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acusarán de diminuto, y echarán de ménos mucho de lo que á sabiendas se calla? Nada se ha dicho de las tendencias de algunas autoridades al Protestantismo; nada de la solicitud de mister Rule, ministro protestante de Gibraltar, para introducir el metodismo en España; nada del proyecto del Sr. Alonso sobre jurisdiccion eclesiástica, leido en la sesion de 31 de Diciembre de 1841, por el que se abolían para siempre el tribunal de la Rota, la Colecturía de Espolios, los tribunales de Visita, la exhibicion de testamentos á los visitadores, el Vicariato general castrense, y se abolía casi la jurisdiccion eclesiástica ordinaria. Nada se ha dicho tampoco del proyecto de ley sobre separacion de Roma, que leyó el mismo señor Ministro en la sesion de 20 de Enero de 1842, y que las Cortes tuvieron la cordura de no llegar á discutir. Y nada se dice acerca de estos dos últimos puntos, porque hay motivo para sospechar que el Ministro que los leyó no tuvo más objeto que hacer un alarde de terror para amedrentar á la Santa Sede, manifestándola el abismo á que podía empujar á la Iglesia, pero sin ánimo de llevar á cabo tales cosas. ¿Quién sabe si él mismo contribuiría á que no saliesen de las comisiones del Congreso? ¿Quién sabe si hoy desearía borrar de nuestra historia eclesiástica aquella funesta página? La lectura de las tristes escenas del degüello de los frailes, página la más horrorosa de nuestra historia contemporánea, no causa el estremecimiento que la lectura de aquellos dos proyectos. Las cenizas de Macanaz se estremecerían en su huesa si los pudiesen oir leer.

Otros varios protestaron lo mismo. Los Cabildos de Daroca, de Oviedo, de Toledo, de Lugo, de Zaragoza, y muchos eclesiásticos sueltos ó aislados, sintieron igualmente por su parte los efectos de la cólera del Regente. En este extremo, el Papa Gregorio acordó enviar á toda la Iglesia una Encíclica, en la que invitaba á todos los fieles á pedir con rogativas ó preces públicas, con indulgencia plenaria, por la salud de la iglesia de España (1). El Catolicismo obedeció al llamamiento del Santo Padre, y toda la Iglesia oró por la suerte de Es

(1) Véase el original latino en el Católico, 1842, Abril, sup., página 16 y sig. El Gobierno español tomó además otras medidas contra la ejecucion de esta encíclica.

paña y pidió al Altísimo contra los opresores de ella. Los efectos se vieron luégo.

Los perseguidores de la Iglesia no tardaron mucho en sufrir su merecido destino: el Ministerio fué derrocado; el Regente Espartero expulsado del reino; Isabel II declarada mayor de edad y llamada al Gobierno (Octubre de 1844). La nueva administracion se inauguró con varios actos de reparacion para con la Iglesia, permitiendo á los Obispos desterrados volver á España, emancipando el Episcopado de la tutela política (2), y restableciendo la Rota de la Nunciatura apostólica, sin deshacer no obstante la venta de los bienes de la Iglesia (3).

(2) El Católico, 1844, n. 15 y 16. La España, despues de la caida de Espartero, en las Hojas histórico-políticas, tomo XVI, pág. 209–229. (3) Balmes: El Protestantismo comparado con el Catolicismo en sus relaciones con la civilizacion europea. Paris, 1844, cuatro volúmenes en 8.°

CAPITULO X.

RESTABLECIMIENTO DE LAS RELACIONES ENTRE LA IGLESIA Y EL ESTADO.

§. 85.

Mayor edad de la Reina Isabel.-Balmes.

La dureza inmotivada con que el Clero había sido tratado desde 1840 al 43, la venta de los bienes del Clero secular, y la persecucion de los Obispos y Cabildos, habían predispuesto á todas las personas religiosas en contra de la Regencia. Al estallar el pronunciamiento de 1843, el Clero no tomó en él una parte activa, pero se congratuló por la derrota de aquella: era lo ménos que podía hacer.

Declarada Isabel II mayor de edad, calmáronse en gran parte los odios y persecuciones, y la tempestad pareció alejarse. Alzáronse los destierros y confinamientos á los Prelados perseguidos por su conducta religiosa, y á los prebendados y clérigos alejados de sus beneficios por las cuestiones con los gobernadores calificados de intrusos. Abrióse el tribunal de la Rota por Real órden de 20 de Febrero de 1844; se autorizó á los Prelados para convocar á concursos, á fin de proveer en propiedad los curatos vacantes y conferir órdenes (26 y 28 de idem), á los patronos para presentar en los curatos, y hasta se mandaron devolver los títulos y cartillas de órdenes á los jóvenes que los habían recibido en el extranjero (16 de Julio). La Colecturía de Espolios, unida á Cruzada desde 1842, se constituyó en seccion aparte (14 de Febrero). Anulóse tambien la órden dada por la Regencia en 1842 prohibiendo dar curso á las preces dirigidas á Roma (23 de Noviembre).

