munda oblatio est, quæ nulla indignitate, aut malitia offerentium inquinari potest: quam Dominus per Malachiam nomini

los que la hacen, la misma que predijo Dios por Malachias (Malach. 1.), que se habia de ofrecer limpia en todo lugar á su nombre, que habia de ser grande entre todas las gentes; y la misma que significa sin obscuridad el Apostol san Pablo, cuando dice escribiendo á los Corintios: Que no pueden ser partícipes de la mesa del Señor (1. Cor. 10.), los que están manchados con la partícipacion de la mesa de los demonios; entendiendo en una y otra parte por la mesa el altar. Esta es finalmente aquella que se figuraba en varias semejanzas de los sacrificios en los tiempos de la ley natural y de la escrita ( Genes. 4. et 12., Levit. 1. 3. et 5. ) ; pues incluye todos los bienes que aquellos significaban, como consumacion y perfeccion de todos ellos.

Cap. II. El sacrificio de la Misa es propiciatorio no solo por los vivos, sino tambien por los difuntos.

Y por cuanto en este divino sacrificio que se hace en la Misa, se contiene y sacrifica incruentamente aquel mismo Cristó que se ofreció por una vez cruentamente en el ara de la cruz (Hebræor. 9.); enseña el santo Cóncilio, que este sacrificio es con toda verdad propiciatorio, y que se logra por él, que si nos acercamos al Señor contritos y penitentes, si con sincero corazon, y recta fé, si con temor y reverencia; conseguiremos misericordia, y hallaremos su gracia por medio de sus oportunos ausilios. En efecto aplacado el Señor

suo, quod magnum futurum esset in gentibus, in omni loco mundam offerendam prædixit: quam non obscurè innuit Apostolus Paulus, Corinthiis scribens, cùm dicit: Non posse eos, qui participatione mensæ dæmoniorum polluti sint, mensæ Domini participes fieri per mensam altare utrobique intelligens. Hæc denique illa est, quæ per varias sacrificiorum, naturæ, et legis tempore, similitudines figurabatur; utpote quæ bona omnia, per illa significata, velut illorum omnium consummatio et perfectio complectitur.

Cap. II. Sacrificium Missæ est propitiatorium tàm pro vivis quàm pro defunctis.

Et quoniam divino hoc sacrificio, quod in missa peragitur, idem ille Christus continetur, et incruente immolatur, qui in ara crucis semel seipsum cruentè obtulit; docet sancta Synodus, sacrificium istud verè propitiatorium esse, per ipsumque fieri, ut, si cum vero corde, et recta fide, cum metu, et reverentia, contriti, ac pœnitentes ad Deum accedamus, misericordiam consequamur, et gra

con esta oblacion, y concediendo la gracia, y don de la penitencia, perdona los delitos y pecados por grandes que sean; porque la hostia es una misma, uno mismo el que ahora ofrece por el ministerio de los sacerdotes, que el que entonces se ofreció á sí mismo en la cruz, con sola la diferencia del modo de ofrecerse. Los frutos por cierto de aquella oblacion cruenta se logran abundantísimamente por esta incruenta: tan léjos está que esta derogue de modo alguno á aquella. De aquí es que no solo se ofrece con justa razon por los pecados, penas, satisfacciones y otras necesidades de los fieles que viven; sino tambien, segun la tradicion de los Apóstoles, por los que han muerto en Christo sin estar plenamente purgados.

Cap. III. De las Misas en honor de los Santos.

Y aunque la Iglesia haya tenido la costumbre de celebrar en varias ocasiones ocasiones algunas Misas en honor de los santos; enseña no obstante que no se ofrece á estos el sacrificio (Aug. de Civ. Dei. l. 8. c. 27.), sino solo á Dios que les dió la corona: de donde es, que no dice el sacerdote: Yo te ofrezco, ó san Pedro, ú, ó san Pablo, sacrificio; sino que dando gracias a Dios por las victorias que estos alcanzaron, implora su patrocinio, para que los mismos santos de quienes hacemos memoria en la tierra, se dignen interceder por nosotros en el Cielo.

tiam inveniamus in auxilio opportuno. Hujus quippe oblatione placatus Dominus, gratiam, et donum pœnitentiæ concedens, crimina, et peccata, etiam ingentia, dimittit. Una enim, eademque est hostia, idem nunc offerens sacerdotum ministerio, qui se ipsum tunc in cruce obtulit, sola offerendi ratione diversa. Cujus quidem oblationis, cruentæ, inquam, fructus per hanc incruentam uberrimè percipiuntur: tantum abest, ut illi per hanc quovis modo derogetur. Quare non solùm pro fidelium vivorum peccatis, pœnis, satisfactionibus, et aliis necessitatibus, sed et pro defunctis in Christo, nondum ad plenum purgatis, ritè, juxta Apostolorum traditionem, offertur.

Cap. III. De Missis in honorem Sanctorum.

Et quamvis in honorem, et memoriam sanctorum nonnullas interdum missas Ecclesia celebrare consueverit; non tamen illis sacrificium offerri docet, sed Deo soli, qui illos coronavit: unde non sacerdos dicere solet: Offero tibi sacrificium, Petre vel Paule; sed Deo de illorum victoriis gratias agens, eorum patrocinia implorat

« ÖncekiDevam »