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en Tetuan (6 de Febrero de 1860) había logrado derrotar un inmenso ejército musulman y hacer la paz en 25 de Marzo, volviendo con el ejército á España, cortando las intrigas revolucionarias y dejando bien puesto el pabellon español. Aquel fué el último dia de honra para España.

§. 93.

Los socialistas y protestantes en Andalucía.

Bien poco duraron las glorias, la paz y el entusiasmo. El Gobierno incorporó á España la antigua isla de Santo Domingo, y se metió con ello en una série de azarosas y tristes aventuras. Restableció la Audiencia, la Iglesia y Cabildo metropolitano, y gastó en esto más de 200 millones y las vidas de más de 20.000 españoles, que allí quedaron sepultados, despues de una guerra de enorme ingratitud y deslealtad.

Poco despues se comprometió con Inglaterra y Francia para una intervencion en Méjico, que la codicia y altanería de Francia hicieron abortar, y, cual si fuera poco, nos hallamos en seguida comprometidos con otra guerra desastrosa con las repúblicas del Pacífico.

Los socialistas de Andalucía se sublevaron tambien (1862). El pronunciamiento de Lopez fué, no solamente republicano, sino tambien protestante. Los sublevados tenían tanto de protestantes como de católicos: eran hombres sin Dios ni religion. Pero como el protestantismo en España, y en los países neolatinos, es una mera negacion, se emplea y se había empleado por los revolucionarios como medio para descatolizar. La correspondencia que se interceptó á los sublevados de Lopez probaba su connivencia con los protestantes de Granada.

Los ingleses tomaron por lo sério las quejas y lamentaciones religiosas de Matamoros y Alhama, presos en Granada, para quienes el protestantismo solo era un modus vivendi. Sir R. Peel desmintió al Gobierno español, presentando en un meeting las cartas de los supuestos mártires y negando que fuesen socialistas. ¿Se lo habían de decir á él? Reunióse una gran cantidad para socorrerles y pagar los gastos procesales. Vino el General Alexander en representacion de la Alianza

Evangélica, escribióse á todas las Asociaciones protestantes de Europa y América, para que sus Gobiernos gestionasen intimidando á la Reina, como lo hicieron, y se llegó ya hasta el extremo de las amenazas. En Madrid los periódicos revolucionarios, y sobre todos E Clamor público, hicieron coro á los protestantes. A pesar de eso el Gobierno mantuvo su decoro y el de la Audiencia de Granada, y se vió en el caso de desenmascararlos acusándolos de hipócritas vividores. Al efecto publicó en la Gaceta del dia 12 de Mayo de 1863 una carta en que se revelaban sus manejos (1).

Entonces la Alianza evangélica de Lóndres quiso hacerlo cuestion europea, y al efecto vino á España una comision de 24 protestantes de Austria, Baviera, Dinamarca, Inglaterra, Francia, Holanda, Prusia, Suiza y Suecia (2). Muchos de ellos eran títulos y personajes políticos. Hasta el Embajador de Francia tomó cartas á favor de los protestantes; y no pudiendo la Reina dejar de contestar á las cartas autógrafas de los Soberanos extranjeros, á nombre de los cuales se le pedía audiencia, tomó el expediente de conmutar en nueve años de extrañamiento los nueve de presidio en que había condenado la Audiencia de Granada á Matamoros y sus consortes en Mayo de 1863.

§. 94.

La cuestion de enseñanza. - Reconocimiento del reino de Italia y sus consecuencias.

En 17 de Setiembre de 1864 había vuelto al poder el general Narvaez con varios personajes del antiguo partido moderado, teniendo frente á sí á la union liberal, y detras de esta

(1) «Esta gente ni tiene tradiciones ni creencias, y sólo basta para ganarlos que se les proporcionen medios y recursos para vivir holgadamente..... Predispuestos así y siendo en lo general ateos prácticos, no han tenido tampoco inconveniente en inscribirse en esa sociedad propagandista.>>

(2) Los nombrados eran 43: en la vida de Matamoros, pág. 174, se pueden ver los nombres de los 23 comisionados que vinieron, y los buenos oficios que debieron á algun personaje de la Real familia.

todos los elementos revolucionarios hostiles á la Iglesia y á ia Monarquía. Cediendo á las excitaciones de la prensa católica, y á las representaciones de los Obispos, el Gobierno se decidió á hacer cumplir el art. 2.° del Concordato, separando de la enseñanza á los catedráticos que no fueran católicos. Descollaba entre estos el Sr. Sanz del Rio, catedrático de filosofía en la universidad de Madrid, que había importado de Alemania los errores de la secta masónica de Krause, convertidos en filosofia. Trató este de parar el golpe con evasivas; apoyáronle todos sus adeptos, y áun los que no eran partidarios suyos, por poco revolucionarios que fuesen. A vista de las inesperadas proporciones que tomaba el asunto el Gobierno tuvo que aceptar la batalla (1866).

