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REVISTA ESPAÑOLA

DE

AMBOS MUNDOS.

TOMO CUARTO.

MADRID:

ESTABLECIMIENTO TIPOGRAFICO DE MELLADO,

calle de Santa Teresa, número 8.

-

1855.

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ANALISIS DE LAS OPINIONES SOBRE SI FUE CRUEL O JUSTICIERO.

ARTICULO PRIMERO.

Al fin de mi Exámen histórico crítico del reinado de don Pedro de Castilla, premiado por voto unánime de la Real Academia Española en el certamen que abrió el 2 de marzo de 1850, puse una nota con citas de varios autores, que han aplicado las calificaciones opuestas de cruel y de justiciero á este monarca. Dicha nota me parece incompleta; la escribí á punto de espirar el plazo del certámen y no pude perfeccionarla; hoy intento cumplir lo que entonces no me permitió la angustia del tiempo.

Mi idea fué patentizar que la opinion contraria á don Pedro se apoya en la razon y la autoridad, en los hechos y en los juicios de los varones mas reputados, y que reuniría todos los votos á no ser porque existieron quienes exageraran las obligaciones del vasallage; porque de aquel rey descendieron no pocos por líneas espúrias ó bastardas; por que algunos ingenios mas o menos felices adulteraron y adulteran con las galas de la poesía la historia; porque no discurren con rectitud cuantos publican sus pensamientos.

Desde luego ocurre que la historia no se deriva de la adulacion ser

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vil al trono, del interés de familia, de la facultad de fingir que se concede á los poetas, de la ligereza de juicio de muchos que manejan la pluma. Muy otras son sus legítimas fuentes, y quien desea hallarlas se remonta á la época de los sucesos, proponiéndose la verdad por único norte; busca documentos; oye, por decirlo asi, á los testigos presenciales; consulta despues á los inmediatos; y por último refiere y falla segun las leyes fundamentales de la moral eterna. Los que supongan que todo es lícito al que manda, hasta desoir los consejos y tiranizar á su antojo; los que no se conmuevan de ira ante quienes solo quisieron ver á sus plantas miseros esclavos con mordazas, para que no exhaláran quejas, y segures al cuello por si rompian las mordazas; los que no sepan someter la voluntad al entendimiento, la simpatía á la exactitud, enfrenando la imaginacion voladora y espaciándose en la cordura tranquila, renuncien á escribir de historia. Esta, sin los requisitos de verídica, imparcial y severa, carece de objeto; no puede servir de enseñanza; conculca todo lo bueno y santo; alienta al poderoso que triunfa; descorazona al desvalido que padece; ensancha la autoridad hasta la tiranía; restringe la dignidad humana hasta la esclavitud mas afrentosa; encomia las atrocidades; escarnece los infortunios; impulsa á dudar de la Providencia, es anticatólica é impía. Y contra su intencion sin duda la hacen tal los que apellidan Justiciero al soberano que de 1350 á 1369 ensangrentó á España y escandalizó á todo el orbe.

Para desvariar á su gusto prescinden absolutamente de la nacion que venia luchando desde Covadonga y acababa de vencer junto al Salado y en Algeciras por cerrar el Estrecho á los africanos, y reducir el emirato de Granada á sus ya decadentes fuerzas, y sujetarlo en fin á las armas cristianas: no hacen ningun caso de la sociedad necesitada de una organizacion robusta, y segun procuraron crearla Fernando el Santo, Alonso el Sábio y Alonso XI: rehusan indagar que hizo ó intentó el hijo de este por satisfacer tan perentorias necesidades; y solo consideran al rey don Pedro atacado y vencido por el bastardo don Enrique. Mirando á uno y otro como pudieran á dos particulares que jugáran pacíficamente una partida de ajedrez sin mas interés que el del amor propio, rebajan el punto de vista histórico á unas proporciones mezquinas, y cual si la condenacion de don Pedro significára la apoteosis de don Enrique, ignoran que toda aquella infausta era se resume en esta fórmula breve y clara-Don Pedro fué cruel y tirano: don Enrique usurpador y asesino al sentarse sobre su trono; y Castilla, no llorando la catás>>trofe de don Pedro y aplaudiendo la exaltacion de don Enrique, de

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