Sayfadaki görseller
PDF
ePub

incidir en el crímen de rebelion; y que lo mas que se puede conceder al súbdito es el representar sumisamente despues de haber dado cumplimiento á lo que se le ordenó. Este raciocinio se apoya en un miserable paralogismo, como verémos en seguida: dos solas reflexiones bastarán para ponerlo en evidencia.

En primer lugar preguntamos, ¿toda ley sea la que fuere, ha de ser forzosamente obedecida? ¿Hay en las leyes caracteres que demuestren su legitimidad y bondad, y con ellos los grados de obediencia que merecen, ó á todas indistintamente se les ha de tributar un mismo honor? ¿El hombre, como criatura racional, está obligado á no usar de razon, ni de discernimiento en este punto? Cuestiones son estas que deseariamos ver cómo las resuelven los periodistas liberales, los ecos é intérpretes de ese partido que tanto encarece la dignidad del hombre, y que tanto deturpa la obediencia ciega. Sea esto visto bajo las consideraciones políticas, porque si descendemos á las religiosas, la dificultad sube de punto. Nadie duda que en épocas calamitosas, se suelen dictar leyes tiránicas, inmorales é impías. Díganlo los edictos de los emperadores romanos, protegiendo la idolatría y persiguiendo á los cristianos: díganlo los de tantos monarcas, favoreciendo en diversos tiempos la herejía, y empleando para esto las mayores violencias: interminable seria el catálogo que nos fuera fácil formar de esta clase de leyes. Preguntamos nuevamente, ¿deben obedecerse las disposiciones, que contengan absurdos é impiedades? En suma, ¿la obediencia á las leyes tiene límites, ó es ilimitada? ¿Obra sobre un sér inteligente y libre, ó sobre un autómata y un esclavo?

En segundo lugar, todo ese falso argumento estriba en no poner medio entre la obediencia ciega, y la rebelion abierta, lo cual es enteramente falso. Sobre el cumplimiento de las leyes hay tres estremos que adoptar: obedecerlas llanamente, lo cual algunas veces no es lícito; ó sublevarse contra ellas, lo cual casi nunca es lícito: ó negarles la obediencia, sometiéndose pasivamente á la pena que ellas impongan. Esto último es lo que los católicos han acostumbrado hacer, siempre que la legislacion civil se ha opuesto á la religiosa: de aquí han nacido tantos confesores y tantos mártires, como adoramos en los altares; de aquí en fin, esas resoluciones heroicas, que concilian el respeto á la potestad humana, con la preferencia debida en todos casos á la divina, y la sumision racional, sin menoscabo de los fueros sagrados de la conciencia. Los escritores que han calificado de acto de rebelion el negarse á jurar la nueva ley fundamental, no saben lo que han dicho. Los principios que establecen son propios para confundir todos los poderes, y para desarrollar sobre la república una espantosa tiranía.

Reflexiónese un poco, y se verá la exactitud de esta asercion. Se declara contra la teocracia, por ser este un gobierno, que reune bajo un cetro el poder temporal de los reyes, y el espiritual de los sacerdotes. ¿Y qué otra cosa hace la nueva constitucion? Acumula en cabeza de las autoridades federales uno y otro poder: ellas legislarán y gobernarán: ellas intervendrán tambien en el culto y en la disciplina esterna. La mano que empuñe la espada, tomará igualmente el incensario, porque el incensario es el símbolo mas espresivo del culto: la voz que

declare la paz y la guerra, fijará los requisitos para los votos, ó dictará leyes al matrimonio, como sacramento, porque una y otra cosa caen bajo la disciplina que erróneamente se llama esterna, como ya hemos demostrado en otra parte. Viene sobre esto la prevencion de jurar, haciendo fuerza á la voluntad y violentando las conciencias. ¿No es esta una tiranía manifiesta? ¿Y así hay valor de clamar, que las personas que no han jurado son rebeldes, y que deben juzgarse como tales? Sí, son rebeldes, como los israelitas, que no doblaron la rodilla al ídolo de Baal; como los primeros cristianos, que se negaban en los tribunales y en las asambleas de Roma pagana á quemar un grano, un solo grano de incienso á las estatuas de Júpiter.

Una breve observacion para concluir este artículo. La constitucion desconoce los votos sobre la perfeccion evangélica, calificándolos de incompatibles con la libertad humana; y no obstante pide que se le haga un voto perpetuo de obediencia ciega, contrario á la ley eclesiástica y á la divina. Prohibe que se hagan votos á Dios, y exige que se le dirijan á ella. ¡Qué inconsecuencia!

(Continuará.)

J. J. PESADO.

DE LOS INTERESES CATOLICOS EN EL SIGLO XIX.

Contraste entre la situacion del catolicismo en 1800 y en 1852,

POR EL CONDE DE MONTALEMBERT.

Liceat inter abruptam contumaciam et deforme obsequium pergere iter, ambitione ac periculis vacuum.

TACITO.

