Sayfadaki görseller
PDF
ePub

se llamaba república, cansado tambien de sus amigos, auh más que de los enemigos, como Espartero y como D. Amadeo, tuvo no que retirarse, sino que huir. Sucedióle en el poder el Sr. Pí Margall, ateo y enemigo declarado del catolicismo. En cuatro meses gastó la república cuatro ministerios á cual peores. La anarquía llegó á su colmo en Andalucía. La guardia civil fué expulsada de Málaga, Sevilla, Granada y otros muchos puntos de aquellas comarcas. La procesion del Corpus no pudo salir en Madrid, ni apenas en ninguna poblacion importante, y en cambio fueron asesinados bárbaramente en Bande más de 60 paisanos de ambos sexos, y desarmados, que habían promovido un ligero alboroto al saber que iban á ser tasadas sus iglesias. Las indisciplinadas tropas de Cataluña, que habian saqueado y quemado el pueblo de San Quirce, fueron derrotadas y acuchilladas completamente por Savalls, con muerte de Cabrinetty, jefe de aquellas bandas. Nouvilas fué derrotado ignominiosamente en Navarra, y tuvo que retirarse dejando las cuatro Provincias completamente sublevadas. Las autoridades civiles concluyeron de exacerbar al pais con sus atropellos, y al entrar D. Cárlos nuevamente en aquellas Provincias, pudo ponerse al frente de 16.000 hombres completamente armados, disciplinados y aguerridos (1). Pamplona, Bilbao y las demas capitales quedaron bloqueadas; y en tan criticos momentos, roto todo freno y todo principio de autoridad, se sublevaron la marina de Cartagena y Cádiz, y las tropas de Valencia y Alicante, con la connivencia del Poder ejecutivo, si no faé por su mandato. El canton de Granada principió por poner preso al Arzobispo, aunque en breve fué puesto en libertad. El estado de España durante el mes de Julio fué el del cáos.

Al ateo Sr. Pi sucedió el krausista D. Nicolás Salmeron, no ateo, pero si racionalista y enemigo declarado de la religion cristiana. Principió por declarar piratas á los insurgentes de Cartagena y otros puntos, y con las escasas fuerzas de que podía disponer el poder ejecutivo atacó á los cantonales.

El mes de Agosto se inició con un proyecto de separacion

(1) Sólo en Vizcaya armó Velasco 6.000 hombres en diez dias asi que recibió los fusiles que tenía contratados.

de la Iglesia y del Estado, que presentó el Sr. Moreno Rodriguez, Ministro de Gracia y Justicia. Ya para entonces la República habia suprimido por uno de sus primeros actos las Ordenes militares, y Su Santidad había suprimido tambien tanto aquella jurisdiccion como todas las demás exentas, medida acertadísima y ya necesaria más bien que conveniente. A la sombra de la sublevacion cantonal de Valencia y al resplandor de las llamas que abrasaban las fábricas de Alcoy, en que la Internacional asesinó á la guardia civil y á las autoridades, se aumentaron tambien y organizaron varios batallones carlistas en Aragon y Valencia.

A vista de esto la República, que había ofrecido abolir las quintas, decretó una de 89.000 hombres. Despues de haber abolido la Ordenanza militar y la pena capital tuvo que restablecer una y otra, y despues de preconizar la libertad de la prensa y el pensamiento, principió desde el mes de Octubre á castigar á los periódicos. Deshizo todas estas ilusiones el mismo Sr. Castelar, que las había estado predicando por espacio de veinte años. Sabiendo que Su Santidad trataba de proveer á la orfandad de varias iglesias, pretendió entrar en algun acuerdo. En el Consistorio de 22 de Diciembre preconizó Su Santidad á varios Prelados españoles, y al Arzobispo de Valencia como Cardenal. En cambio había condenado á los intrusos que habían sido enviados á Cuba y Filipinas á promover un cisma, que dió lugar á que el vulgo acusase á los ateos remitentes de mirar por sus intereses más que por sus negaciones.

Bajo tan malos auspicios se reunieron las Córtes el dia 2 de Enero de 1873. Parecióles poco á los anarquistas el vergonzoso cáos en que habían sumido á la Nacion, y quisieron aumentarlo. Despues de una sesion borrascosa Castelar hubo de dimitir. Afortunadamente el General Pavia, con una compañía de guardia civil, barrió el Parlamento de aquella escoria demagógica, con aplauso de todos los hombres de bien, y se estableció un Gobierno provisional bajo la presidencia del General Serrano. Este hubo de marchar á Somorrostro, donde el ejército liberal había sido derrotado, sin poder alzar el bloqueo de Bilbao. Tampoco fué afortunado allí el Presidente del Poder ejecutivo de la República, y la villa de Bilbao estaba para

caer en poder de los carlistas, cuando logró socorrerla el General D. Manuel de la Concha. Mas en vez de continuar la persecucion con actividad se durmió sobre los laureles, y avanzando sobre Estella tres meses despues, quedó muerto, y el ejército se retiró á orillas del Ebro batido y desmoralizado.

