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HISTORIA ECLESIÁSTICA DE ESPAÑA.

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tampoco la promocion al arzobispado de Zaragoza, no queriendo tener más esposa que la Iglesia de Huesca, la cual rigió hasta su muerte (1775) por espacio de treinta y un años.

No fué él sólo quien por entónces obraba y opinaba así. D. José Climent desde sus más tiernos años descubrió un entendimiento de gran vivacidad y penetracion, un carácter grave y circunspecto y un corazon justo y caritativo. A los veintidos años era ya catedrático de filosofía de la universidad de Valencia: se dedicaba al estudio de la Sagrada Escritura, de los Santos Padres é historia eclesiástica con un afan poco comun en España por aquellos tiempos. No quiso predicar, por más que se le instaba, hasta que llegó á los treinta años; y desde luego fué admirado como un orador de muy singular celo, doctrina y elocuencia. Fué cura párroco en la misma ciudad, y despues canónigo magistral de aquella santa iglesia. El gran concepto que se tenía de su virtud y ciencia le daba mucha autoridad con los jefes y señores principales; y por esto era muy eficaz su mediacion á favor de los pobres labradores y menestrales, que imploraban su proteccion con frecuencia, y nunca la negaba, cuando bien informado creía justa la solicitud. Fundó la cátedra de Cano, ó de locis theologicis, en la universidad, y una escuela gratuita de primeras letras en un arrabal. Cuando en 1766 le dió S. M. el obispado de Barcelona, le renunció con representaciones eficaces y respetuosas. Erigió en Barcelona diez escuelas gratuitas de primeras letras y catecismo en diez conventos: introdujo en el seminario episcopal la enseñanza de la gramática castellana, y mejoró la de teologia escolástica y moral. Estableció los sermones de la catedral en todos los domingos y fiestas principales; y en las iglesias de la ciudad la oracion contínua de las Cuarenta Horas. Conservó el Sr. Climent en todo su pontificado un santo horror á las obligaciones de su dignidad y vivo deseo de acabar sus dias en el retiro de la vida privada; y habiéndole S. M. en 1775 promovido al obispado de Málaga, que creyó S. Ilma. no poder admitir por ser contrario á los cánones y no creer conveniente á los sesenta años entrar en una diócesis desconocida, aprovechó esta ocasion de renunciar tambien el de Barcelona, y acabó sus dias en su casa propia de Castellon de la Plana, su patria. Murió este gran

Prelado en 1782, dejando su casa y todos los bienes para fundacion de un hospicio de huérfanos hijos de Castellon de la Plana. Al Sr. Climent debemos la reimpresion de las Costumtumbres de los israelitas y cristianos, la traduccion de la Retórica del venerable Granada, de las Instrucciones sobre el matrimonio y de las Obras de San Paciano, una Coleccion de sentencias de la Escritura, impresas en catalan y castellano para las escuelas de niños, y la Gramática castellana para uso del seminario de Barcelona, etc.

Fué notable tambien por sus virtudes el señor Lancaster, Obispo de Cuenca perseguido por los fiscales del Consejo, más que por su representacion al Rey, por su afecto á los Jesuitas.

El Excmo. Sr. D. Felipe Bertran en el tiempo de sus estudios, en el de catedrático de la universidad de Valencia, de cura párroco y de canónigo lectoral de aquella santa iglesia, se atrajo la veneracion y aprecio de las gentes por sus ejemplares costumbres. Hecho Obispo de Salamanca, muy distante de creer precisa para el decoro de su dignidad, ni la seriedad enojosa, ni la ostentacion en mesa, muebles y familia, frugal y moderado en todo, benigno y afable con todos, dió grandes pruebas de sabiduría, amor entrañable á sus ovejas y celo de su salvacion en sermones, cartas pastorales, santas visitas é infatigable aplicacion á todas las tareas de su ministerio. Ansioso de proveer las parroquias de buenos curas, asistía siempre á los concursos de curatos, y combinaba mucho las circunstancias de cada pueblo con las de los opositores, para dar á todos el cura que fuese más á propósito. Con Real aprobacion erigió muchos beneficios en curatos propios y gran número de tenencias colativas, remediando el abuso de que bajo el nombre de beneficios simples servideros gozasen las rentas de muchas parroquias los que tal vez vivían muy lejos, quedando ellas malísimamente servidas. El deseo de tener buenos curas en moral y doctrina fué el principal motivo de la fundacion y dotacion del seminario conciliar, que logró á costa de muchos trabajos. Nombróle Cárlos III Inquisidor general de estos reinos, y en tan alto destino brilló más que nunca su prudente mansedumbre, profunda sabiduría y vivo celo de la gloria de Dios y pureza de la religion. Facilitó que se impri

miesen las Santas Escrituras en español, siempre que la traduccion tuviese las condiciones que exigía Benedicto XIV. Murió en 1783.

Otros sujetos célebres en virtud renunciaron varias mitras durante el siglo pasado. Entre estos podemos contar al beato Posadas y al P. Garcés, dominicos, y al P. Colindres, capuchino, de quienes se hablará luégo.

De otros muchos Obispos de gran virtud y caridad se hablará más adelante no sólo en los episcopologios, sino al hablar de la proteccion que el episcopado prestó al desarrollo de la industria.

§. 41.

El venerable Obispo de Lugo Fr. Francisco Izquierdo y Tavira.

FUENTES.-España sagrada, tomo XLI, pág. 253.