Cuando se trata de un asunto que toca á la majestuosa inmensidad del catolicismo, lo difícil es contenerse y concentrar los esfuerzos en los límites precisos. Quisiera yo, al echar una ojeada sobre un pasado todavía reciente, y sobre el estado actual de los intereses católicos en Europa, evitar toda escursion en el dominio de la teología, de la filosofía ó de la ciencia, separar aun todo recuerdo histórico muy lejano, y concentrar la atencion de mis lectores en el círculo de las relaciones directas de la Iglesia con la sociedad actual.

Para juzgar simplemente el conjunto de esta situacion no concibo un modo mas rápido y seguro que el de referirse á cincuenta años atras y representarse el estado del catolicismo en Europa en el primer dia del último año del siglo XVIII.

El dia 1o de Enero de 1800 no habia Papa. Pio VI habia muerto en Valencia1 desterrado y prisionero de una república atea. Roma sa

1 El 29 de Agosto de 1799. Pio VII no fué electo hasta el 14 de Marzo de 1800.

lia apenas de las manos de una horda de paganos que habian inaugurado una apariencia de república, proclamando la decadencia eterna del papado. Ocho meses del mas peligroso interregno debian separar la muerte de Pio VI de la eleccion de Pio VII. Lanzado de Roma el sagrado colegio, no podia reunirse sino al abrigo de un ejército cismático venido del fondo de la Moscovia para detener por un momento las armas parricidas de un pueblo, en otro tiempo el primero de los pueblos católicos. Algunos ancianos se reunieron detras de las filas rusas, en una isla de las lagunas de Venecia, de esa altiva y hábil Venecia, que acababa de perecer, despues de señalarse por su hostilidad intrigante contra la Iglesia romana, de que habia sido en la Edad Média el baluarte y el honor. Los cardenales permanecen ciento cuatro dias encerrados sin poder ponerse de acuerdo, y preocupados porque un contemporáneo llama aquello el estado de traicion flagrante de la Europa católica. Sus sufragios recaen al fin en un monje cuya oscuridad era su principal título. Los austriacos ocupaban las legaciones y los napolitanos eran dueños de la ciudad de Roma. Muy á su pesar unos y otros restituyeron á Pio VII los Estados que Napoleon iba muy pronto á arrancarle de nuevo.

He aquí cuál era el estado de la religion católica bajo el reinado de Clovis y de San Luis:

Todos los obispos desterrados; el clero diezmado por la guillotina y la deportacion; los fieles acosados y perseguidos sin descanso, condenados por mucho tiempo á elegir entre la apostasía aparente ó la muerte, comenzando apenas á respirar y á gozar en silencio de la tolerancia del desprecio.

Ningun recurso material ni moral; el vasto patrimonio de la Iglesia, formado por el amor y los dones libres de cuarenta generaciones, reducido á polvo; las órdenes religiosas, despues de mil años de gloria y de beneficios, yacen desarraigadas y aniquiladas; tres mil monasterios de ambos sexos abolidos, y con ellos todos los colegios, todos los capítulos, todos los santuarios, todos los asilos de la penitencia, del retiro, del estudio, de la oracion!

La Francia manchada por diez años de revolucion, acababa de darse un dueño en la persona de un jóven vencedor que la habia librado al mismo tiempo de la licencia y de la libertad, que lo sabia todo, lo podia todo, y lo queria todo; que en Italia habia impuesto á la Santa Sede el cruel tratado de Tolentino, que en Egipto habia acariciado el islamismo, y que no era conocido de la Iglesia que iba á levantar de nuevo tan gloriosamente, sino por haberla engañado y despojado.

3

1 Artaud, Historia de Pio VII, págs. 94 y 97. Nada mas curioso que los detalles de este cónclave, dados por este historiador, quien los recogió de boca del cardenal Consalvi, entonces secretario del cónclave.

2 Sieyes.

3 Bonaparte escribia de Tolentino el 19 de Febrero de 1797 á Pio VI: “La república francesa será, como lo espero, una de las mas fieles aliadas de Roma." Y algunos meses despues Cacault, ministro de la república en Roma, escribia á Bonaparte: "La leva de treinta millones que Roma se obliga á pagar por el tratado de Tolentino, ha agotado la última gota de sangre en las venas de este viejo cadá

Apenas estinguida la persecucion, habia dado lugar á la victoria incontestable del mal. La legislacion, la educacion, las costumbres eran presa de la práctica de todas las teorías del siglo XVIII. La familia se descomponia bajo la accion del divorcio. Dios habia sido desterrado de todas partes. Por haber pronunciado su nombre, Bernardino de Saint-Pierre fué insultado en plena academia. Voltaire hubiera parecido muy reservado y Rousseau muy místico en el seno de aquella sociedad que no se apartaba de las preocupaciones de la guerra y de la infalibilidad de las matemáticas, sino para deleitarse con Parny y Pigault-Lebrum.