Perdido estaba tambien el escaso crédito de la Regencia en la opinion de los buenos y de los hombres religiosos. Por congraciarse con el Canciller prusiano Bismark, perseguidor encarnizado del catolicismo, y lograr su reconocimiento y apoyo, se negó con fútiles pretextos á dar el pase á las bulas de los Obispos preconizados. Con mayor doblez todavía sostuvo el cisma de las Ordenes militares, restableciendo su malhadado tribunal, apoyando á los pocos díscolos que se negaban á reconocer la jurisdiccion ordinaria, desobedeciendo al Papa (1) y continuando el cisma en la isla de Cuba, harto vejada ya por los filibusteros.

Rehecho el ejército por medio de una nueva quinta se preparaba el General Serrano á otra nueva campaña, para librar á Pamplona del rigoroso asedio que le tenían puesto los carlistas, cuando el ejército del centro aclamó por Rey al Príncipe D. Alfonso, hijo de Doña Isabel II, con el título de Alfonso XII. La Regencia, presidida por D. Antonio Cánovas, dió al punto el exequatur á las bulas de los Obispos preconiza dos para las sillas de Santiago, Barcelona, Salamanca y otras partes, y procuró congraciarse con la Santa Sede, enviando un embajador distinto del que tenía para el reino de Italia. Derogó las irritantes disposiciones de la llamada ley de matrimonio civil, dictadas en menosprecio del matrimonio cristiano, y otras vejatorias de los católicos; pero obrando bajo la presion revolucionaria y de las amenazas de Inglaterra, no tuvo fuerzas y resolucion suficiente para restablecer la unidad religiosa, proclamando la Constitucion de 1847 y el restablecimiento del Concordato, cual se pudo y debió hacer en los primeros momentos.

(1) El Sr. Martos cometió la simpleza de deplorar en un decreto, que se hubiese suprimido la jurisdiccion de las Ordenes, que era un gran medio para crear una iglesia nacional; es decir cismática. Ya lo sabíamos aunque no lo dijera.

El dia 3 de Mayo fué recibido en la corte de Madrid con gran solemnidad el nuevo Nuncio, Monseñor Simeoni, Arzobispo de Laodicea, que ya había desempeñado este cargo anteriormente. Con esto quedaron reanudadas las relaciones amistosas con la Santa Sede, rotas desde fines del año 1868.

Aquí debemos concluir lo que respecto á la historia contemporánea se debe consignar como término de ella.

¡Quiera Dios que sea para honra suya, bien de la Santa iglesia y saludable enseñanza para todos!

CAPITULO IX.

EPISCOPOLOGIOS ESPAÑOLES DE ESTOS DOS ULTIMOS SIGLOS.

§. 99.

Carácter de este trabajo y su utilidad en esta época.

Comparando estos catálogos con los presentados en los tomos anteriores, se ve desde luego la mayor severidad de la disciplina eclesiástica en estos dos últimos siglos. El número de Prelados es mucho menor. Desaparecen las exorbitantes y funestas traslaciones: no se ve apenas el nombre de un Obispo en cinco ó seis diócesis. Obsérvase que la duracion de los Obispos es mayor.

Por lo que hace á la utilidad es tambien notoria; la mayor parte de los escritores de estos episcopologios no alcanzan con sus catálogos más que hasta la mitad del siglo XVII, que es la época de Argaiz, Sandoval, Gil Gonzalez Dávila, y otros, que dieron largos y razonados catálogos. Flórez, Risco, Huesca y Villanueva los avanzaron hasta fines del siglo pasado. Raros son los que se encontraban completos (1). A pesar de la nueva division de Diócesis por el Concordato, hemos preferido seguir en todo la antigua.

(1) Habiéndosele obligado al autor á que aceptase el cargo de Rector de la Universidad de Madrid al terminar esta historia, no ha podido dedicar á la correccion de estos episcopologios el esmero y prolijidad que se les debía. Por esa razon espera que las personas instruidas ge sirvan advertirle los defectos é inexactitudes que en ellos encontraren.

« ÖncekiDevam »