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instantes del reo condenado á pena capital. Entre los muchos inconvenientes de esta, la única ventaja que ofrece es la llamada ejemplaridad. Realzábase esta en España con el aparato religioso que circundaba al reo: poníasele á la vista la efigie de Cristo, que murió por todos; sobre el saco de ignominia colocábase algun escapulario ó insignia religiosa, y acompañado de sacerdotes y personas religiosas llegaba al patibulo (1). El espectáculo de la Religion acompañando al reo, contenía las imprecaciones en los labios de la multitud. El nombre de Jesús era el último que articulaba el desgraciado, y el sacerdote, convirtiendo en púlpito el cadalso, en pié, junto al cadáver agitado por las últimas convulsiones, dirigía alguna plática fervorosa á la multitud aterrada, en aquellos momentos solemnes en que el horror á la muerte hace abrir los oidos del corazon. Una ejecucion militar es un espectáculo de inhumana curiosidad; el soldado muere como un histrion, aparentando un valor que la naturaleza no le ha dado para aquel momento: la sociedad, que baja el dedo para que se le mate, le exige que caiga en buena postura, como las damas romanas lo encargaban á los gladiadores. El suplicio sin la Religion es una venganza: con aquella es un escarmiento.

Cuando la sociedad había sacudido de sí el criminal, cual se arroja al suelo y se pisa á un reptil que aparece en el vestido, la Religion recogía sus restos mortales con decoro, y bendecía al que todos maldecian: hombres honrados lo cargaban sobre sus hombros, y hacían sufragios por él. Algo de esto queda aún: lástima es lo que ha desaparecido.

Eran tambien muy comunes las cofradías para socorro de las ánimas del purgatorio, y áun las personas más nobles y condecoradas no se desdeñaban de pedir limosna públicamente para hacer sufragios por su eterno descanso. Felipe V había mandado moderar los gastos frívolos que se hacian en los entierros, y proscrito el lujo inmoderado en los ataudes y los catafalcos por desgracia estas piadosas leyes (2) y las rela

(1) Desde tiempo de Felipe II se introdujo la práctica de dar la Comunion á los reos, pues hasta aquel tiempo se les había negado. (Ley 4.", tít. 1.o, lib. I de la Novisima Recopilacion.)

(2) Novisima Recopilacion, lib. I, tít. 1.°

tiv as á cementerios, no consiguieron extirpar los abusos, ni hubo la suficiente energía para hacerlas cumplir.

Hoy en dia cási todas estas prácticas piadosas y costumbres patriarcales han desaparecido de las ciudades, y áun principian á perderse en los pueblos. La inmoralidad de la corte y de la aristocracia de Cárlos IV contagió á la clase media: los prisioneros que regresaron de Francia despues de la guerra de la Independencia, vinieron en su mayor parte contagiados de ideas impías, y pervirtieron á los pueblos: nuestras guerras civiles y el desafecto de algunos gobernantes á la Religion, han hecho el resto. Algunos quisieran que el pueblo fuera religioso, pero sin darle ellos el ejemplo.

§. 61.

Mirada retrospectiva al siglo XVIII.

Dos periodos distintos y muy marcados tiene el siglo XVIII, y que no se pueden confundir, como no es posible confundir aquel siglo con el actual. En los reinados de Felipe V y Fernando VI hay todavía respeto á la tradicion y á la Iglesia, pues el mismo fundador de la dinastía, despues que dejó de ser francés, y salió de las tutelas de Orry y Macanaz, se hizo español, y áun cuando en desacuerdo á veces con la Santa Sede, no faltó á esta sistemáticamente. Pero los reinados de Cárlos III y IV, y la segunda mitad del siglo, son enteramente distintos de la otra mitad : la impiedad cunde entre la aristocracia frívola, voluptuosa y volteriana, que no escarmentó al ver conducir al patíbulo á la de Francia, aún más corrompida. Entre la aristocracia del dinero y de las letras, además del volterianismo cundía la francmasonería, que se propagaba tambien entre el comercio, la marina y la oficialidad del ejér cito. La magistratura, no solamente no profesaba ya veneracion á la Iglesia, sino que tenía profunda aversion al clero complaciéndose en supeditarlo con máximas, que ya no eran el regalismo teológico de los consejeros de Felipe V, sino desvergonzado jansenismo y cesarismo semipagano al estilo anglicano y moscovita.

La virtud, huyendo de la corte y de los centros grandes

de poblacion, se refugiaba á los campos y á los cláustros, donde no siempre encontraban, ni el recogimiento, ni la austeridad apetecida.

