Sayfadaki görseller
PDF
ePub

tamaños, y algunas muy ponzoñosas. Muchos tigres, leopardos y animales voraces. La cantidad de horinigas de diferentes especies y grandores, es inmensa. Los mosquitos en tanta muchedumbre, que á veces se forman de ellos como densas nubes, y murciélagos de estraordinaria grandeza. Los rios en gran manera abundan de pescado y de caimanes; los montes crian muchos animales comestibles, y el aire da muchisimas aves de varias especies, asi de caza como de canto, matizadas de hermosos y vistosos colores.

Todo este vasto espacio de esta tercera notable porcion de la meridional América, está poblada de innumerables naciones de indios infieles, que viven de vida brutal, sin ley, ni rey, ni dependencia: contentos con lo que produce la tierra y los rios á costa de muy poco trabajo, porque como el temperamento es muy cálido y húmedo, hace al terreno grandemente fértil de todas las semillas y frutos que suele producir la montaña. Las mas de las naciones no usan mas vestido que el que sacaron del vientre de su madre. Viven esparcidos por aquellos montes en casas grandes hechas de palos y cubiertas de hojas de palmas. En cada casa vive una familia ó parentela de treinta ó mas personas. Solamente se juntan en crecido número para sus borracheras (que es su vicio dominante), y para las espediciones de guerras que continuamente tienen unas naciones contra otras para cuyo efecto eligen sus cabos ó Curacas. Entre ellos se ignora la piedad, porque ni los hijos hacen caso de sus padres, ni las hijas atienden á los preceptos de sus madres, y los enfermos no tienen mas remedio que sanar naturalmente, ó morir desamparados; y despues de muertos, sus parientes pegan fuego á la casa y cadáver, y se mudan á vivir á otra parte bien distante.

Algunos ambiciosos de nombre y fama, y por inventar novedades, fingieron en estas montañas imperios tan poderosos y ricos, que causa admiracion lo que dieron á la pluma y aun á la prensa. Tal fue la relacion que por los años de 16:30 don Pedro Bohorques esparció del imperio del Enim, á cuyo emperador hace señor de muchos reinos, que le tributan vasallaje en oro, mantas, plumajes, y otros géneros riquísimos. Describe en ella el orígen é incrementos de tal imperio, el árbol genealógico de sus soberanos, su política y costumbres, con las ceremonias de coronarse el emperador y prestarle vasallaje los demas reyes, con circunstancias tan bien ordenadas y dispuestas á su antojo, que admitidas de la novedad que el vulgo suele abrazar sin exámen, muchas personas de distincion se persuadieron ser cierta su existencia, y con eso alborotó los ánimos de mucha gente del Perú. Pero obligándole á la ejecucion de la entrada, fueron tales las escusas y tramoyas que armó, que dieron á conocer su falsedad, y que la finjida quimera del Enim habia sido hija de su ambicion.

Semejante fue la relacion del gran Paytití, que el año de 1638 divulgó un fulano Gil Negrete, con la cual engañado don Benito de Ribera y Quiroga, vecino de la ciudad de la Paz, emprendió su conquista con los despachos necesarios por los años de 1680, y despues de haber gastado en varias espediciones mas de trescientos mil pesos, no sacó mas fruto que las molestias, el desengaño, y quedar pobre. Lo cierto es que en todo este vasto espacio no hay monarquía alguna; pues en mas de ciento y cincuenta años que los Portugueses recorren todos los rios de esta meridional América, con no menos codicia que los primeros Españoles que vinieron al Perú, no han encontrado con alguna mo

narquía ni su noticia; habiendo penetrado tanto por dichas montañas, que el año de 1741 subieron por el rio de la Madera hasta Santa Cruz de la Sierra, atravesando por medio de los paises donde se imaginaban los fingidos imperios. Y el año de 1760 los dichos Portugueses se han establecido en Mato Grosso, que está situado en el centro de esta América meridional.

CAPITULO I.

Del Cerro de la Sal.

Antes de poner el pié en la montaña, me ha parecido conveniente describir en bosquejo y en general las incomodidades que han padecido y padecen los ministros evangélicos que han transitado y transitan por esos montes, para que no sea necesario repetirlo frecuentemente en todas las entradas. Porque aunque son notorias las calidades de la América por lo mucho que hay escrito sobre la materia, y se esperimenta continuamente; es cosa muy distinta hablar de terrenos transitados con frecuencia, de lo que esperimentamos en las tierras de los infieles, los cuales por su gran flojera no se moverán á aderezar un palmo de tierra para facilitar el tránsito, aunque hayan de rodear una cuadra.

Primeramente se ha de suponer que aunque el espacio que se llama montaña, es Pampa ó llanura, no es tan universal que no tenga sus cuestas (particularmente en las inmediaciones de la Sierra), y estas dan lugar á muchos y grandes barrancos, que forman los muchos arroyos y rios menores que son muy frecuentes, y es preciso pasarlos muchas veces con el agua á

la cintura y aun á los pechos; y en estos barrancos son frecuentes las caidas, y formidables los precipicios. Las continuas lluvias que en la montaña se esperimentan, son causa de que el pobre caminante vaya lo mas del tiempo con la ropa mojada, y como el suelo siempre está húmedo, y cubierto de hojarasca podrida, son frecuentes los resbalones, sin haber calzado que aguante ocho dias, y el mas seguro es de unos trapos. A esto se agrega la facilidad de corromperse el bastimento, si no se lleva con una precaucion mas que ordinaria.

El continuo cansancio y sudor que causa al caminante el transitar por tan caluroso clima, cargado con el poco sustento que ha de comer, le obliga algunas veces á arrimarse á algun árbol, y cuando imaginaba hallar refrigerio, se halla acometido de fieras hormigas cuyas picadas abrasan al fatigado peregrino. De estas hormigas algunas son tan malignas, que sus picadas dan calentura que dura un dia natural.

Otras ocasiones la fatiga obliga á asirse de algun tronco para trepar algunas cuestas, y acontece muchas veces estar podrido, y dar con el caminante en el suelo ó despeñarse. No es menos frecuente afianzarse de algunos palos espinosos, que en lugar de aliviar el cansancio, causan notable dolor, pues algunas espinas son muy enconosas.

La muchedumbre de mosquitos es de grandísimo tormento, porque algunos son muy nocivos, de suerte que no permiten un rato de descanso, especialmente en los parajes cenagosos; de modo que para descansar algun poco, es necesario cubrirse totalmente, y entonces el calor atormenta grandemente, de suerte que por no sofocarse de calor, es necesario esponerse otra vez á la bateria de los mosquitos. No es poca la

« ÖncekiDevam »