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iglesia hasta el presente, sin consultar al Romano Pontífice.

DE LOS REGULARES Y MONJAS.

El mismo sacrosanto Concilio prosiguiendo la reforma ha determinado establecer lo que sigue.

Cap. I. Ajusten su vida todos los Regulares á la regla que profesaron: cuiden los Superiores con zelo de que así se haga.

No ignorando el santo Concilio cuanto esplendor y utilidad dan á la iglesia de Dios los monasterios piadosamente establecidos y bien gobernados; ha tenido por necesario mandar, como manda en este decreto, con el fin de que mas fácil prontamente se restablezca, donde haya decaido, la antigua y regular disciplina, y persevere con mas firmeza donde se ha conservado: Que todas las personas regulares, así hombres como mujeres, ordenen y ajusten su vida á la regla que profesaron; y que en primer lugar observen fielmente cuanto pertenece a la perfeccion de su profesion, como son los votos de obediencia, pobreza y castidad, y los demas, si tuvieren otros votos y preceptos peculiares de alguna regla y órden, que respectivamente miren á conservar la esencia de sus votos, así como á la vida

nihil, inconsulto sanctissimo Romano Pontifice, novum, aut in Ecclesia hac tenus inusitatum decernatur.

DE REGULARIBUS, ET MONIALIBUS.

Eadem sacrosancta Synodus, de reformationem prosequens, ea, quæ sequuntur, statuenda esse censuit.

Cap. I. Regulares omnes ad regula, quam professi sunt, præscriptum vitam instituant: id ut fiat Superiores sedulo curent.

Quoniam non ignorat sancta Synodus, quantum ex monasteriis piè institutis, et rectè administratis, in Ecclesia Dei splendoris, atque utilitatis oriatur; necessarium esse censuit, quo faciliùs, ac maturiùs, ubi colapsa est, vetus, et regularis disciplina instauretur, et constantiùs, ubi conservata est, perseveret, præcipere, prout hoc decreto præcipit, ut omnes regulares, tàm viri, quàm mulieres, ad regulæ, quam professi sunt, præscriptum vitam instituant, et componant, atque in primis, quæ ad suæ professionis perfectionem, ut obedientiæ, paupertatis, et castitatis, ac si quæ alia sunt alicujus regulæ, et ordinis peculiaria vota, et

comun, alimentos y hábitos; debiendo poner los superiores así en los capítulos generales y provinciales, como en la visita de los monasterios, la que no dejen de hacer en los tiempos asignados, todo su esmero, y diligencia en que no se aparten de su observancia: constándoles evidentemente que no pueden dispensar ó relajar los estatutos pertenecientes á la esencia de la vida regular; pues sino conservaren exactamente estos que son la base y fundamento de toda la disciplina religiosa, es necesario que se desplome todo el edificio. Cap. II. Proíbese absolutamente á los religiosos la propiedad.

No pueda persona alguna regular, hombre ni muger, poseer, ó tener como propios, ni aun á nombre del convento, bienes muebles, ni raices, de cualquier calidad que sean, ni de cualquier modo que los hayan adquirido, sino que se deben entregar inmediatamente al superior, é incorporarse al convento. Ni sea permitido en adelante á los superiores conceder á religioso alguno bienes raices, ni aun en usufruto, uso, administracion ó encomienda. Pertenezca tambien la administracion de los bienes de los monasterios, ó de los conventos á solo oficiales de estos, los que han de ser amovibles á voluntad del superior. Y el uso de los bienes muebles ha de permitirse por los superiores en tales

præcepta, ad eorum respectivè essentiam, necnon ad communem vitam, victum, et vestitum conservanda pertinentia, fideliter observent. Omnisque cura, et diligentia superioribus adhibeatur tàm in capitulis generalibus, et provincialibus, quam in eorum visitationibus, quæ suis temporibus facere non prætermittant, ut ab illis non recedatur: cùm compertum sit, ab eis non posse ea, quæ ad substantiam regularis vitæ pertinent, relaxari. Si cnim illa, quæ basses sunt, et fundamenta totius regularis disciplinæ exactè non fuerint conservata; totum corruat ædificium necesse est.