Cuando los países llegan á ese grado de postracion, el azote de la Providencia viene á corregir tal degradacion y extravío; Ꭹ si no envía bárbaros ó musulmanes que sirvan de castigo, suscita otros bárbaros de en medio de las sociedades corrompidas, que vienen con sus revoluciones salvajes á ejecutar lo que en el siglo V y en el VIII hicieron los bárbaros del Norte y del Mediodía. La reforma pasajera del Concilio de Trento y el castigo de la antifrástica reforma protestante estaban ya olvidados. Vamos á ver cómo la Providencia suscitó los bárbaros modernos para castigar la relajacion y las malas doctrinas, viniendo las repúblicas á castigar á las decrépitas monarquías: el indiferentismo y el liberalismo, á la relajacion, el orgullo y la indisciplina no reprimidos: la desamortizacion, á la codicia, el culto sin devocion, el nepotismo y la usurpacion de los biencs de los pobres. Dios omnipotente, que nada hace sin grandísima justicia, ha permitido que ésta viniese en nuestros dias.

Vamos á ver el castigo providencial del siglo XIX, despues de la gran relajacion del anterior, que se acaba de pintar á grandes rasgos.

SEGUNDO PERIODO DE LA SEXTA EPOCA.

§. 62.

Idea general del siglo XIX.

Las ideas disolventes de la revolucion francesa tuvieron gran acogida en España, como en los otros países latinos de Europa y América. La raza germánica ha hecho ménos caso de ellas. Atribúyenseles los adelantos de nuestra época. Sin ellas hubieran sido estos mayores y mejores. En España han sido muy funestas aquellas máximas, pues áun los que pasan por buenos y tradicionalistas, hablan, piensan, comen, visten y viven á la francesa. Antes que las tropas francesas invadiesen el territorio, lo habían invadido las ideas de aquel país.

El estado de este durante el siglo XIX ha sido el de una guerra civil contínua. En los dos reinados que han llenado el siglo XIX hasta nuestros dias los españoles han tenido por ocupacion exclusiva aborrecerse y matarse. Durante el reinado de Fernando VII, fué la lucha de lo nuevo contra lo antiguo; durante el de su hija, la lucha de lo antiguo contra lo nuevo. ¡Funesto siglo, en que hemos retrocedido al siglo XIV en son de progreso, y al de la época de las guerras malditas entre Aragon y Castilla, y á las rebeliones de los Grandes, que ahora llamamos pronunciamientos, y la políticomanía que llamamos libertad!

El clero, tan rico, tan opulento, tan considerado á principios de este siglo, ha perdido todo, sus bienes, sus privilegios é inmunidades, sus exenciones, su influencia; pero en cambio ha conquistado no poco de su independencia, y camina hácia la emancipacion completa y la libertad de la Iglesia. El jansenismo ha muerto; la adhesion á la Santa Sede es mayor que nunca; el regalismo está desacreditado y se soporta con impaciencia; el culto, ménos ostentoso, va siendo más cor

TOMO VI.

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dial y devoto; el respeto á los Prelados mayor, habiendo desaparecido las exenciones, y mayor tambien la energía para combatir á la impiedad, el error y las intrusiones laicales.

La obra de Recaredo, la armonía entre la Iglesia y el Estado queda rota en casi toda España, como la de Constantino queda rota en casi toda Europa. El siglo XIX ha fomentado. mucho los intereses materiales, poco los morales, ménos los religiosos. La tercera generacion de este siglo acaba en este año (1875). ¿ Verá la cuarta el fúnebre aniversario del 1793?

La historia enseña, pero no adivina. La historia contemporánea es difícil de escribir: el calificar muy arriesgado. Si no es buena, vale más no detenerse mucho en ella. Por todas estas razones pasarémos por este período rápidamente y narrando sin calificar.

§. 63.

Fuentes especiales de este segundo periodo.

Poco es lo que podemos mirar como tal. Historias seculares no faltan, pero sirven de poco para nuestro estudio. Muchas de las obras modernas son hostiles á la Iglesia y hay que desconfiar de ellas. Tal sucede con la historia de Fernando VII, escrita por un anónimo, en tres tomos.

Por otra parte, la prensa periódica rebaja mucho y casi mata la literatura séria; y con todo, no se puede prescindir de ella. Es como el ópio, la morfina y otros venenos, que, por perjudiciales que sean, hay que tomarlos á veces.

La coleccion de documentos oficiales está en la Gaceta y en los Diarios de Córtes. Los demas hay que buscarlos en otra multitud de obras.

Para el reinado de Fernando VII, y algunos de los sucesos de su tiempo, puede citarse la Biblioteca de Religion.

Para la parte biográfica y personal del clero á mediados de este siglo, puede servir el Boletin del Clero, que se publicó el año 1852, y contiene las biografías y hasta los retratos del Episcopado y de los personajes más notables del clero en aquellos años. Por falta de proteccion no pudo continuar aquella publicacion.

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