Al año siguiente continuó el Ministro D. Luis Mayans aconsejando á S. M. algunas disposiciones reparadoras. Mandóse que los PP. Escolapios volvieran al estado que tenían

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antes de la ley de 1837 (5 de Marzo de 1845), y á los Jueces de primera instancia dejar expeditas sus atribuciones á la Colecturía general de Espolios y Vacantes (12 de id.). Las Córtes votaron otra ley de dotacion de Culto y Clero, para la cual se decretaron 159 millones, incluyendo en ello los productos de los bienes no vendidos, y de Cruzada. La recaudacion de los productos debía hacerla el Clero, y al Gobierno se le facultaba para reparar los agravios que la experiencia había acreditado en la ley provisional de 1838 sobre dotacion (23 de Febrero). Poco despues las Córtes dictaron la medida reparadora de que se devolviesen al Clero secular los bienes no enajenados (3 de Abril). Por desgracia lo devuelto era lo de ménos valor, pues las mejores fincas habían sido ya enajenadas en los tres años anteriores.

Por más consoladores que fueron todos estos actos de reparacion, lo era mucho más el sesgo que iban tomando las ideas religiosas. En las Córtes hablaban con libertad varios diputados conocidos por sus buenos sentimientos religiosos, sin mengua de sus opiniones en favor de la libertad, como el malogrado Marqués de Valdegamas, el de Viluma y los Sres. Tejada (D. Santiago), Negrete y otros. En sus discursos calificaron con términos duros, pero exactos y merecidos, los atropellos cometidos contra la Iglesia, y pidieron su reparacion, que no en todo se logró. Al mismo tiempo en la prensa el célebre D. Jaime Balmes procuraba atraer al partido realista una organizacion legal, para combatir en el Parlamento con las armas constitucionales, á fin de conseguir una transaccion honrosa, cediendo algo bajo el aspecto político, para ganar en el religioso, en el que nada se podía conceder. Apoyaban estas ideas muchos liberales escarmentados, que habían podido sondear con la vista el abismo á cuyo borde había estado la nacion: el Clero acogió aquellas ideas con benevolencia, y el partido realista parecía preparado á una vida política legal. El Pensamiento de la Nacion, periódico semanal de Balmes, era leido con aprecio hasta por las mismas personas ilustradas del partido liberal que no aceptaban las ideas de su autor.

Su magnífica obra de Observaciones sobre el protestantismo le dió á conocer en el extranjero como eminente publicista y crítico. Despues fué conocido como profundo filóso

fo, y en el tiempo en que escribió de política se acreditó de eminente repúblico. El fué el alma del partido sensato que inició el fracasado proyecto de reconciliacion. Balmes no estaba por volver á reconstruir todo el edificio demolido, ni unir la causa de la Iglesia á ninguna causa política.

La base de la reconciliacion de los partidos debía ser la boda de la Reina con el Conde de Montemolin; mas acerca de los medios y forma en que debia convenirse para su ejecucion, no se mostraban acordes áun los mismos que la deseaban. Todavía se creyó llevar las cosas al apetecido término; mas la influencia de la Reina madre y de Luis Felipe disiparon de un soplo aquellos proyectos, y con ellos las esperanzas de reunir á la nacion bajo una sola bandera. A los que la tremolamos entónces y la defendimos se nos llamó locos. ¿Qué calificacion guardará la historia para los que impidieron entónces la terminacion de la guerra civil? Alzó esta su cabeza en Cataluña y otras partes, y duró dos años á pesar del general cansancio.

Al mismo tiempo se trabajaba por conseguir tambien reanudar las relaciones con la Santa Sede. Gregorio XVI en sus últimos años se mostraba propicio con el Gobierno español, y mucho más á vista de la reaccion saludable que se obraba en las ideas y en los actos del Gobierno, siquiera aquella fuera parcial é incompleta. Es muy probable que, terminada la guerra, Su Santidad hubiese dado una muestra más de la equidad de sus actos al suspender las relaciones con el Gobierno de Madrid, pues ya tenía estipulado un convenio con el Sr. Castillo y Ayenza: pero la muerte atajó sus pasos.

§. 86.

Advenimiento del Papa Pio IX (q. D. g.)

El advenimiento de Pio IX al trono pontificio (16 de Julio de 1846) fué saludado con entusiasmo verdadero por todos los católicos, y con júbilo aparente por los que pensaban explotarlo. En cuarenta y ocho horas hizo el cónclave su eleccion por treinta y seis votos de entre los Cardenales reunidos, que eran dos votos más de los necesarios para la eleccion canónica. Cuando la diplomacia quiso embrullarla, segun su cos

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