El rector de la universidad hizo dimision por no seguir el procedimiento. Alborotáronse los estudiantes, apoyados por todos los elementos revolucionarios de la corte, y el dia 10 de Abril por la noche, el ministro Gonzalez Bravo hizo acuchillar á los alborotadores. La posicion del Gobierno era falsa los hombres de bien, tímidos como siempre, le exigían el bien, pero no le ayudaban á ejecutarlo. Los malos eran muchos y más audaces. Cayó el ministerio, y volvió al poder el general O'Donnell con todo su cortejo de revolucionarios metódicos. Su primer paso fué reconocer la revolucion italiana. Agobiada de profunda melancolía visitó la Reina Isabel varias provincias, donde fué acogida con glacial silencio, bien distinto del entusiasmo de otras veces. Volvió el cólera á castigar el país, y la corte se acordonó en La Granja cobarde y torpemente. Los revolucionarios, cada vez más osados y agresivos, se organizaron á título de reunir socorros con el título de Amigos de los pobres (1). Queríase remedar á la sociedad de San Vicente de Paul sin caridad, y se llegó á insultar á esta que, segun la doctrina del Evangelio, no acostumbra tocar la trompeta.

Desde entónces principió la agonía lenta de la monarquía, la cual duró dos años. La narracion de las sublevaciones militares, asonadas, calumnias, sobornos, destierros, traiciones y miserias de aquellos dos años no son de nuestro propósito,

(1) Asi lo echó en cara el Ministro Sr. Posada Herrera, al ex-Ministro D. Joaquin Aguirre en las Córtes hablando de aquel asunto.

y es fortuna no tener que narrarlos. La revolucion se proponía ya no solamente destronar á la Reina, sino acabar con la monarquia. En Noviembre de 1867 murió O'Donnell en Biarritz: vivió mal y acabó mal. Si entraba en estos tratos, Dios lo sabe; pero se cree que no los ignoraba. El ministerio Narvaez dió á fines de 1866 una série de veintitres decretos para reformar la enseñanza en sentido católico. Restablecióse la carrera de derecho canónico con separacion del civil; revisáronse las obras de texto; se admitió en el Consejo de Instruccion pública mayor número de indivíduos del clero, y se ofreció una modesta gratificacion á todos los párrocos de aldeas donde no había escuelas, si querían encargarse de ellas. Calculábase que por este medio se podrían aumentar cerca de mil escuelas á muy poca costa en puntos donde no las hay ni apénas puede haberlas. Estas medidas acabaron de exacerbar la furia revolucionaria, acusando al Gobierno de querer poner el país en manos del clero.

En 23 de Abril de 1868 murió el general Narvaez, y quedó sin jefe el partido moderado. Cometióse la torpeza de nombrar al Sr. Gonzalez Bravo para reemplazarle. Con ciertos nombres no deben intentarse empresas buenas. Al ver á Gonzalez Bravo presidiendo el funeral de Narvaez, parecia que se estaba en los funerales de la monarquía.

Estos no se hicieron esperar. El dia 29 de Setiembre de aquel año la Reina Isabel salía de San Sebastian para Francia; el mismo dia y á la misma hora en que treinta y cinco años ántes había muerto su padre Fernando VII.

CAPITULO XI.

PERSECUCIONES DE LA IGLESIA POR LA TIRANIA

DEMOCRATICA,

§. 95.

Primeros atentados de la revolucion de Setiembre contra la Iglesia en 1868.

Destronada Doña Isabel, y hecha la revolucion rápidamente y con escasa resistencia en el término de doce dias, los unionistas, sus principales motores, se vieron burlados como en 1854, pues el partido progresista se les sobrepuso, y la revolucion furiosa atropelló en breve á la revolucion mansa, volviendo la espalda al general Serrano y aclamando á Prim; sujeto de escasa y aparente valía, á quien hizo grande la pequeñez de sus admiradores. La union liberal se apoyó como siempre en el ejército; el partido progresista se apoderó de la burocracia y destrozó la magistratura; pero como había cooperado al triunfo la democracia, ó sea el partido republicano, se le dieron para su botin los municipios. Todo esto podía haberse hecho sin perjuicio de la Iglesia; pero la revolucion no hubiera sido liberal sin esto, y los tres partidos odiaban á la Iglesia más que á la monarquía. La junta revolucionaria de Sevilla procedió á cerrar de un golpe doce parroquias y cuarenta iglesias y capillas, y esto al mismo tiempo que proclamaba la libertad de cultos. Los Obispos de Tarazona y Teruel fueron presos, y el de Huesca desterrado. La junta de Madrid el mismo dia 30 repuso á los catedráticos separados, llamando á su separacion brutal atentado á los fueros de la ciencia. Los periódicos vinieron desde el primer dia llenos de groseros insultos contra varios Prelados, principiando por el Arzobispo de Toledo, á quien calificaron de trabucaire. Las caricaturas soeces, los dicterios contra el virtuoso Sr. Claret,

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