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CAPITULO XII.

Vuelve el venerable padre fray Manuel de Biedma á la conversion de Santa Cruz. Abrese camino de caballerías para aquella montaña.

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Desde que el venerable padre Biedma y su compañero salieron de la montaña de Santa Cruz, hasta el año de 1681, no entró á dicha conversion religioso alguno; porque lo fragoso de la entrada atemorizaba á los mas fervorosos. Y aunque el dicho siervo de Dios buscó con grandes diligencias y fatigas por varias partes entrada menos dificil, no pudo conseguir su buen deseo. Los indios infieles y los cristianos que se hallaban en Santa Cruz, clamaban para que los religiosos entrasen á darles pasto espiritual; pero no se les podia dar el consuelo que pedian, porque los prelados informados de lo dificil de aquella entrada, habian mandado que no se entrase á la montaña hasta que se abriese camino con gente de la Sierra, para escusar el grande trabajo que en ello habian padecido los indios neófitos. Muchas veces salieron los indios de Santa Cruz hasta Andamarca, pidiendo religiosos que los doctrinasen. En una ocasion salieron todos los cristianos, grandes y pequeños, y con lágrimas en los ojos. pidieron que les diesen padres, diciendo entre otras

razones: «¿porqué nos dieron á conocer á Dios, si nos dejan en poder del demonio? Si no nos hubieran enseñado, no tuviéramos el dolor que sentimos: no habemos de pagar nosotros lo que hicieron los malvados. Compadézcanse de nosotros, pues dicen que somos sus hijos. » Consolábalos el venerable padre Biedma (que se hallaba entonces en Andamarca) dándoles esperanzas de que en breve tiempo se comenzaria á abrir camino para poder entrar á mula; que ya se estaba tratando de ello, y que entonces tendrian sin fatiga lo que tanto deseaban.

La abertura de camino para caballería se habia juzgado por imposible; pero la necesidad hizo trabajar al discurso, y de tal suerte se tanteó, que se halló bastante fácil. Tomó esta empresa á su cargo el capitan don Francisco de la Fuente, dueño del obraje de Gualahoyo en el valle de Jauja, é insigne bienhechor de nuestra órden y sus conversiones, y con tanto empeño como si su caudal fuese muy cuantioso. Trabajaron en dicha obra todos los indios y fronterizos de Andamarca y de otras partes con grande teson; pagando dicho señor los jornales, sustento, herramientas y todo lo demas que fue necesario. Dióse principio á dicha obra á primeros de abril del año de 1681, y en seis meses ya se pudo llegar con caballería hasta las faldas de la Serranía, una jornada antes de las primeras habitaciones de los infieles, los cuales con la noticia de que se abria camino para mulas, á fin de que los padres entrasen á sus tierras, salieron varias ocasiones á querer trabajar en el camino; y como no se les permitia, desahogaban su afecto trayendo á los trabajadores regalos de frutas, y de lo demas que producian sus chacaras para alentar á los serranos á que trabajaran con empeño.

El venerable padre Biedma entró á visitar á los cristianos é infieles de Santa Cruz, porque lo deseaban en gran manera. Entró con la gente de trabajo del camino, que eran indios fronterizos, y entre ellos algunos mestizos. El curaca don Diego Tonté hizo á todos un convite á su modo y usanza con demostraciones de grande complacencia y regocijo por haber couseguido ver padres en su tierra. Y entre otras conversaciones dijo al siervo de Dios : « Si vinieras con harta gente, como estos españoles (llamaba españoles tambien á los mestizos ) yo te enseñara gente; allá dentro hay mucha, mucha gente no os la enseño porque luego me dejais, y ellos me quieren matar. Por causa de los padres ando yo huyendo de mi gente que muchas veces han venido á matarme. Para prueba de lo que os digo venid, y vereis: y llevó al siervo de Dios con otros á cinco parajes distintos donde se habia mudado sucesivamente, y vieron en algunos las casas quemadas, á las cuales sus contrarios habian pegado fuego. En todos los dichos parajes tenian fuertes cercas de palizadas, con que resistia los asaltos de sus adversarios. Y llegó á verse tan acosado, que se retiró á la falda de la sierra, donde el temperamento frio le sirviese de inespugnable muro, porque los indios de la montaña temen mucho llegar á paraje frio.

Habiendo el venerable padre Biedma reconocido su nuevo rebaño tan descarriado, que apenas se podian juntar cien almas, atendió á la conservacion de lo adquirido, y á que se perfeccionasen los caminos de la sierra, para que los religiosos pudiesen ser socorridos con facilidad. Y como en las visitas que el siervo de Dios habia hecho en los años antecedentes á las naciones convecinas, habia visto mucho gentio á la parte del oriente, se determinó con parecer del curaca don

Diego Tonté de mudar el pueblo una jornada mas al oriente en una campiña muy despejada, así para agregar alguna gente, como para que las mulas que entrasen pudiesen repararse de la falta de alimento que padecian en el camino en unos Pajonales que estaban allí cerca. Púsose por nombre al pueblo nuevo San Buenaventura de Savini, en el cual se juntaron poco mas de doscientas almas de la nacion Campa. Y dejando en dicho pueblo á los padres fray Juan de las Eras y fray Juan de Bargas, sacerdotes, el verano del año de 1682 salió á la sierra, para bajar á Lima á tratar con el señor virey sobre una empresa que meditaba; de la cual trataré en el capítulo siguiente.

CAPITULO XIII.

Descubrimiento del rio Paro y de la nacion de los Conibos.

El fuego de la caridad que ardia en el corazon del venerable padre fray Manuel de Biedma no le dejaba reposar, siendo corta esfera para su empleo la montaña de los Andes; y así anhelaba á una dilatada conquista, donde pensaba reducir muchas almas para el cielo. En el capítulo III de este compendio dije como este siervo de Dios estuvo algunos años de conversor en los Callisecas el año de 1665. En el tiempo que estuvo en dicha conversion, adquirió (mediante razones de algunos cautivos) muchas noticias de las muchas naciones que habitan en las márgenes del famoso rio Paro (que hoy se llama Ucayales). Confirmáronse dichas noticias con Otras muchas que tuvo durante el tiempo que estuvo en la conversion de Santa Cruz, de las muchas naciones que venian al Cerro de la Sal. Y como los indios son fáciles en ponderar, y mucho mas en mentir, le hicieron creer al venerable padre que era cierto el imperio del Enim, cuya noticia habia propagado don Pedro Bohorgues. Añadian algunos indios que en sus tierras habia padres vestidos como los de San Francisco, los cuales enseñaban la doctrina cristiana. Por esta noticia

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