La Inglaterra, separada del torrente revolucionario por la elocuencia de Burke y el genio de Pitt, contemplaba con ojos sorprendidos las virtudes y el valor de aquellos obispos y de aquellos sacerdotes católicos á quienes el destierro habia echado á millares sobre sus playas; nada anunciaba aún un cambio próximo en la legislacion bárbara que habia servido para estirpar el catolicismo de la Gran Bretaña y aniquilarlo en Irlanda. El beneficio de sus gloriosas y sólidas instituciones estaba asegurado para todos, escepto para los papistas indígenas. Su código estaba aun deshonrado con penas bárbaras contra el ejercicio público del culto de Alfredo y de San Eduardo. Sus jueces declaraban, desde lo alto de su tribunal, que la ley no reconocia en ningun católico existencia legal. Las mas ilustres razas de su aristocracia estaban aun escluidas de sus asientos hereditarios en la cámara de los pares. El mas valiente de los soldados no podia pasar del grado de coronel, si era católico. Ningun mérito, ningun talento, ningun servicio, por mas brillante que fuese, hubiera bastado para abrir las puertas de la cámara de los comunes á aquel que rehusase jurar que la transubstanciacion era una idolatría, y la misa un sacrilegio. El rey Jorge III queria mejor privar á su gobierno del concurso de Pitt, que consentir en cambiar una jota á sus criminales locuras. Todos aquellos que recorrian hace veinte años este prodigioso pais, han podido ver aún los sucios callejones, los tinglados y las caballerizas donde se deslizaban los pocos fieles de Londres, para asistir á los santos misterios y aquellas misas dichas al aire libre, en las que los hambrientos irlandeses, llenos de harapos, se agrupaban alrededor de sus sacerdotes, á la vista de las catedrales desiertas y profanadas que Isabel y Cromwell les habian robado.

En Alemania la Iglesia se hundia cada vez mas en ese abatimiento en que parecia gradualmente desaparecer, desde el fin de la guerra de Treinta años. Dueña en otro tiempo de la mitad de este imperio que sus monjes habian cultivado y que sus obispos habian conquistado de la barbarie, iba á perder irrevocablemente todo lo que le quedaba de su patrimonio. Una mitad estaba ya reunida en Francia y la otra iba á ser destrozada y echada como pasto á todos aquellos príncipes, á todos aquellos señores, católicos y protestantes, que, en Lunéville y en Ratisbona, mendigaron, de las manos de la revolucion victoriosa, una

ver.-Le hacemos morir á fuego lento. Caerá por sí mismo. ..." Se sabe que mas tarde Cacault manifestó muchas simpatías por los intereses religiosos. Decia de sí mismo: "Soy un revolucionario corregido."-Artaud, Historia de Pio VII, p. 22

LA CRUZ.-TOMO V.

6

parte de los despojos de la Iglesia. La Iglesia se aniquilaba sin resistencia, sucumbia sin honor. Desde mucho tiempo atras los católicos, sacerdotes y legos, no oponian mas que un inerte entorpecimiento á los desprecios del protestantismo y á las invasiones de la filosofía. El catolicismo no influia absolutamente nada en la política ni en la literatura de aquella nacion, que se prosternaba ante el gran Federico, y á quien el paganismo de Goethe hacia estremecer de placer y de admiracion. La teología no daba algunas señales de vida sino para luchar contra Roma, bajo la inspiracion de Febronio y de sus émulos. El último acto histórico de los tres electores eclesiásticos de Majencia, de Colonia y de Tréves, habia sido el de reunirse con el arzobispo de Saltzbourgo, primado de Alemania, para levantar en las Puntuaciones de Emo el código de la revolucion y de la ingratitud contra la Santa Sede. Estaban ocupados en aplicarlo cuando los ejércitos republicanos vinieron á destronarlos y á imponerles el castigo que habian justificado de antemano. Ni una voz, por otra parte, se levantaba para defender la verdad cristiana, ni los derechos del papado, ni aun aquellas soberanías eclesiásticas, en que reinaba hacia mil años, una dicha proverbial. Nada anunciaba aun de muy lejos, un Stolberg, un Schlegel, un Görres. En aquel vasto naufragio la vista podia vagar sobre toda la Alemania católica sin descubrir un escritor, un doctor ó un obispo digno de este nombre.

2

1

(Continuará.)

Por la traduccion.-RAFAEL ROA BARCENA.

VARIEDADES.

UNA VISITA AL BARON DE HUMBOLDT.

Suelen presentarse, de tiempo en tiempo, en la escena de la vida algunos seres dotados de tan singulares privilegios, que podrian decirse destinados á establecer lo que la religion, la filosofía y aun la naturaleza, repelen como un absurdo, como un imposible físico y moral; la bienaventuranza del hombre en la tierra.-Poder, honores, riquezas, fama, respetos, ciencia, ingenio, salud, vigor, laboriosidad y hasta la longevidad, parecen formar su patrimonio, cual si cada uno de estos beneficios, algunos de los cuales suelen perseguirse la vida entera sin alcanzarse, constituyeran en las personas de que se trata, otras tantas dotes inherentes á su sér.-Los soberanos los agasajan, los toman por sus consejeros y aun se envanecen de derramar sobre ellos sus gracias: los magnates les hacen la corte; los sabios ambicionan y aun mendigan

1 En 1786.

2 Unter dem Krummstab ist es gut wohnen: "Se vive bien bajo la cruz," dicho popular en otro tiempo en Alemania, y que nada ha llegado á desmentir.

« ÖncekiDevam »