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RESUMEN

DEL NÚMERO DE LOS DISCURSOS PRONUNCIADOS POR LOS OBISPOS ESPAÑOLES EN LAS CONGREGACIONES GENERALES.

a

Mons. José Caixal y Estradé, Obispo de Urgel, habló en las Congregaciones 5.", 11.", 19.*, 32.* (en esta última dos veces), 34., 37.2, 39.*, 58.a, 70.a, 78.a y 88.* Mons. Bienvenido Monzon y Martin, Arzobispo de Granada, en la 10.", 18.", 38.", 66.' y 75.*

a.

Mons. Fernando Ramirez y Vazquez, Obispo de Badajoz, en la 11.'

Mons. Joaquin Lluch, Obispo de Salamanca, en la 11.*, 22.* y 28.

Mons. Constantino Bonnet, Obispo de Gerona, en la 13.*

Emmo. Sr. Cardenal Luis de la Lastra y Cuesta, Arzobispo de Sevilla, en la 16.*

Mons. José de Urquinaona, Obispo de Canarias, en la 18.a

Mons. Antonio Luis Jordá y Soler, Obispo de Vich, en la 19."

Mons. Miguel Payá y Rico, Obispo de Cuenca, en la 26., 80. y 88.a

Mons. Manuel García Gil, Arzobispo de Zaragoza, 'en la 28., 33.o y 53.*

Mons. Antolin Monescillo, Obispo de Jaen, en la 28.* Mons. Jacinto María Martinez, Obispo de la Habana, en la 28.a, 34.", 37.a, 65.a y 81.a

Mons. Estéban Perez Fernandez, Obispo de Málaga, en la 29."

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Mons. José de la Cuesta y Maroto, Obispo de Orense, en la 35."

Mons. Bernardo Conde y Corral, Obispo de Zamora, en la 51."

Emmo. Sr. Cardenal Juan Ignacio Moreno, Arzobispo de Valladolid, en la 54."

Mons. Antonio María Claret y Clará, Arzobispo de Trajanópolis, in partibus infidelium, en la 62.

Mons. Pantaleon Montserrat y Navarro, Obispo de Barcelona, en la 68.*

Mons. Anastasio Rodrigo y Yusto, Arzobispo de Búrgos, en la 76.a

Mons. Francisco de Sales Crespo, Obispo auxiliar de Madrid, en la 88."

Total de Prelados españoles que hablaron en las Congregaciones generales, 20.

Total de los discursos pronunciados por estos Padres, 45.

RESUMEN GENERAL

DE LAS CONGREGACIONES, Y PADRES QUE HABLARON.

Congregaciones generales. . .

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Número de Padres que en ellas hablaron. 450

LOS OBISPOS ESPAÑOLES

EN EL CONCILIO ECUMENICO DEL VATICANO.

Las glorias y los triunfos que el Episcopado español habia conquistado en todos los Concilios por su virtud,

por su ciencia, por su santo celo y por la pureza é integridad de su doctrina, eran una de las coronas de la Iglesia católica, justamente admirada y venerada por todos los pueblos católicos. Largo es el catálogo de los varones insignes que, sucediéndose sin interrupcion, fueron en todos los Concilios esforzados sostenedores de la verdad y del dogma, y sabios espositores de la doctrina.

Los que no tuvieron la gloria de concurrir á ellos, fueron celosos y verdaderos guardadores de sus cánones, de sus definiciones y decretos, conservándose en las Universidades, en los claustros y Seminarios el espíritu de la Iglesia.

En todo tiempo, en todo lugar y ocasion, se ha distinguido tambien el Episcopado español por su piedad, por su ciencia, por su recogimiento, y por su modestia y compostura esterior, revelando en todas sus acciones las dotes privilegiadas de su alma.

Así lo acreditó en los Concilios nacionales, siendo entre todos los mas célebres los de Toledo; así lo acreditó desde Nicea hasta Trento, donde la escuela teológico-canónica llevó sus mas insignes varones, siendo la admiracion del mundo, la gloria de la Iglesia y el ornamento mas brillante de la patria.

