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nes son mucho mas manejables que los hombres ya formados. Su buey sus aspiraciones, casi siempre nobles, aunque muchas veces irrealizables, les identifican de pronto con tales personajes, y mas tarde, cuando el interes y la ambicion se despiertan á la vez que su razon, y conocen aquellos el papel que han desempeñado hasta allí en la comedia humana, ese mismo interes y esa misina ambicion les deciden á seguirlo desempeñando. El personaje que de años atras les dispensa su amistad, ya es ministro y dispone á su placer de los empleos de multitud de oficinas: no hay mas que seguir afiliados en sus banderas. Así se esplica la popularidad de ciertos hombres públicos, cuya nulidad como políticos es completa. La juventud del distrito electoral de H** no se conformó, pues, con la serenata: dió tres bailes á Gaspar; retratóle en un globo aerostático venciendo al horrible dragon de la tiranía, y, por último, paseóle en triunfo por las calles al són de atambores y clarines.

Tamaños testimonios del aprecio popular enajenaron de tal modo la imaginacion y el tiempo de nuestro heroe, que solo quince dias despues pudo ocuparse de su familia y de sus intereses. Márquez le habia hecho ya algunas observaciones acerca de lo conveniente que seria separar á Enrique de la madre. Gaspar se avino á ello, y cierta mañana, aquel muchacho desaplicado y de malas inclinaciones, dejó el hogar doméstico y con él las influencias únicas que pudieran haberle traido á buen sendero. Fué enviado por su padre á uno de los colegios de México y encomendada su educacion política á uno de los hombres de mas viso en el liberalismo. Octaviana se mostró resignada á la voluntad de su marido; pero, llena de afliccion tan estremada cuanto jus ta, lloró sin consuelo la pérdida de su hijo en presencia de Amelia.

Respecto de intereses no se inquietó mucho Gaspar. Es cierto que su quinta habia sido devorada por un incendio; pero encomendada la reposicion de ella al antiguo é inteligente administrador, á vuelta de muy pocos meses se haria productiva, y entretanto Gaspar viviria con el bolsillo de sus amigos, porque esta es otra de las prerogativas anexas á los hombres de Estado. Si sois un honrado comerciante ó un escelente artesano y estando en vísperas de quebrar, ó enfermo en la cama, acudís á los amigos ricos para que os salven de la vergüenza ó del hambre, formularán la negativa mas urbana que les sea posible y os cerrarán en seguida las puertas de su casa, sin perjuicio de no conoceros el dia que os encuentren en la calle. Si sois hombre de Estado, acudid á ellos aunque esteis cubo abajo, y os abrirán sus arcas, porque mañana se levantará vuestro partido, podriais hacerles daño y ellos quieren sacar provecho de vuestra amistad á su tiempo. No os prestarán por conmiseracion ó generosidad; pero os prestarán por interes ó por miedo. No olvideis, sin embargo, que no hay regla sin escepcion. Arreglado por Gaspar lo que los modernos traductores del frances llamarian su menage, y echas un millon y pico de ofertas y recomendaciones á los jóvenes de la ciudad y á todos sus correligionarios políticos, pensó en trasladarse á la capital de la República, donde creyó que su presencia, despues del destierro, causaria cierto efecto. Por otra parte, se acercaba el dia designado para la apertura del congreso cons

tituyente: Gaspar iba á representar al pueblo por la primera vez en el gran santuario de las leyes, no habiéndolo representado hasta allí sino en los santuarios pequeños de los Estados. Cuando un jóven va á un baile por la primera vez, acude al local desde las oraciones de la noche y aguarda con febril impaciencia á los demas concurrentes. Los diputados noveles llegan apresuradamente á México, y maldicen la calma de aquellos que, fogueados ya en las luchas parlamentarias, aguardan á ser llamados tres veces para presentarse. Gaspar, pues, tomó un asiento en la diligencia y cierta tarde apareció como llovido en el callejon de Dolores, no sin haber estrañado que el pueblo no le hiciese demostracion alguna de respeto al recorrer la diligencia los barrios y las calles del tránsito. Creyó que esto seria resultado de manejos de los retrógrados y se propuso hacer en la tribuna mencion de lo acaecido, el primer dia que tuviera la palabra.

