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molestia que causa lo intrincado de las arboledas, tan enredadas de bejucos y maleza, que toda la montaña es un laberinto sembrado de enfadosos lazos. A esto se añade el continuo recelo de pisar alguna culebra ; con lo cual se camina por las montañas siempre entre riesgos, de los cuales tengo esperimentado buena parte. Supuesta esta noticia :

El ramo oriental de la Cordillera Real, llamado vulgarmente la cordillera de los Andes, le ha situado Dios tan empinado y escarpado por la parte oriental ( que es la que mira á la montaña ) que parece haber querido su altísima providencia impedir á los moradores de la sierra el tránsito á las llanuras; pues solo permite bajada á ellas por algunas quebradas de muy difíciles caminos por causa de los precipicios, nieves y ciénegas de que está guarnecida esta cordillera de los Andes. Estos obstáculos fueron la causa para que siempre fuesen sin fruto las espediciones á la montaña, así en tiempo de los Incas, monarcas del Perú, como de los Españoles que emprendieron algunas de sus conquistas. Y esta misma parece ser la razon porqué en los primeros cien años de la conquista de este reino, no se lee haber entrado religioso alguno á la espiritual conquista de los infieles de las montañas. A que se añade, que como tenian entre manos tan copiosa mies en la sierra y valles de la costa, no atendieron á lo remoto.

La primera entrada que se hizo á las montañas (omitiendo las que hicieron los conquistadores de Quito ) fue por la quebrada de Chachapoyas y Moyobamba, en cuyo rio se hizo el armamento de cinco bergantines, para ir á reconocer el rio de las Amazonas bajo las órdenes del capitan Pedro de Ursua, á quien mató el tirano Lope Aguirre, y se levantó con

el armamento para las piraterías que ejecutó en el mar del norte.

Otra entrada á la montaña se facilita por la quebrada en que está la ciudad de Guanuco. Por esta entraron nuestros religiosos menores el año de 1631 á la conquista espiritual de los Panataguas, segun que la refiere nuestra Crónica del Perú, lib. I, cap. xxv.

Otra entrada á la montaña se frecuenta por la quebrada de Tarma y Acobamba, que internando desde este último pueblo al oriente por entre altísimos cerros, á las quince leguas se sale al valle de Quimirí, que es de montaña muy frondosa y fértil. Antes de llegar á este valle se pasa en balsa un rio de bastante agua que llaman Chanchamayo, formado de la junta de tres rios. El primero llamado de Ulucmayo, que viene del noroeste. El segundo el de Tarma, que viene del oeste. El tercero el de Monobamba, que viene del sur, con cuyas juntas de aguas se hace el rio Chanchamayo navegable para las balsas. Diez leguas mas al oriente de Quimirí está el famoso Cerro de la Sal, el cual es remate de un ramo de Cordillera, que desde la Cordillera nevada de Reyes viene bajando por Paucartambo; y en este paraje se eleva dicho cerro como un pan de grande altura todo poblado de monte, escepto en la cumbre en que solamente tiene algunos matorrales de palmas. Este cerro tiene una beta de sal, que desde la cumbre corre al sudoeste por espacio de mas de tres leguas, y otras tantas hácia el nordeste; y dicha beta de sal tiene de ancho regularmente treinta varas. La sal es de piedra mezclada con algun barro colorado. Dos leguas antes de llegar al Cerro de la Sal, se encuentra con el rio de Paucartambo, que viene del noroeste, y una legua mas abajo se junta con el rio de Chanchamaya, formando en la junta el rio que

llaman de la Sal, al cual mas abajo llaman el rio de Perene.

Este Cerro de la Sal es muy famoso por el grande concurso de indios infieles, que de las naciones mas remotas de la montaña acuden á él por sal; porque como dentro de la montaña no hay salinas, les es forzoso venir á este cerro á buscarla, los unos para su uso y consumo, y otros para comerciar con ella otras cosas que necesitan de las otras naciones; siendo tan varias las que suben á este cerro por la comodidad que tienen de muchos rios navegables, que algunas tardan dos meses en llegar á este cerro, cuyo temperamento es muy templado; porque aunque es montaña real, el calor es moderado por la elevacion del cerro y su cercanía á la Cordillera. Está habitado de indios Amages, y de algunos de las otras naciones que se quedan en él cuando suben por sal.

CAPITULO II.

Entrada de nuestros religiosos al Cerro de la Sal.

Aunque la cordillera de los Andes ofrece difíciles caminos para la montaña, sin embargo el interés movia á algunos moradores de dicha cordillera á bajar por algunas sendas y laderas á las faldas ó temples donde hacian sus sementeras de maiz, frisoles y coca. Con la frecuencia de estas entradas encontraban á veces con algunos infieles; y con la comunicacion de los serranos, se arriesgaban algunos de ellos á salir á tierra de cristianos; y mediante el buen tratamiento que hallaban, algunos recibian el santo bautismo. De todos estos neófitos, y de varios indios serranos que en la ceja de la montaña tenian sus sementeras, se formó un pueblo llamado Guancabamba, distante veinte y cinco leguas del Cerro de la Sal; el cual pueblo con título de curato se entregó al cuidado de la religion seráfica.

Por este pueblo de Guancabamba entró á la montaña el siervo de Dios fray Gerónimo Jimenez, religioso lego de nuestra seráfica órden el año de 1635, y en

Quimirí fundó el primer pueblo con capilla; y despues fue martirizado en compañía del venerable padre fray Cristóval Larios á manos de los indios Campas, en el rio de Perene, el dia 8 de diciembre del año de 1637, como se refiere en la Crónica Seráfica del Perú, en el lib. II, cap. xxx.

No entibió sus fervores la seráfica provincia de los doce Apóstoles, por las dichosas muertes de los invictos protomártires del Perú: antes acudiendo á suplir su falta otros varones apostólicos, prosiguieron la espiritual conquista. Por un memorial presentado al señor marqués de Mancera, virey del Perú, el año de 1640 por el reverendo padre fray Pedro Ordoñez Flores, ministro provincial de esta santa provincia, consta que en el dicho año habia en la conversion del Cerro de la Sal siete capillas ó pueblecitos asistidos de los padres fray José de la Concepcion, y fray Cristóval de Mesa, y de dos hermanos donados, y que dicho señor virey espidió órden para que de las cajas reales se diese lo necesario para el avio y otras cosas que necesitaban los religiosos que iban á fomentar aquella conversion. Su data en 8 de julio de dicho año de 1640.

Tambien consta por la Crónica Seráfica del Perú, en el cap. xxxi del lib. II que el año de 1741 el dia 3 de agosto se embarcaron por el rio de la Sal el padre fray Matías de Illescas, y los hermanos fray Pedro de la Cruz, y fray Francisco Piña, los cuales entregados á la divina providencia, se dejaron ir rio abajo con ansias de convertir á todas las naciones de la montaña; y no se supo mas de ellos hasta despues de cuarenta y seis años que se tuvo noticia cierta de haber sido muertos á manos de los infieles Sipibos.

La voz comun de que el Cerro de la Sal estaba lleno de minerales de oro despertó por este tiempo la codi

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