Cap. II. Proprietas regularibus omninò prohibetur.

Nemini igitur regularium, tàm virorum, quàm mulierum, liceat bona immobilia, vel mobilia, cujuscumque qualitatis fuerint, etiam quovis modo ab eis acquisita, tamquam propria, aut etiam nomine conventus possidere, vel tenere; sed statim ea superiori tradantur, conventuique incorporentur. Nec deinceps liceat superioribus boná stabilia alicui regulari concedere, etiam ad usumfructum, vel usum, administrationem, aut commendam. Administratio autem bonorum monasteriorum, seu conventum ad solos officiales eorumdem, ad nutum superiorum amobiles, pertineat. Mobilium verò

términos, que corresponda el ajuar de sus religiosos al estado de pobreza que han profesado; nada haya supérfluo en su menaje; mas nada tampoco se les niegue de lo necesario. Y si se hallare, ó convenciere alguno que posea alguna cosa en otros términos; quede privado por dos años de voz activa y pasiva, y castíguesele tambien segun las constituciones de su regla y órden.

se

Cap. III. Todos los monasterios, á escepcion de los que mencionan, pueden poseer bienes raices: asígneseles número de individuos segun sus rentas ; ό segun las limosnas que

reciben: no se erijan ningunos sin licencia del Obispo.

El santo Concilio concede que puedan poseer en adelante bienes raices todos los monasterios y casas así de hombres como de mujeres, é igualmente de los mendicantes, á escepcion de las casas de religiosos Capuchinos de san Francisco, y de los que se llaman Menores observantes; aun aquellos á quienes ó estaba prohibido por sus constituciones, ó no les estaba concedido por privilegio Apostólico. Y si algunos de los referidos lugares se hallasen despojados de semejantes bienes, que lícitamente poseian con permiso de la autoridad Apostólica; decreta que todos se les deben restituir. Mas en los monasterios y casas mencionadas de

usum ita superiores permittant, ut eorum supellex statui paupertatis, quam professi sunt, conveniat; nihilque superflui in ea sit; nihil etiam, quod sit necessarium, eis denegetur. Quòd si quis aliter quidquam tenere deprehensus, aut convictus fuerit; is biennio activa, et passiva voce privatus sit; atque etiam juxta suæ regulæ, et ordinis constitutiones puniatur.

Cap. III. Omnia monasteria præter hic excepta, possunt possidere bona immobilia: numerus personarum in illis pro modo facultatum, aut eleemosynarum constituendus: nulla sine licentia

Episcopi erigenda.

Concedit sancta Synodus omnibus monasteriis, et domibus tàm virorum, quam mulierum, et mendicantium, exceptis domibus Fratrum sancti Francisci Capuccinorum, et eorum, qui Minorum de observantia vocantur, etiam quibus aut ex constitutionibus suis erat prohibitum, aut ex privilegio Apostolico non erat concessum, ut deinceps bona immobilia eis possidere liceat. Quòd si aliqua loca ex prædictis, quibus autoritate Apostolica similia bona possidere permissum erat, eis spoliata sint; eadem omnia illis restituenda esse decernit. In prædictis autem mónasteriis, et domibus tám vi

hombres y de mugeres, que posean ó no posea bienes raices, solo se ha de establecer, y mantener en adelante aquel número de personas que se pueda sustentar cómodamente con las rentas propias de los monasterios, ó con las limosnas que se acostumbra recibir; ni en adelante se han de fundar semejantes casas, á no obtener ántes la licencia del Obispo, en cuya diócesis se han de fundar.

Cap. IV. No se sujete el religioso á la obediencia de estraños, ni deje su convento sin licencia del superior. El que esté destinado á universidad, habite dentro de convento.

