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donde habia juntado cantidad considerable de flechas y macanas, al cuidado y custodia de sesenta Andes y Simirinches de valor. Nuestras tropas continuaron con la precaucion que pedian el lugar y el tiempo. Y el dia 9 de octubre, habiendo caminado toda la noche, amanecieron en Quisopango, y aunque fueron sentidos, y que los infieles se defendieron temerariamente, habiendo muerto de un balazo al curaca Santabangori, y despues á diez ó doce indios principales, los demas tomaron el monte. De los cristianos hubo muchos heridos; pero ninguno murió de la refriega. Y teniendo ⚫el gobernador noticia de que el rebelde se hallaba en Eneno y con mucha indiada, determinó retirarse con su gente con buen órden, como lo ejecutó, y dejando buena guarnicion en el castillo de Santiago de Sonomoro, salieron los demas á la sierra.

El gobernador don Pedro Milla no pudo salir de Tarma al tiempo estipulado por falta de providencia. Salió á principios de octubre con una compañía de cincuenta hombres, dejando otra aprontándose para seguirle, al cargo del capitan don Francisco Abia. Llegaron los primeros al Cerro de la Sal á mediados de octubre. Aqui aguardaron catorce dias á que llegase don Francisco Abia con su compañía. Y cansados de esperar, viendo que con la demora comenzaba á enfermar la gente, sabiendo que el rebelde se hallaba en Eneno con mucha indiada, determinaron ir á atacar á los . enemigos. Salió don Pedro Milla con su tropa del Cerro de la Sal el dia 1o de noviembre, y siguiendo su marcha al segundo dia dieron en varias emboscadas, y estuvieron en evidente riesgo de perderse todos, porque los infieles les cortaron la retirada, y fue preciso abrir paso á fuerza de balazos, saliendo muchos heridos, y dejándose algunos muertos. Cuando llegaron á Nijan

daris, discurrieron hallar indios amigos en los neófitos de aquel pueblo; los hallaron enemigos, tan obstinados, que fue preciso trabar un recio combate, del cual salieron por la noche, retirándose al Cerro de la Sal, y de allí á Quimirí, con gran trabajo, por estar casi todos heridos.

Ufano quedó el rebelde Juan Santos viendo los felices principios de su imperio, y que toda la indiada de la montaña estaba reducida á su obediencia, y se prometia que á la primavera siguiente entrarian los indios serranos á darle la obediencia, y que con ellos saldria á coronarse á Lima. Todo aquel invierno los apóstatas hicieron varias correrías en las fronteras.

El padre conversor de Quimirí fray José Arévalo, viendo que su pueblo se hallaba indefenso á las invasiones de los apóstatas, pidió que le enviasen sucesor, lo que se ejecutó á principios de abril del año de 1743, y fué á remudarle el padre fray Lorenzo Nuñez. Por este mismo tiempo el padre comisario de misiones fray José Gil Muñoz renunció los dos oficios de comisario y viceprefecto de misiones para retirarse á su provincia. Fue electo para estos dos ministerios el padre fray Manuel Albarran, que se hallaba cura de Guancabamba.

Como los padres misioneros que estaban en la montaña, se habian retirado á Ocopa, y su temperamento no se acomodaba á la complexion de algunos de ellos, pidieron á la provincia les diese un convento formado para erigirle en colegio, segun lo ordenan las bulas apostólicas. La santa provincia cedió á los misioneros el dia 21 de mayo del año de 1743 el convento recoleccion de Huaraz, con título de colegio de segundo órden, sujeto al reverendo padre provincial. Esta recoleccion de Huaraz desde su principio habia sido eri

gido para seminario de misiones; y-desde que llegó á este reino el venerable padre fray Francisco de San José, la santa provincia le hizo cesion de él el dia 14 de agosto del año de 1709, y despues el dia 19 de febrero del año de 1714; pero por falta de sugetos no lo habian ocupado, como ahora lo hicieron.

