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tomaron posesion de las dichas conversiones y de su hospicio de la capellania.

Este año de 1753, recelando el gobernador de la frontera de Guanuco que el rebelde invadiese el pueblo de Puzuzu (por distar solamente diez y ocho leguas del pueblo de Guancabamba) con parecer del padre presidente de las conversiones de Guanuco, sacó de los dos pueblos de Puzuzu y Tillingo, sobre trescientas almas de todas edades y sexos, para pasarlas al pueblo de Cuchero. Para esto por comision del padre presidente, entró á Puzuzu el padre fray Bernardino de San Antonio, y el gobernador don Pedro de Arostegui con alguna gente de armas. Y para que el padre prior fray Honorio Matos (que habia criado aquellos neófitos, habiendo estado con ellos mas de treinta años) no se opusiese á su determinacion, le pusieron recluso en su celda, y se llevaron á todos los indios del pueblo, y los trasplantaron á Cuchero. Solamente quedaron reservados los que pudieron escapar al monte, fueron unas cien almas, los cuales despues se juntaron en el pueblo de Puzuzu, y quedó estinguido el pueblo de Tillingo.

Esta intempestiva transmigracion fue muy nociva á los pobres neófitos de Puzuzu, porque siéndoles preciso atravesar la Puna de Tambonuevo, enfermaron muchos, y lo peor fue que como en Cuchero no tenian que comer, ni cocales con que comerciar, la necesidad les obligó á alquilarse de jornaleros en las haciendas de aquellas inmediaciones, y como no estaban acostumbrados á aquel temperamento, á pocos años murieron todos, escepto algunos pocos que se volvieron al patrio suelo.

Para no esponer á los pocos neófitos que quedaban en Puzuzu á la tiranía del rebelde, que se temia poder

invadir aquel pueblo, se formó en la ceja de la montaña, en un bello temple, el pueblo de Santa Cruz de Muña, para que en caso que el rebelde acometiese á Puzuzu, tuviesen una retirada próxima y segura, por ser el portachuelo de Tambonuevo de tal situacion, que con grande facilidad se puede hacer inaccesible. Pero no ha llegado el caso de necesitar de esta retirada, porque el pretenso inca, desde la invasion de Andamarca, nunca jamás ha intentado salir á la sierra. El pueblo de Muña se mantiene habitado de algunos serranos que se habian establecido en Chaglla, y otros que se les han agregado, y todos tienen sus cocales en Puzuzu, con cuyo comercio se mantienen.

A principios del año de 1754 llegó á Lima el muy reverendo padre comisario general fray Francisco de Soto y Marne; y noticioso de la copiosa mision que por instantes se esperaba de España, y del poco espacio que tenian los misioneros para ejercitar el apostólico ministerio, pidió á la santa provincia de San Antonio de los Charcas, en yirtud de las bulas apostólicas, un convento formado para erigirle en colegio de misiones. La dicha provincia entregó para el efecto el convento de Santa María de los Angeles de Tarija. Fueron de Ocopa luego seis sacerdotes á tomar la posesion de él, y con otros religiosos de la segunda mision, que desde la ciudad de Buenos Aires por tierra venian para este colegio, y se les despachó órden para pasar á Tarija, componian trece sacerdotes y siete religiosos legos. El convento de Tarija estaba tan destruido, que fue necesario erigirle a fundamentis, lo que se consiguió con mucho trabajo, tiempo y diligencias de sus moradores, y con el continuo afan de los limosneros.

Este mismo año de 1754 llegó la otra parte de la mision, que desde España condujo por la via de Buenos

Aires el padre fray José de San Antonio, comisario y prefecto de misiones. Componíase de treinta y siete sacerdotes, y diez y ocho religiosos legos, comprendiendo en este número los que se quedaron en Tarija. Con la venida del nuevo comisario de misiones, el padre fray Lorenzo Nuñez de Mendoza se incorporó en la santa provincia de los doce Apóstoles.

Como este colegio de Ocopa estaba lleno de misioneros, y no tenian donde emplear sus fervores, porque no todos podian salir á hacer mision å tierras de católicos, aunque muchos salieron á dicho ministerio por diversas provincias del reino. Para darles consuelo el muy reverendo padre comisario general fray Francisco de Soto y Marne pidió á la santa provincia de Chile, en virtud de lo ordenado por las bulas apostólicas, un convento formado para erigirle en colegio de misiones. La dicha santa provincia entregó para dicho efecto el convento de San Ildefonso de la villa de Chillan, tan arruinado, que fue necesario rehacerle a fundamentis. Pasaron á su ereccion diez sacerdotes de este colegio y dos de esta santa provincia con algunos religiosos legos á principios del año de 1756.

Así el colegio de Tarija como el de Chillan tienen en sus fronteras porcion de indios infieles, en cuya conversion han trabajado y trabajan sus respectivos alumnos, y de sus progresos escribirán sus propios cronistas; pues á mí solo me pertenece tratar de las cosas tocantes á este santo colegio de Ocopa.

Aunque el rey católico habia otorgado la gracia para la ereccion de este colegio de Ocopa, y en virtud de ella habia sido instituido en primer guardian de él por el reverendísimo comisario general de Indias el reverendo padre fray José Ampuero, el padre prefecto de misiones se olvidó de solicitar la real cédula de di

cha gracia, y por este descuido el dicho padre prefecto fray José de San Antonio tuvo algunos disgustos con el muy reverendo padre comisario general fray Francisco de Soto y Marne sobre negocios pertenecientes á sus oficios, alegando el muy reverendo padre que Ocopa no era colegio, pues no tenia cédula real ni bula apostólica para su ereccion. Resultó de estas contiendas que el padre fray José en San Antonio renunció la comisiatura de misiones, y reservando en sí la prefectura, se fué á España á solicitar la real cédula y bula pontificia, que por olvido no se habia estraido cuando se obtuvo la gracia, y la remitió á este colegio el año de 1760, y para que conste la he puesto al fin de este compendio. Por la renuncia de la comisiatura de misiones se hizo eleccion de nuevo comisario, y fue electo canónicamente el reverendo padre fray José Seguin.

CAPITULO XXXI.

Diligencias que hicieron los alumnos de este colegio buscando infieles á quien convertir á la santa fé.

Aunque los misioneros que últimamente llegaron de España, hallaron cerradas las puertas de la montaña, y se vieron imposibilitados para emplearse en la conversion de los gentiles, y por esto se hallaban desconsolados, los que fueron destinados á las conversiones de Guanuco y de Cajamarquilla las tuvieron abiertas para desahogar sus deseos, aunque el fruto no correspondió á los trabajos y fatigas que padecieron en tan gloriosa obra.

Por la via de Puzuzu el año de 1753 salió á la Pampa del Sacramento el padre fray Bernardino de San Antonio con algunos fronterizos de Panao, y consiguió recoger quince personas, de los que el año antecedente se habian huido de Puzuzu cuando los trasportaban á Cuchero. Por la misma via el año de 1755 entraron á dicha Pampa los padres fray Benito Novoa y fray Bernardino de San Antonio con los fronterizos de Panao, y recogieron siete personas de los huidos de Puzuzu, los que volvieron á su pueblo. El año de 1757 entró

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