En medio de tantos y tantos Prelados de gran virtud, preciso es hacer mencion especial de un Santo Tomás de Villanueva del siglo pasado, fray Francisco Izquierdo y Tavira, fraile dominico, natural de la villa de Hinojosos, priorato de Uclés, y por tanto paisano de aquel santo Arzobispo. Su biografía parece hecha para figurar en el Año cristiano. En otro país que no fuera España se hubiera pensado en su beatificacion: baste decir que dos Papas hicieron su elogio en vida de él.

Nació el P. Izquierdo en Octubre de 1686: entró religioso dominico, y estudió en Santo Tomás de Avila y San Gregorio de Valladolid: su memoria era asombrosa. Por cosa notable se dijo que cuando argüía en forma silogística, ni desentonaba nunca, ni presentaba cavilaciones y sofisterías. ¡Gran leccion para los ergotistas energúmenos que ponen la energía en dar gritos, y el saber en ofuscar la verdad! Sus mortificaciones y austeridades eran las de los grandes Santos: su pobreza rayó en extremo. Elevado á la dignidad episcopal, se hizo notable por su esplendidez con todos ménos consigo y con su familia. Jamás consintió dar limosna para fuera de su diócesis: ¡escrupulosidad notable!

Al llegar á Galicia volvióse á mirar á la tierra que dejaba

atrás, diciendo: El maravedi mio que salga para allá sea pecado que Dios no me perdone (1).

Más de 300.000 rs. gastó en rehacer el acueducto romano para surtir de aguas á Lugo, teniendo en cuenta para ello, más que la utilidad pública, el evitar la perversion de las criadas y mozas de cántaro.

Benedicto XIV le dirigió una carta muy lisonjera, que á nadie enseñó (2). Llevó muy á mal que se publicara en unas conclusiones impresas en Santo Tomás de Avila, pero se supo que había enviado copia de ella un canónigo de Avila que estaba en Roma, donde había circulado sin reserva alguna.

Clemente XIII le escribió otra carta gratulatoria en forma de Breve, en que recapitula varias de sus obras (las que se sabían), diciendo: Ædificata in hospitali Sti. Joannis de Deo à fundamentis Ecclesia, argentea capsa, eaque affabre elaborata et auro illita cathedrali ecclesiae donata: domus extructa ut qui Prædicatorum ordini nomen dederint, ejus vitæ tyrocinium ponant..... Nam et unam è portis istius urbis ædificasti, et viam asperam et impeditam opera emollitam facilem reddidisti: aquam ad duo millia passuum scatentem in siticulosam urbem eduxisti per fistulas in plures sacras familias et in Episcopales ædes derivasti, fontem denique struxisti magnifice..... El Obispo que todo esto hizo, murió como Santo Tomás de Villanueva en una cama, por cuyo alquiler pagaba once reales mensuales al hospital.

§. 42.

Regulares notables por su gran virtud.

Merecen especial mencion los tres que acabamos de citar. El venerable Fr. Francisco Posadas pasó toda su vida ocupado en el ministerio de la predicacion, buscando no la reputacion de orador, sino la salvacion de las almas, especialmente en Córdoba, cuya mitra no quiso admitir. Escribió va

(1) Hizo un formulario de carta para contestar á todas las peticiones, fueran de quien fueran, diciendo que no podía en conciencia dar lo de sus diocesanos fuera de la diócesis.

(2) Véase en el apéndice.

rias obras espirituales y las vidas de la venerable Leonor María de Cristo, monja dominica, y del venerable presbítero secular D. Cristóbal de Santa Catalina, fundador del hospital de Jesús Nazareno en aquella ciudad, que se dedicó en él á servir á los pobres. El venerable Posadas murió en Córdoba (1713) con singular opinion de santidad, despues de haber renunciado por dos veces mitras para que fué propuesto.

No fué ménos célebre el venerable P. Fr. Antonio Garcés, de quien todavía se acuerdan con mucho respeto en varios pueblos de Aragon y Castilla. Era natural de Alagun, y se dedicó al pulpito, lo mismo que el anterior, siendo misionero apostólico. La veneracion que inspiraba era tal, que logró con su mediacion calmar la tempestad originada en Pamplona entre el Obispo y el Virey sobre la cuestion de inmunidad (1745), cuando ya la Audiencia estaba para prender al Obispo y expatriarlo, y el pueblo amenazaba salir á la defensa del Prelado (1). Despues de una vida ejemplar, austera y laboriosa murió en Zaragoza (1773) á la edad de setenta y dos años con opinion de santidad, agolpándose todo el pueblo á su entierro, y habiendo asistido á él las autoridades civiles.

El P. Fr. Pablo Colindres era descendiente de la noble fa-milia de Oruña (2). Del colegio de Santa Cruz de Valladolid y de la cátedra de leyes de aquella universidad, pasó á ser doctoral de Salamanca y catedrático de cánones en ella. Abandonólo todo y se hizo capuchino. Por sus talentos y virtudes la Orden echó al punto mano de él para los asuntos más delicados. Estuvo de misionero apostólico en Oran; despues fué visitador general de la Orden, y finalmente ministro general de ella (1761). Fernando VI le había propuesto para el obispado de Barcelona: negóse constantemente á la admision de él, á pesar de las instancias de Benedicto XIV. Habiendo раsado á visitar los conventos de su Orden, le sorprendió la muerte en Viena de Austria (1766), donde la Emperatriz Maria Teresa le hizo magnífico funeral (3).

(1) Véase la nota 3.a del §. 384, tomo III de la Historia de los Obispos de Pamplona, pág. 187.

(2) Llamábase en el siglo D. Pedro de Oruña, Calderon de la Barca. (3) Alventos, Historia del Colegio Viejo de San Bartolomé, tomo I, pág. 45.

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