Habiendo entrado el verano del año de 1743 el pretenso inca Juan Santos, comenzó á arrimarse á Quimirí. A mediados de junio envió á decir al padre fray Lorenzo Nuñez, conversor de aquel pueblo, que se saliese á la sierra cuanto antes. Hallábase dicho padre sin defensa alguna y muy escaso de víveres, porque el socorro que se le enviaba del hospicio de Ocopa y de Tarma, se gastaba entre todos los del pueblo, porque como los apóstatas é infieles hacian sus correrías, nadie se atrevia á ir á sus chacaras á buscar lo que ellas producian para alimentar la vida. El dicho padre conversor escribia al señor virey y á los gobernadores y corregidores de Tarma y Jauja pidiendo socorro; y como nada se determinaha, viéndose tan próximo al peligro, el dia 9 de julio se retiró á la hacienda de Chanchamayo que dista tres leguas de Quimirí, llevándose consigo los vasos sagrados. Este mismo dia en dicha hacienda cogieron á un indio espía de Juan Santos, el cual iba á la sierra á fascinar á los indios serranos, pues el pretenso inca aguardaba que llegasen estos para salir á la conquista de su reino.

El padre fray Lorenzo Nuñez desde Chanchamayo iba todos los domingos á decir misa á Quimirí; pero el domingo dia 4 de agosto se halló con la noticia de que el rebelde se hallaba en dicho pueblo, donde habia llegado el dia 1o de dicho mes con dos mil indios de varias naciones. El dicho padre envió á Quimirí al alcalde de dicho pueblo y á un hermano donado en

traje de serrano, para certificarse de lo que se decia. Salieron los enviados, y al instante que pasaron el rio de Quimirí, los cogieron los infieles, y conociendo al donado, lo quisieron matar. Defendióle el alcalde, diciéndoles que llevaba recado de parte del padre. Lleváronlos á la casa de Juan Santos, pero este no quiso ver al hermano, y por medio del alcalde le dió el recado del padre y del teniente, que se reducia á tratar de composicion. A esto respondió que se fuesen, que no queria hacer mal á nadie, sino que le diesen lo que era suyo. Mandó á los suyos que dejasen volver al dicho hermano y alcalde, los cuales llegaron á Chanchamayo aquella misma tarde; y con la voz que se esparció de que el inca no queria mal á los serranos, tuvieron los indios de Chanchamayo aquella noche grandes festejos, bailes y borracheras, celebrando como los Chunchos la venida de su inca, cantando en su idioma que beberian chicha en la calavera del padre y en la del teniente.

El lunes dia 5 de agosto amaneció la playa del rio de Chanchamayo cubierta de infieles, que se apresuraban á pasar á dicha hacienda con grande algazara; por lo cual el padre fray Lorenzo Nuñez y los demas que allí se hallaban, se retiraron, y se fueron á Tarma. El pretenso inca envió á decir al dicho padre que si le queria ver, le aguardase en Tarma y que le dijese á los militares que no se molestasen en ir á buscarle, que él los iria á ver en Palcapampa. Hablaba con esta arrogancia, porque en esta ocasion se le habian entrado cien indios de la sierra.

CAPITULO XXVII.

Constrúyese en Quimirí un fuerte. - Piérdese este con muerte de la guarnicion.

Con las noticias de las altiveces del pretenso inca, se desengañaron los incrédulos, y vieron ser verdad innegable la que imaginaron fábula sobre los atentados de Juan Santos y sus pretensiones, y se atendió con seriedad al remedio. Decretóse por el superior gobierno que se construyese un fuerte en Quimirí, para sujetar á los apóstatas é infieles, y estorbar el tránsito de los indios de la sierra para la montaña; y tambien para que sirviese de escala para la formal entrada que se premeditaba hacer para prender al rebelde.

Para cubrir y defender á los que construyesen el fuerte, se enviaron á Tarma desde Linia dos compañías de soldados de la tropa del Callao con sus capitanes don Pedro Alzamora y don Fabricio Bartuli, algunos cajones de granadas, cuatro cañoncitos de á cuatro, y cuatro pedreros, pólvora y municiones de guerra. Habiendo llegado á Tarma este refuerzo, se formó con los milicianos un cuerpo de doscientos hombres de

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