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que pudieran durar. Pero todo era ruinas, y nada quedaba á los generosos apóstoles. Entonces mas que nunca pusieron su confianza en la providencia, y la providencia los socorrió. Cuando el Capitan general tuvo bastante para sí y para sus soldados del botin cogido por su tropa, les hizo algunos donativos, consistentes en vacas y otras bagatelas. Moria á la sazon en la ciudad de la Plata un don Cárlos de San Martin, y legaba á nuestras misiones dos mil trescientos cincuenta escudos. El solícito comisario, despues de haber predicado la cuaresma en Potosí, aprovechándose del influjo que habia alcanzado, fué de puerta en puerta pidiendo para los desgraciados neófitos, y recogió seiscientos setenta y nueve escudos. Con estos recursos se repusieron las insurreccionadas colonias. La última que se restauró fue la de Tapuita, en la cual terminó su gloriosa carrera fray Francisco del Pilar, como queda mas arriba referido.

Nos hallamos al fin de nuestra narracion, y como la comenzamos, asi la debemos terminar refiriendo dolorosos acontecimientos. Las misiones de Parapiti y de Oubaiz volvieron en 1804 á ser otra vez invadidas por los bárbaros. Al acercarse el torbellino, el padre Narciso Llamedo, que gobernaba la primera, cogió á toda prisa los vasos sagrados, y con algunos de los suyos se retiró á Piriti, guarnecido por un destacamento militar. Vinieron los bárbaros, y en breves horas lo redujeron todo á cenizas. De allí pasaron á Oubaiz. Allí el mismo huir de los fieles, y el mismo destruir de los salvajes furibundos. Lo mismo hubiera acontecido con Piriti, si el presidio no hubiera puesto un dique al torrente devastador. Habiendo calmado la tempestad, el incansable celo del padre Llamedo emprendió de nuevo su obra, y la iglesia, las casas, y los mismos campos

volvieron á recobrar su antiguo aspecto, si no es que lo recobraron con ventaja. Lo propio sucedió en Oubaiz y en Parapiti cuando á mediados de julio se trasladó á este punto el padre Llamedo. Con la suavidad de trato que tenia este santo varon no solo reunió todos sus neófitos, sino que tambien atrajo á los bárbaros de Timboy, formando una poblacion notable, como queda dicho anteriormente. Trascurrido algun tiempo, mejoró mucho la situacion de su pueblo; fabricó una nueva iglesia, otra casa para los sacerdotes, escuelas y oficinas nuevas; todo con mejores condiciones que las que antes tenian. Ademas convirtió muchos terrenos en campos cultivados, en que la caña de azúcar y el algodon con mucha variedad de legumbres y de granos ejercitaban lucrativamente la industria de los colonos. Pusieron el colmo á tantos beneficios ganados mayores y rebaños de ovejas que logró adquirir á fuerza de economía y de trabajo, secundado por su digno compañero el padre Julian Diaz Canseco. A alejar despues todo peligro de hostil insulto, contribuyó oportunamente el presidio militar, trasportado ya de Zaypuru á Piriti, y establecido finalmente en Parapiti.

CONCLUSION.

Y hé aqui, benévolo lector, lo que los pobres franciscanos hicieron en una parte de la remota Bolivia durante la segunda mitad del siglo xvi. Su voz apostólica resonó incesantemente en las provincias de Tucuman, Salta, Chicas, Santa Cruz de la Sierra, Paz,

Cucuito, Arequipa y Tarija; y de este modo anunciando el ignorado nombre del Redentor á los Chiriguanos, Chanesos, Mataguazos y Veiosos, atrajeron á muchos pueblos de vida brutal á vida racional, y de feroces á humanas costumbres. Fueron estos religiosos para aquellas gentes legisladores y jueces, médicos y maestros, gobernadores y padres. Infinitos fueron los sinsabores, infinitas las fatigas, infinita la pugna que sostuvieron, pero jamás cansados, ni entibiado su celo; en poco mas de medio siglo treinta y cinco mil almas regeneraron con la gracia de Cristo, veintidos poblaciones organizaron civilmente, y con una línea de defensa, tan estensa como es la de Santa Cruz á Ivivi, aseguraron los Estados Peruanos de las continuas incursiones de los bárbaros. Si no eres, lector, indiferente á la propagacion del cristianismo y á los progresos de la civilizacion, acompaña con tus votos la no acabada empresa, y yo, inculto pero genuino narrador de ella, ruego para que Dios te sea propicio en la vida y en la muerte.

FIN.

INDICE.

Pág.

1

9

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PROLOCO.
PROEMIO.

CAPITULO I. Del Cerro de la Sal

II. Entrada de nuestros religiosos al Cerro de la

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IV. Segunda entrada de nuestros religiosos al
Cerro de la Sal, y primera entrada á la
montaña por Andamarca .

V. Entra el padre prior fray Francisco Izquierdo
al pueblo de Santa Cruz

26

30

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36

VI. Fidelidad con que los indios Andes se portaban

con los padres conversores.

43

VII. De algunos prodigios que sucedieron en la con-

version de Santa Cruz.

50

VIII. Martirio del venerable padre fray Francisco

Izquierdo y compañeros .

IX. Pérdida de la conversion de Quimiri.
X. Vuelve el venerable padre fray Manuel de

Biedma á la conversion de Santa Cruz .

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