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pa, y amigos de Dios, sus herederos, y participes con Jesucristo de la herencia de Dios (Roman. 6 et 8. Col. 3. Ephes. 4. Gal. 3.); de manera que nada puede retardarles su entrada en el cielo. Confiesa no obstante, y cree este santo Concilio, que queda en los bautizados la concupicencia, ó fomes, que, como dejada para ejercicio, no puede dañar á los que no consienten, y la resisten varonilmente con la gracia de Jesucristo: por el contrario, aquel será coronado que legitimamente peleare (2. Tim. 2). La santa Sinodo declara, que la iglesia católica jamás ha entendido que esta concupicencia, llamada alguna vez pecado por el Apóstol san Pablo (Roman. 6. 7. et 8. Col. 3.), tenga este nombre, porque sea verdadera y propiamente pecado en los renacidos por el bautismo; sino porque dimana del pecado, é inclina á él. Si alguno sintiese lo contrario; sea escomulgado. Declara no obstante el mismo santo Concilio, que no es su intencion comprender en este decreto, en que se trata del pecado original, á la bienaventurada, é inmaculada virgen María, madre de Dios; síno que se observen las constituciones del Papa Sixto IV de feliz memoria, las que renueva; bajo las penas contenidas en las mismas constituciones (In Extr. comm. de Reliq. et venerat. Sanctor. c. 2.).

immaculati, puri, innoxi, ac Deo, dilecti effecti sunt, heredes quidem Dei, coheredes autem Christi, ita ut nihil prorsus eos ab ingressu cæli remoretur. Manere autem in baptizatis concupiscentiam, vel fomitem, hæc santa Synodus fatetur, et sentit: quæ cùm ad agonem relicta sit, nocere non consentientibus, et virilitèr per Christi Jesu gratiam repugnantibus, non valet: quin immo qui legitimè certaverit, coronabitur. Hanc concuspiscentiam, quam aliquando Apostolus peccatum appellat, sancta Synodus declarat, ecclesiam Catholicam numquam intellexisse peccatum appellari, quod verè et propiè in renatis peccatum sit, sed quia ex peccato est, et ad peccatum inclinat. Si quis autem contrarium senserit; anathema sit. Declarat tamen hæc ipsa sancta Synodus non esse suæ intentionis comprehendere in hoc decreto, ubi de peccato originali agitur, beatam, et immaculatam virginem Mariam, Dei genitricem; sed observandas esse constitutiones felic. record. Xisti Papæ IV. sub pœnis in eis constitutionibus contentis, quas innovat.

Decreto sobre la reforma.

Cap. I. Que se establezcan cátedras de sagrada Escritura.

Insistiendo el mismo sacrosanto Concilio en las piadosas constituciones de los sumos pontífices, y de los concilios aprobados ( Lateran et sub Innoc. III. Cabil, 2.), y adoptándolas y añadiéndolas, estableció y decretó, con el fin de que no quede obscurecido y despreciado el celestial tesoro de los sagrados libros, que el Espíritu santo comunicó á los hombres con suma liberalidad; que en las iglesias en que hay asignada prebenda, ó prestaméra, ú otro estipendio, bajo cualquier nombre que sea, para los lectores de sagrada teología, obliguen los Obispos, Arzobispos, Primados, y demas Ordinarios de los lugares, y compelan aun por la privacion de los frutos, á los que obtienen tal prebenda, prestaméra, ó estipendio, á que espongan ó interpreten la sagrada Escritura por sí mismos, si fueren capaces, y si no lo fuesen, por sustitutos idoneos que deben ser elegidos por los mismos Obispos, Arzobispos, Primados y demas Ordinarios. En adelante empero, no se ha de conferir la prebenda, prestaméra, ó estipendio mencionado sino á personas idóneas, y que puedan por sí mismas desempeñar esta obligacion; quedando nula é inválida la provision que no se haga en estos términos. En las iglesias

Decretum de reformatione.

Cap. I. De instituenda lectione sacræ Scripturæ.