Alojóse en el mejor hotel de México, acicalóse, y aquella noche misma se presentó en el teatro y procuró tomar una luneta no muy central á fin de no esponerse con toda certidumbre á una ovacion popular; pero, con gran sorpresa suya, nadie fijó en él la atencion, salvo dos o tres mozuelos que le aplicaron sus lentes á quema ropa y cometieron el desacato de reirse en sus barbas al notar el corte provincial de su casaca. A las seis de la mañana siguiente, nuestro hombre, afeitado y esmeradamente vestido, salió á recorrer las calles y las halló solas. Fué á la Plaza de Armas y vió que multitud de hijas desgraciadas del blo que se entregan sín escrúpulo á los placeres sensuales de la bebida y á los ensayos prácticos del comunismo, barrian en castigo la plaza, cortejadas por la vara del cabo. Gaspar se propuso fundar en México sociedades de temperancia y elevar á la mujer al goce de todos los derechos políticos, sin perjuicio de deprimirla cuando representara en contra de las reformas progresistas. A las nueve acudió á la Alameda y quedó medianamente sorprendido de hallarla sola, por la sencilla razon de que las mexicanas se levantan á las diez. El resto de la mañana lo empleó en visitar la Lonja, donde nadie pareció notar su presencia, y algunas iglesias que le escandalizaron á causa del lujo desplegado en el culto. Tomó nota del número aproximativo de las campanas á fin de proponer que con ellas se fundiesen cañones, y de los candeleros, atriles, y lámparas de plata, que podian ser reducidos á moreda sonante para establecer con ella un banco agrícola é industrial, ó crear siquiera la hacienda pública, cosa tan difícil en nuestro pais, como hallar la cuadratura del círculo. En la tarde concurrió á pié al Paseo-Nuevo, y, medio cegado sin duda por las nubes del polvo que levantan los carruajes, creyó que cuantas iban en ellos eran inglesas, y por mas que buscó á la juventud masculina, lustre y esperanza del pais, no pudo dar con ella bajo el disfraz de charros del interior con que sus miembros caracoleaban á caballo por todo el paseo, destrozando de vez en cuando palabras francesas. En la noche volvió al hotel, se puso á cepillar su traje, y cuando vió que á la casaca provincial no la quedaba polvo, advirtió que, en pago, á él ya no le quedaba tiempo de salir, porque eran las diez de la noche, y tomó la resolucion de meterse en la cama, todo irritado y mohino, y diciéndose que México es un foco de prostitucion,

y que convendria llevarse los poderes federales á su ciudad natal, á fin de alejarlos de la moderna Babilonia.

Amaneció mas fresco á otro dia y se propuso distribuir personalmente las cartas de recomendacion que habia traido consigo; pero la iniciacion á la vida pública en México, es penosa como casi todas las iniciaciones. Gaspar estaba pasando por las pruebas, y ni las del agua y del fuego á que le sometieron los yorkinos tiempos atras, le hicieron padecer tanto. Curioso es el estudio de las notabilidades de provincia que vienen repentinamente á México, y, acostumbradas á recibir los homenajes de cortesanía y de benevolencia, restos del antiguo carácter español que se conservan en las poblaciones cortas, se rebelan contra la indiferencia que nace, así del ningun conocimiento que se tiene del forastero, como de las costumbres un tanto bruscas y exóticas que naturalmente introduce la inmigracion estranjera, cada dia mas crecida. Por regla general, mientras en los Estados se ve con interes cuanto pasa en la capital, nadie hace caso en México de lo que pasa en los Estados: derívase de aquí que las notabilidades de provincia trasplantadas, tengan que trabajar mucho para convertirse en notabilidades de México. Si el individuo no carece de mérito real, á los pocos años habrá ensanchado el círculo de sus conocimientos y amistades, y habrá establecido sólidamente las bases de su reputacion y de su porvenir. Si es hombre de Estado de la escuela de Gaspar, tiene á su arbitrio un medio con el cual se alcanzan todos los fines, y este medio es la audacia. En México se rinde tributo á la audacia lo mismo que en provincia y que en todas las partes del mundo.

Decíamos que Gaspar estaba pasando por las pruebas. Nadie le conocia en México y la mayor parte de las gentes no habian oido siquiera pronunciar su nombre. ¿Cómo era posible que un personaje notable por sus opiniones liberales en el distrito electoral de H**, desterrado á causa de ellas al estranjero por la administracion anterior; que habia contribuido poderosamente á derribar al tirano bebiendo sendas copas de Champaña por su caida en los hoteles de Nueva-York, y que últimamente venia á representar á una parte del pueblo en el próximo congreso, no fuese conocido de todo el mundo? Gaspar creia que su nombre, pronunciado á tiempo, causaria en todas partes el efecto que la Pata de cabra ó los Polvos de Celestina; que las puertas se le abririan por sí solas; que se le aplanarian las cuestas y las gentes se descubririan la cabeza con respeto. Nada, pues, hay de raro en que Gaspar no pudiera contestarse la anterior pregunta que se hacia á todas horas, ni esplicarse la proverbial audacia de los porteros que le detenian á la entrada de todas las casas, ni el aire perfectamente glacial de los comerciantes para quienes trajo carta, y quienes, al ver la firma de sus corresponsales, se limitaban á preguntarle si queria algun dinero y en seguida le volvian la espalda.

Gaspar se creia en un mundo enteramente nuevo y soberanamente idiota, puesto que era incapaz de comprender y apreciar el mérito del novel diputado, y estaba á punto de darse al diablo, cuando se halló en la calle con uno de los políticos de la corte á quienes venia espresamente recomendado. Este, hablóle y abrazóle estrepitosa y apasiona

damente; llevóle á tomar un helado al café mas inmediato, y por la noche le presentó en un club progresista y en algunas casas particulares. Con esto, un vestido nuevo hecho en México y que disfrazaba medianamente al forastero, y algunas juntas preparatorias en que nada se acordó, Gaspar quedó iniciado en la vida pública de México y en aptitud de comenzar á legislar para la felicidad del pais.