Despues de tres siglos, y en una época en que todo yace en decadencia, se convoca un Concilio ecuménico, y el Episcopado español, de cuya ciencia solo habian dudado sus enemigos, confirma las esperanzas de los que siempre le han respetado, y llena de confusion á los que, aun á costa de las glorias nacionales, trabajan sin cesar por envilecerle,. valiéndose, ya del insulto, ya de la calumnia, ya del sarcasmo. Dócil se prestó una parte de la prensa española á ser instrumento de los

enemigos del catolicismo, y no fue escasa la baba inmunda con que quiso mancillar la gloria del Episcopado. Llegó el dia de la prueba; y los que creian que España, no solo no estaria en el Vaticano tan bien representada como en Trento, sino que aun llegaron á afirmar que no habria Obispo español que pudiera discutir, ni menos competir, con los de otras naciones, vieron que el Episcopado español ¡gloria á Dios! se distinguia por su virtud, por su elocuencia, por su ciencia, por su celo y por la integridad de su doctrina, siendo la admiracion de latinos y orientales y de las grandes celebridades del antiguo y nuevo mundo. Testimonio de este aprecio y de la confianza que inspiraba el Episcopado español á todos los PP. del Concilio, es el nombramiento que hizo de muchos Obispos españoles para las diferentes Diputaciones, mereciendo que uno de ellos, el Arzobispo de Zaragoza, el dominico Fr. Manuel García Gil, ocupara el primer lugar en la Diputacion De Fide. A mucho obligaban estas honras y esta confianza, y á ellas correspondieron dignamente los Obispos españoles, acreditando que la tierra clásica de los héroes y de los Santos es tambien la tierra fecunda en sabios, y que la esterilidad y la corrupcion que ha abortado el siglo de las luces, no ha llegado á los que luchan, y sufren, y oran, y enseñan, y padecen, y trabajan por la mayor gloria de Dios en los triunfos del catolicismo.

No han sido españoles (á quienes pudiera calificarse de apasionados por el amor patrio) los primeros que, aunque admirando y bendiciendo las glorias del Episcopado español en el Vaticano, las han reconocido con júbilo y publicado con satisfaccion; han sido los italianos, los franceses, los alemanes; ha sido la prensa de todas las ́naciones; ha sido el Sacro Colegio de Cardenales; ha

TOMO IV.

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sido el mismo Pio IX, los justos apreciadores de los méritos y triunfos del Episcopado español los que le han tributado elogios entusiastas.

Roma le admira: el mundo le aplaude: España le otorga los honores del triunfo, á pesar del estudiado silencio con que sus enemigos quieren ocultar tantas glorias.

Entre los testimonios que pudiéramos citar, y que no pueden ser tachados de parciales, citaremos la Revue du Monde Catholique, que, haciéndose eco de otras publicaciones estranjeras y de la voz universal, dijo que «el Episcopado español causaba admiracion por su dignidad, por su sabiduría y por su piedad; que el Sr. García Gil, Arzobispo de Zaragoza, era el gran teólogo de la escuela española; que el Sr. Monescillo, Obispo de Jaen, el gran orador, que el Sr. Blanco, Obispo de Ávila, era el gran tomista y el gran latino español.>>

era

Despues de estos homenages se han dado á conocer por sus discursos y trabajos en el Concilio: el Excmo. é Illmo. Sr. D. José Caixal y Estradé, Obispo de Urgel; el Excmo. é Illmo. Sr. D. Bienvenido Monzon y Martin, Arzobispo de Granada; el Excmo. é Illmo. Sr. don Constantino Bonnet, Obispo de Gerona; el Excmo. é Illmo. Sr. D. José María de Urquinaona, Obispo de Canarias; el Excmo. é Illmo. Sr. D. Joaquin Lluch, Obispo de Salamanca; el Excmo. é Illmo. Sr. D. Jacinto María Martinez, Obispo de la Habana; el Excmo. é Illmo. Sr. D. Estéban Perez Fernandez, Obispo de Málaga; el Excmo. é Illmo. Sr. D. José de la Cuesta y Maroto, Obispo de Orense; el Excmo. é Illmo. Sr. don Bernardo Conde y Corral, Obispo de Zamora; el eminentísimo Sr. D. Luis de la Lastra y Cuesta, Cardenal Arzobispo de Sevilla; el Emmo. Sr. D. Juan Ignacio More

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