Eadem sacrosancta Synodus, piis summorum Pontificum, et probatorum conciliornm constitutionibus inhærens, easque amplectens, et illis adjiciens, ne cælestis ille sacrorum librorum thesaurus, quem Spiritus sanctus summa liberalitate hominibus tradidit, neglectus jaceat, statuit, et decrevit, quòd in quibus præbenda, aut præstimonium, seu aliud quovis nomine noncupatum stipendium pro lectoribus sacræ theologiæ deputatur reperitur, Episcopi, Archiepiscopi, Primates, et alii locorum Ordinarii eos, qui præbendam aut præstimonium, seu stipendium hujusmodi obtinent, ad ipsius sacræ Scripturæ expositionem, et interpretationem per seipsos, si idonei fuerint, alioquin per idoneum substitutum ab ipsis Episcopis, Archiepiscopis, Primatibus, et aliis locorum Ordinariis eligendum, etiam per subtractionem fructuum, cogant, et compellant. De cætero verò præbenda, præstimonium, aut stipendium hujusmodi non nisi personis idoneis, ct qnæ per se ipsos id munus explicare possint, conferantur: et aliter facta provisio nulla sit, et invalida. In ecclesiis autem Metropolitanis, vel Cathedralibus, si civitas insig

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metropolitanas, ó catedrales, si la ciudad fuese famosa, de mucho vecindario, así como en las colegiatas que haya en poblacion sobresaliente, aunque no esté asignada á ninguna diócesis, con tal que sea el clero numeroso, en las que no haya destinada prebenda alguna, prestaméra, ó el estipendio mencionado; se ha de tener por destinada y aplicada perpetuamente para este efecto, ipso facto, la prebenda primera que de cualquier modo vaque, á escepcion de la que vaque por resignacion, y á la que no esté anexa otra obligacion y trabajo incompatible. Y por cuanto puede no haber prebenda alguna en las mismas iglesias, o no ser suficiente la que haya, deba el mismo Metropolitano, ú Obispo, dar providencia con acuerdo del cabildo, para que haya la leccion ó enseñanza de la sagrada Escritura, ya asignando los frutos de algun beneficio simple, cumplidas no obstante las cargas y obligaciones que este tenga; ya por contribucion de los beneficiados de su ciudad, ό diócesis, ó del modo mas cómodo que se pueda; con la condicion no obstante de que de modo ninguno se omitan por esta otras lecciones establecidas ó por la costumbre, ó por cualquiera otra causa (Concil. Const. 9 c. 5 Concil. Later. sub Alex. III. c. 18. et sub Innoc. III. c. II.). Las iglesias cuyas rentas anuales fueren cortas, ó donde el clero y pueblo sea tan pequeño que no pueda haber cómodamente en ellas cátedra de teología, tengan á lo menos un maestro, que ha de elegir el Obispo con acuerdo del cabildo, que enseñe de valde la gramática á los clérigos, y otros estudian

nis, vel populosa, ac etiam in collegiatis existentibus in aliquo insigni oppido, etiam nullius diœcesis, si ibi Clerus numerosus fuerit, ubi nulla præbenda, aut præstimonium, seu stipendium hujusmodi deputatum reperitur præbenda quomodocumque, præterquam ex causa resignationis, primò vacatura, cui aliud onus incompatibile injunctam non sit, ad eum usum ipso facto perpetuò constituta, et deputata intelligator: et quatenus in ipsis ecclesiis nulla, vel non sufficiens præbenda foret, Metropolitanus, vel Episcopus ipse per assignationem fructuum alicujns simplicis beneficii, ejusdem tamen debitis supportatis oneribus, vel per contributionem beneficia torum suæ civitatis,et diœcesis, vel aliàs, prout commodiùs fieri poterit, de Capituli consilio ita provideat, ut ipsa sacræ Scripturæ lectio habeatur; ita tamen, ut quæcumque aliæ lectiones, vel consuetudine, vel quavis alia ratione institutæ, propter id minimè prætermittantur. Ecclesiæ verò, quarum annui proventus tenues fuerint, et ubi tam exigua est Cleri, et populi multitudo ut, theologiæ lectio in eis commodè haberi non possit, saltem magistrum habeant, ab Episcopo cum consilio Capituli eligendum, qui clericos, aliosque scholares

tes pobres, para que puedan, mediante Dios, pasar al estudio de la sagrada Escritura; y por esta causa se han de asignar al maestro de gramática los frutos de algun beneficio simple, que percibirá solo el tiempo que se mantenga enseñando, con tal que no se defraude al beneficio del cumplimiento debido á sus cargas; ó se le ha de pagar de la mesa capitular, ó episcopal, algun salario correspondiente; ó si esto no puede ser, busque el mismo Obispo algun arbitrio proporcionado á su iglesia y diócesis, para que por ningun pretesto se deje de cumplir esta piadosa, útil y fructuosa determinacion. Haya tambien cátedra de sagrada Escritura en los monasterios de monjes en que cómodamente pueda haberla; y si fueren omisos los, Abades en el cumplimiento de esto, obliguenles á ello por medios oportunos los Obispos de los lugares, como delegados en este caso de la sede Apostólica. Haya igualmente cátedra de sagrada Escritura en los conventos de los demas Regulares, en que cómodamenta puedan florecer los estudios; y esta cátedra la han de dar los capítulos generales, ó provinciales, á los maestros mas dignos. Establezcase tambien en los estudios públicos (en que hasta ahora no se haya establecido) por la piedad de los religiosísimos Príncipes, y repúblicas, y por su amor á la defensa y aumento de la fe católica, y á la conservacion y propagacion de la sana doctrina, cátedra tan honorífica, y mas necesaria que todo lo demas; y res