Se nos olvidaba decir que los periódicos tomaron á su cargo estender la popularidad de Gaspar. Comparáronle á Montesquieu en la ciencia legislativa y á Bruto en la energía republicana. Preciso es confesar que si Gaspar se parecia muy poco á Montesquieu, tenia mucho de Bruto. El público, viendo lo que de él se decia en los periódicos, llegó á creerle un grande hombre.

(Continuará.)

ANTENOR.

ORACION Y ULTIMO TRENO DE JEREMIAS,

QUE CONTIENE COMO EN EPÍLOGO TODAS SUS LAMENTACIONES.

1 Acuérdate, Señor, lo que sufrimos:
Repara y mira nuestro oprobio grande.
2 Nuestra herencia pasó á los forasteros:
Nuestras casas á estraños implacables.
3 Cual pupilos sin padres nos quedamos:
Se contemplan cual viudas nuestras madres.

4 Nuestras aguas bebemos por dinero

Por nuestra leña el precio damos antes. 5 Nos llevaron cautivos con cadenas,

Sin dejar al cansado reposarse.

6 Nos hicimos esclavos del Egipcio,
Y del Asirio por saciar el hambre.
7 Murieron nuestros padres que pecaron,
Y nosotros cargamos sus maldades.

ORATIO JEREMIÆ.

1 Recordare Domine quid acciderit nobis: intuere, et respice opprobrium

nostrum.

2 Hereditas nostra versa est ad alienos: domus nostræ ad extraneos.

3 Pupilli facti sumus absque patre, matres nostræ quasi viduæ.

4 Aquam nostram pecuniâ bibimus: ligna nostra pretio comparavimus.

5 Cervicibus nostris minabamur, lassis non dabatur requies.

6 Ægypto dedimus manum, et Assyriis ut saturaremur pane.

7 Patres nostri peccaverunt, et non sunt: et nos iniquitates eorum porta

vimus.

8 Nuestros siervos se hicieron nuestros dueños,
Y no tuvimos quien nos rescatase.
9 Con riesgo de la vida el pan buscamos,

Viendo al salir la espada amenazante.

10 Nuestra piel se quemó como en un horno,
Del hambre por las grandes tempestades.
11 En Judá y en Sion violar se vieron
Vírgenes y mujeres estimables.
12 No alcanzaron respeto los ancianos,
Y al patíbulo fueron los magnates.
13 Torpemente abusaron de mancebos;

Y en los cepos murieron los infantes.
14 El jóven á danzar nunca volviera,

Ni el anciano volvió á los tribunales. 15 La dicha huyó de nuestros corazones,

Y en luto se tornaron nuestros bailes.
16 Cayó de nuestras sienes la corona:

¡Ay! por nuestros pecados execrables.
17 Por esto nuestras almas se hallan tristes,
Y ya no vemos mas que oscuridades.
18 Caido el monte Sion, tan solo fieras

En sus escombros vienen á albergarse.
19 Mas tú, Señor, eterno permaneces,
Y tu solio tambien es inmutable.
20 ¿Será que para siempre nos olvides?

¿Que sin remedio tú nos desampares?
21 Vuélvete á nos y á tí nos volverémos,
Tornando á la virtud de nuestros padres.
22 Airado estás, Señor, de tal manera
Que de Sion y de tí nos arrojaste.

Traducido por JOSE GONZALEZ DE LA TORRE.

8 Servi dominati sunt nostri: non fuit qui redimeret de manu eorum. 9 In animabus nostris afferebamus panem nobis, à facie gladii in deserto. 10 Pellis nostra, quasi clibanus exusta est à facie tempestatum famis. 11 Mulieres in Sion humiliaverunt, et virginis in civitatibus Juda. 12 Principes manu suspensi sunt: facies senum non erubuerunt.

13 Adolescentibus impudice abusi sunt: et pueri in ligno corruerunt. 14 Senes defecerunt de portis: juvenes de choro psallentium.

15 Defecit gaudium cordis nostri: versus est in luctum chorus noster.

16 Cecidit corona capitis nostri: væ nobis, quia peccavimus.

17 Proptereà mæstum factum est cor nostrum, ideò contenebrati sunt oculi

nostri.

18 Propter montem Sion quia disperiit, vulpes ambulaverent in eo.

19 Tu autem Domine in æternum permanebis, solium tuum in generationem et generationem.

20 ¿Quare in perpetuum obliviscêris nostri? ¿derelinques nos in longitudine dierum?

21 Converte nos Domine ad te, et convertemur: innova dies nostros, sicut à principio.

22 Sed projiciens repulisti nos, iratus es contra nos vehementer.

LA CRUZ.-TOMO V.

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