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las á la crítica de la multitud ignorante (1). » D. Nicolás María Sierra contestó oponiéndose á las adulteraciones, porque los cánones estaban ya publicados por Loaisa, Aguirre y Vi-llanuño; y supuesta la publicidad de estos monumentos, si se omitiesen en el nuevo códice, resultaría este muy despreciable, infiel y defectuoso. El Sr. Sierra no hirió de lleno la dificultad, pues al dar por supuesta la publicidad de los cánones contrarios á las regalías, daba á entender que si no hubiera existido esta publicidad, quizá pudiera haberse hecho la superchería. ¡Y estos hombres declamaban contra las suplantaciones de Isidoro Mercator!... Si tales bajezas querían hacer los godoyanos en el siglo XIX en adulacion del poder civil y en materia conocida, ¿qué no hubieran hecho en la Edad media?

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Masdeu y su hipercritica. - El P. Villanueva y otros críticos.

Los trabajos de Masdeu para depurar la fuentes de nuestra historia son de tal importancia, que ni pueden dejar de ser citados, ni dejar de hacerse aquí especial mencion acerca de él. Los mismos que lo vituperan lo suelen manejar sin citarlo (2).

Aun cuando haya lugar para combatirle y acusarle, como le impugnó y acusó el P. Villanueva no pocas veces, no creo cierto lo que se ha dicho en nuestros dias sin probarlo, de que estuviese vendido á la corte (3). Cargo gravísimo, y mas

(1) William Coxe en el capítulo adicional puesto al reinado de Fernando VI (tomo IV, pág. 51) pretende que fué el Clero quien hizo recelar de aquella publicacion. No hay más que leer las órdenes, para convencerse de que en esto, como en otras muchas cosas, el odio á la Religion católica hizo faltar á la verdad al escritor anglicano.

(2) Ni ántes ni despues nadie ha estudiado las fuentes históricas con el teson que Masdeu. Por otra parte, habiendo hecho sus investigaciones en Roma, disfrutó de la ventaja que le ofrecían las grandes bibliotecas de la Ciudad Santa, hallando allí libros que no hubiera encontrado en las de España.

Yo he aconsejado y aconsejaré, siempre que se haya de tratar algun punto de nuestra historia antigua, examinar las obras que cita en sus notas, evacuar las citas, y no hacer caso del texto ni de los comentarios. (3) Independencia de la Iglesia hispana. Por muy acreditado que sea

en un jesuita, y catalan por añadidura. Las ideas que vierte Masdeu acerca de las regalías y el entusiasmo con que habla de nuestra disciplina gótica, eran ideas y entusiasmo muy generales en aquella época. Los Obispos Tavira, Abad y Lasierra, Climent, Amat, y áun algunos otros, adolecían de elias. La aparicion de nuestra olvidada Coleccion goda fue mirada como una revelacion por los canonistas del siglo pasado. La aparicion de la Legislacion romana no fué saludada en Italia con el entusiasmo que lo fué en nuestro país. Era la panacea universal para todos los males de nuestra Iglesia. Los Papas ya en lo sucesivo nada tenían que hacer en España, segun aquellos entusiastas. Macanaz en sus últimos escritos se dolía de no haberla conocido ántes. Masdeu se dejó llevar de estas ideas. Sentido de la conducta de Clemente XIV con su Instituto, y del desprecio que los italianos hacían de nuestra patria y nuestra literatura, hizo lo que el abate Andrés, vindicando una y otra. Si hubo exageracion en esto, en verdad que no somos los españoles quienes debemos echársela en

cara.

Más adelante su génio huraño, caviloso y algo destemplado, las invectivas de que fué objeto y el ódio contra Francia, de donde había surgido la persecucion de su Instituto, le precipitaron en lamentables desvarios, convirtiendo su crítica en un furor censorio que degeneraba en escepticismo. Masdeu es el Harduino de España. En vez de acomodar su doctrina á las pruebas y documentos, se forja una teoría caprichosa y declara apócrifos cuantos monumentos se le opongan. Este ha sido el error de todos los hombres sistemáticos y en todos tiempos. ¿Quién sabe si en el fondo de su corazon había un deseo de volver á España por medio de estos halagos al poder Real? ¿Qué no se hubiera dicho contra él y contra todos los jesuitas, si hubiesen tratado de rebajar el poder Real en una época en que el Rey de Francia subía al patíbulo?

Que Masdeu hizo un servicio á la historia de España es indudable. Los mismos que abominan de sus doctrinas tie

el Sr. Cardenal Arzobispo de Sevilla y muy censurable Masdeu, no creo que haya razon para imputarle tal cosa. Era demasiado áspero el génio del jesuita catalán para convertirlo en cortesano.

nen que acudir á sus escritos para hallar los hechos depurados y consultar en sus notas las fuentes donde hay que acudir. Pero no es ménos cierto que hizo no poco mal à la Iglesia y á la autoridad pontificia, fomentando la aversion contra ésta, y pintando con colores denigrativos á Pontífices de miras santas y rectas. Envuelto en disputas poco importantes, y exasperado por la mala fe de algunos de sus adversarios, que llegaron á calumniarle en la doctrina, el génio bilioso del jesuita catalan, recrudecido por los años y el destierro, llegó á desbordarse completamente. Sus censuras contra el Cid y Gelmirez chorrean sangre. Flórez y Risco eran enemigos de los Jesuitas, como otros muchos de su instituto. Aquel había escrito una censura contra la doctrina de los Jesuitas bajo el apellido de Huidobro; este otro tampoco les era afecto. Por tanto, al estrujar Masdeu á Gelmirez abofeteaba á Flórez, mostrándole su poco criterio en publicar sin notas, y áun con elogios, una historia afrentosa para España: al patear la descabellada crónica del Cid, ponía Masdeu bajo sus plantas à Risco, probándole su gran credulidad.