pauperes grammaticam gratis doceat, ut deinceps ad ipsa sacræ Scripturæ studia, annuente Deo, transire possint: ideòque illi magistro grammatices vel alicujus simplicis beneficii fructus, quos tamdiu percipiat, quamdiu in docendo perstiterit, assignentur; dum tamen beneficium ipsum suo debito non fraudetur obsequio ; vel ex captuari, vel episcopali mensa condigna aliqua merces persolvatur; vel alias Episcopus ipse aliquam rationem ineat suæ ecclesiæ, et diœcesi accommodam; ne pia hæc, utilis, atque fructuosa provisio quovis quæsito colore negligatur. In monasteriis quoque monachorum, ubi commodè fieri queat, etiam lectio sacræ Scripturæ habeatur. Qua in re si Abbates negligentes fuerint, Episcopi locorum, in hoc ut sedis Apostolicæ delegati, eos ad id opportunis remediis compellant. In conventibus verò aliorum regularium, in quibus studia commodè vigere possunt, sacræ Scripturæ lectio similiter habeatur; quæ lectio à Capitulis generalibus, vel provincialibus assignetur dignioribus magistris. In gymnasiis etiam publicis, ubi tan honorifica, et cæterorum omnium maxime necesaria lectio hactenus instituta non fuerit, religiosissimorum Principum, ac rerum publicarum pietate, et caritate ad Catholicæ fidei defensionem, et incrementum, sanæque doctrinæ con

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tablezcase donde quiera que antes se haya fundado y esté abandonada. Y para que no se propague la impiedad bajo el pretesto de piedad, ordena el mismo sagrado Concilio, que ninguno sea admitido al magisterio de esta enseñanza, sea pública, ó privada, sin que antes sea examinado y aprobado por el Obispo del lugar sobre su vida, costumbres é instruccion: mas esto no se entienda con los lectores que han de enseñar en los conventos. Y en tanto que ejerzan su magisterio en escuelas públicas los que enseñaren la sagrada escritura, y los escolares que estudien en ellas, gocen y disfruten plenamente de todos los privilegios sobre la percepcion de frutos, prebendas, y beneficios concedidos derecho comun en las ausencias.

por

Cap, II. De los predicadores de la palabra divina,
y de los Demandantes.

Siendo no menos necesaria á la república cristiana la predicacion del Evangelio, que su enseñanza en la cátedra, y siendo aquel el principal ministerio de los Obispos; ha establecido y decretado el mismo santo Concilio, que todos los Obispos, Arzobispos, Primados, y restantes Prelados de las iglesias, están obligados á predicar el sacrosanto Evangelio de Jesucristo por sí mismos, si no estuviesen legítimamente impedidos. Pero si sucediese que los Obispos,

servationem et propagationem instituatur; et, ubi instituta foret, et negligeretur, restituatur. Et, ne sub specie pietatis impietas disseminetur, statuit eadem sancta Synodus, neminem ad hujusmodi lectionis officium tàm publicè, quàm privatim admittendum esse, qui priùs ab Episcopo loci de vita, moribus, et scientia examinatus, et approbatus non fuerit. Quod tamen de lectoribus in claustris monachorum non intelligatur. Docentes verò ipsam sacram Scripturam, dum publicè in scholis docuerint, et scholares, qui in ipsis scholis student, privilegiis omnibus de perceptione fructuum, præbendarum, et beneficiorum suorum in absentia à jure comuni concessis, plenè gaudeant, et fruantur.

Cap. II. De verbi Dei concionatoribus, et quæstoribus elee

mosynariis.

Quia verò Christianæ reipublicæ non minus necessaria est prædicatio Evangelii, quàm lectio, et hoc est præcipuum Episcoporum munus; statuit, et decrevit eadem sancta Synodus, omnes Episcopos, Archiepiscopos, Primates, et omnes alios ecclesiarum Prælatos teneri per se ipsos, si legitimé impediti non fuerint, ad prædicandum sanctnm Jesu Christi Evangelium. Si vero contingerit Epis

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