Prohibe el santo Concilio que ningun regular bajo el pretesto de predicar, enseñar, ni de cualquiera otra obra piadosa, se sujete al servicio de ningun prelado, príncipe, universidad, ó comunidad, ni de ninguna otra persona, ó lugar, sin licencia de su superior, sin que para esto le valga privilegio alguno, ni la licencia que con este objeto haya alcanzado de otros. Si hiciere lo contrario, castíguesele á voluntad del superior como inobediente. Tampoco sea lícito á los regulares salir de sus conventos, ni aun con el pretesto de presentarse á sus superiores, si estos nos los enviaren, ó no les llamaren. Y el que se hallase fuera sin la licencia mencionada, que ha de obtener por escrito, sea castigado por los Ordinarios de los lugares, como apóstata

rorum, quám mulierum, bona immobilia possidentibus, vel non possidentibus, is tantùm numerus constituatur, ac in posterum conservetur, qui vel ex redditibus propriis monasteriorum, vel ex consuetis eleemosynis commodè possit sustentari: nec de cætero similia loca erigantur sine Episcopi, in cujus diœcesi erigenda sunt, licentia priùs obtenta.

Cap. IV. Regularis sine superioris licentia nec se obsequio alterius subjiceat, nec à conventu recedat: ad universitatem studio

rum missus in conventu habitet.

Prohibet sancta Synodus, ne quis regularis, sine sui superioris licentia, prædicationis, vel lectionis, aut cujusvis pii operis prætextu, subjiceat se obsequio alicujus prælati, principis, vel universitatis, vel communitatis, aut alterius cujuscumque personæ, sen loci; neque ei aliquod privilegium, aut facultas, ab aliis super iis obtenta, suffragetur. Quòd si contra fecerit ; tamquam inobediens arbitrio superioris puniatur. Nec liceat regularibus á suis conventibus recedere, etiam prætextu ad superiores suos accedendi; nisi ab eisdem missi, aut vocati fuerint. Qui verò sine prædicto mandato, in scrip

ó desertor de su instituto. Los que se envian á las universidades con el objeto de aprender ó enseñar habiten solo en conventos; y á no hacerlo así, procedan los Ordinarios contra ellos.

Cap. V. Providencias sobre la clausura y custodia de las monjas.

Renovando el santo Concilio la constitucion de Bonifacio VIII que principia: Periculose: manda á todos los Obispos, poniéndoles por testigo la divina justicia, y amenazándoles con la maldicion eterna; que procuren con el mayor cuidado restablecer diligentemente la clausura de las monjas en donde estuviere quebrantada, y conservarla donde se observe, en todos los monasterios que les estén sujetos con su autoridad ordinaria, y en los que no lo estén con la autoridad de la sede Apostólica; refrenando á los inobedientes, y á los que se opongan, con censuras eclesiásticas y otras penas, sin cuidar de ninguna apelacion é implorando tambien para esto el ausilio del brazo secular, si fuere necesario. El santo Concilio exorta á todos los príncipes cristianos, á que presten este ausilio, y obliga á ello á todos los magistrados seculares, só pena de escomunion, que han de incurrir por solo el hecho. Ni sea lícito á ninguna monja salir de su monasterio despues de la profesion, ni aun por breve

tis obtento, repertus fuerit; ab Ordinariis locorum tamquam desertor sui instituti puniatur. Illi autem qui studiorum causa ab universitates mittuntur; in conventibus tantùm habitent: alioquin ab Ordinariis contra eos, procedatur.

Cap. V. Clausuræ, et custodiæ monialium providetur.

Bonifacii VIII. constitutionem, quæ incipit: Periculoso, renovans saneta Synodus, universis Episcopis sub obtestatione divini judicii, et interminatione maledictionis æternæ, præcipit, ut in omnibus monasteriis, sibi subjectis, ordinaria, in aliis verò sedis Apostolicæ auctoritate, clausuram sanctimonialium, ubi violata fuerit, diligenter restitui, et ubi inviolata est, conservari maximè procurent inobedientes, atque contradictores per censuras ecclesiasticas, aliasque pœnas, quacumque appellatione postposita, compescentes, invocato etiam ad hoc, si opus fuerit, auxilio brachii sæcularis. Quod auxilium ut præbeatur, omnes christianos principes hortatur sancta Synodus, et sub excomunicationis poena, ipso facto incurrenda, omnibus magistratibus sæcularibus injungit. Nemini autem sanctimonialium liceat post professionem exire à monasterio,

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