La continuacion de su Historia critica hasta terminar la Edad media se conserva en las Bibliotecas Nacional Ꭹ de la Historia en Madrid. Su desafecto á la Santa Sede se aumenta en estos tomos inéditos. Al restaurarse la Compañía de Jesús en España, terminada la guerra de la Independencia, los Jesuitas dudaron si deberían admitir á Masdeu. Pero ¿qué habían de hacer con un pobre viejo, cuyo carácter se hubiese exacerbado aún más con aquel desaire? Admitiósele nuevamente en la Compañía, en cuyo seno falleció, reconociendo algunos de sus extravíos (1).

En pos de Masdeu vino el Sr. Marina, académico de la Historia: este tomó un rumbo enteramente opuesto. A juzgar por los escritos de Masdeu era preciso volver á ser visigodos. Pero ¡oh fatalidad! los canonistas filo-godos no tenían en cuenta

(1) Así me lo asegura persona que tengo derecho á suponer bien informada.

El goticismo tan decantado por Masdeu y la escuela regalista de Cárlos III, fué mirado con horror por el jansenismo de la de Cárlos IV por ser teocrático.

TOMO VI.

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que para plantear aquella disciplina era preciso dar mucha importancia á los Obispos y à la teocracia: ¡qué horror! Marina y Sempere dieron el grito de alarma, y mostraron con el dedo el abismo donde nos iban á hundir aquellos. Los escritores que los siguieron incautamente, todos siguieron esta nueva senda viniendo á parar en una especie de gotifobia.

Concluyamos este cuadro con el nombre del P. Jaime Villanueva, dejando á un lado á los Sres. Amat, Tavira, Ponz, Estala y otros varios. Era el P. Villanueva un fraile dominico muy erudito, hermano del capellan de honor D. Joaquin Lorenzo, á quien van dirigidas sus cartas: su carácter era franco y piadoso y sus costumbres irreprensibles. En cuanto al criterio histórico era superior á todos los anteriormente citados, excepto Burriel y Perez Bayer, á los cuales igualó: combatió á Masdeu en muchos de sus extravíos, pero sin acrimonia y sin pasion. Comisionado para llevar á cabo la coleccion diplomático-litúrgica de Burriel, fué tan desgraciado como éste: despues de haber visitado los archivos de Valencia, Cataluña y Mallorca, sorprendióle la invasion francesa. La politicomanía de su hermano D. Joaquin le alcanzó á él, como tambien su proscripcion. Perdiéronse sus papeles, y á duras penas se han podido dar á luz sus Cartas sobre el viaje literario, gracias al celo de la Academia de la Historia y á la munificencia del Sr. Santaella, siendo Comisario de Cruzada.

§. 55.

La Inquisicion en poder de los jansenistas.-Arce, Villanueva by Llorente.

Increible parece que la Inquisicion, en vez de servir para perseguir las herejías, llegara á ser un medio de ampararlas. Los tres nombres que figuran á la cabeza de este artículo dicen bastante. El primero, amigo y encubridor de Godoy, era Inquisidor general: el segundo consultor y oráculo de la Suprema; el tercero secretario de ésta : los tres jansenistas conocidos. Es verdad que no todos los inquisidores, ni en Madrid, ni ménos en provincias, eran así; ¿mas qué se podía esperar

de un tribunal en que su cabeza y brazos adolecían de ese modo?

En su Vida literaria (1) refiere D. Joaquin Lorenzo Villanueva todas las intrigas y miserias de aquel tiempo, y claro está que las refiere á su placer poniendo en caricatura á los ultramontanos. Quizá tenía razon en las de algunos de estos, cuya mala fama ha llegado hasta nuestros dias; ¿ pero eran mejores los pretendidos reformadores y sábios, en realidad cismáticos y jansenistas? Líbreme Dios de repetir aquí lo que áun allí no puede leerse sin rubor.

Terrible es la caricatura que hace del Arzobispo Muzquiz cuando aún era capellan de honor; pero sólo se copiará lo relativo á una delacion que aquel hizo al Santo Oficio, por la cual se verá qué consultores tenia. «Este Muzquiz fué uno de los consejeros áulicos de aquella época: entre los vaivenes de su varia fortuna llegó á la alta dignidad de ser instrumento para que se prohibiesen nuevamente las piadosas obras de Nicole, despues que las había dado por sanas y buenas la misma Inquisicion, en virtud del informe de una junta de teólogos creada por el Inquisidor general Arce, de que fuí individuo. Eranlo conmigo mi compañero Espiga, el canónigo de San Isidro Santa Clara, el P. Ramirez, del Oratorio del Salvador, y tres religiosos de los que el vulgo llamaba jansenistas » (pág. 70). De tales censores & qué se podía esperar?

Las obras de Llorente, el secretario del Santo Oficio, fueron puestas en el índice expurgatorio por varios decretos de 1822 á 1824. De D. Joaquin L. Villanueva son las cartas que dió á luz bajo el seudónimo de D. Roque Leal, y su Despedida de Roma. Esta ha respetado su precioso trabajo titulado Año cristiano español, aunque una prevencion exagerada y nimia (quizá codiciosa) trató tambien de que fuese prohibido.

(1) Vida literaria de D. Joaquin Lorenzo Villanueva ó Memoria de sus escritos y de sus opiniones eclesiásticas y políticas... escrita por él mismo. Lóndres 1825.

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