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sages

Sherandre de Humboldt

à Potsdam, le 14 Sept. 1855.

su amistad; y todos corren á su encuentro con el ansia de conocerlos, como se corre para admirar los prodigios del arte de Rafael y de Miguel Angel; los portentos de la ciencia y de la industria; las maravillas de la naturaleza, y la fuerza de la voluntad del hombre que taladra montañas y allana abismos. Para que nada falte á la felicidad y á la gloria de esos hijos mimados del mundo, ni la maledicencia tiene armas para herirlos, y hasta la envidia arroja y esconde las suyas, juntando su voz á los coros de hosannas que por todas partes se levantan para ensalzar sus obras. Si alguno se atreve á lanzar una censura, es siempre envuelta entre nubes de incienso.-Hombres de tales dones ocupan, ciertamente, el primer lugar entre las maravillas de la creacion, y arrastran de preferencia los pasos del viajero, porque como ciertos astros, lucen solamente un breve período y desaparecen por siglos.

El baron FEDERICO-HENRIQUE-ALEXANDRO DE HUMBOLDT es el sér privilegiado de nuestra época, astro que toca á su ocaso, y mas brillante aún que cuando se encontraba en el zenit de su inmensa esfera. Su habitacion es una especie de santuario adonde afluyen, como en romería, todos los viajeros de distincion, y no siempre con la buena ventura de encontrar fácil acceso. Sin embargo, nadie se ofende de no ser recibido, porque la visita se considera como un tributo de admiracion y de respeto debido al Sumo Sacerdote de las ciencias naturales y matemáticas.-Hablarle es una buena fortuna; no verlo es un accidente comun.-Incesantemente ocupado en sus interesantes estudios ó de los negocios arduos de la corona de Prusia, uno puede estar seguro de encontrarse muchas veces con su rey, y tambien de conocer á todos los soberanos de Europa, en menos tiempo del que necesitaria para hacer el simple conocimiento del ilustre Baron.

Si, como antes decia, la visita á su casa es una ofrenda que todo viajero debe á la ciencia, para un mexicano es una verdadera deuda de gratitud y un tributo de justicia hácia el sabio distinguido que primero dió á conocer nuestro pais al mundo civilizado; que abrió una nueva y brillante senda á los estudios históricos y arqueológicos americanos; que desenterró sus antiguos monumentos geroglíficos, olvidados en el polvo de las bibliotecas de Europa; que preparó con sus escritos la interesante y espléndida coleccion de antigüedades de Lord KINGSBOROUGH y que ha enriquecido nuestra historia con escelentes publicaciones; al hombre, en fin, que profesa á México un afecto especial, que habla siempre de él con una tierna efusion, y que en todas ocasiones hace fervientes votos por su dicha y prosperidad.-A títulos tan sagrados, reunia para mí el muy singular de ser el que me produjo las primeras impresiones y formó el gusto por el estudio de la arqueología mexicana; siendo, por decir así, mi mentor y mi guía en esta especie de investigaciones.

Con tales prevenciones y sentimientos se comprenderá muy bien que al encontrarme en Europa sentí, necesariamente, el deseo vivísimo de hacerle una visita, ya por el placer de conocerlo, ya para ofrecerle el reverente tributo de mi admiracion y reconocimiento. Así lo intenté despues de haber cumplido en Breemen con el deber sagrado que me imponian la naturaleza y el afecto, pasando algunos dias con mi

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única hermana de quien probablemente me despedia por la última vez. Profundamente dominado por esta penosa impresion, y con la inesplicable indiferencia y aun desden que, hácia las personas, ha creado la movilidad introducida por los caminos de fierro, tomé asiento en el tren que partia de Breemen para Berlin á las seis y media de la tarde del 8 de Junio de 1855.-En ese dia se habia presentado, con una estraordinaria intensidad, el singular fenómeno que los alemanes observan y estudian inútilmente hace siglos y que en su lengua llaman Honrauch, no mas inteligible en la nuestra, en la traduccion de, Humo de la altura.-Habia comenzado entre tres y cuatro de la misma tarde con un cielo perfectamente terso y limpio y un sol que vibraba rayos de luz y de fuego mas vivos que los del nuestro hácia esa misma hora.-Comenzóse á anunciar por una especie de humo, sumamente leve, que fué espesándose rápida, pero gradualmente, hasta permitir ver el disco del sol con el ojo desnudo, presentándose como un globo de fuego sin resplandor alguno, ocultándose al fin enteramente y haciendo noche oscura, cuando todavía se encontraba sobre el horizonte. Cuál sea el verdadero orígen del Honrauch, nadie lo sabe, como lo prueban los muchos sistemas con que se esplica.-Parecióme tambien que producia una cierta opresion en los sentidos y aun en el espíritu, á menos que fuera la de mi particular situacion.-A las seis y media estaba casi oscuro, siendo así que la tarde anterior yo habia leido con el crepúsculo hasta las nueve y media.

La soledad mas completa y desagradable es la que se siente en medio de una sociedad activa y bulliciosa, cuando se ignora completamente su lengua. Tal era mi posicion en Alemania, y como por otra parte no soy muy comunicativo, me acostumbré pronto á esa indiferencia, tan próxima á la descortesía con que se tratan los viajantes en camino de fierro. Enteramente concentrado en mis meditaciones no hacia caso alguno de lo que me rodeaba.-Así me instalé en el tren, camino para Berlin.

Mi cuñado y compañero de viaje, D. German Stahlknecht, que, formando contraste conmigo, es sumamente sociable y comunicativo, trabó luego conversacion con el viajero que iba á mi lado, pero como era en aleman yo no puse atencion alguna.-Poco despues ese mismo viajero me deja estupefacto con la siguiente pregunta que me dirige en muy buen castellano:-"Recibió vd., Sr. Ramirez, la copia de la Me"moria del Dr. Ludewig sobre la historia de las razas primitivas de "América, que envié á vd. de Washington con D. Manuel Escandon?" Imposible es pintar la sorpresa que me produjeron estas palabras, proferidas por una persona á quien la oscuridad no me permitia ya distinguir ni aun las facciones; tanto mas que habia despertadome un recuerdo que me tenia, hacia tiempo, con grandísima curiosidad. El Sr. Escandon me habia entregado, efectivamente, dos meses antes en Londres la Memoria mencionada, mas sin decirme su procedencia.-El desconocido era el Sr. D. FEDERICO GEROLDT, antiguo Ministro de Prusia en México, que ha dejado tan gratos y tan honrosos recuerdos en nuestra República y que me habia distinguido en 1842 con su amistad y finas

atenciones.

El encuentro en pais estranjero, no ya de un antiguo y distinguido amigo, sino de cualquier simple conocido, forma siempre un paréntesis agradable en el silencio y monotonía á que se ven condenados los que ignoran la lengua del pais.-El Sr. Geroldt, entonces Ministro plenipotenciario de Prusia en los Estados-Unidos, caminaba en toda diligencia para recibir órdenes de su Soberano, próximo á salir para una espedicion. Con este motivo mencionó accidentalmente al Baron de Humboldt, consejero íntimo del rey, como una de las personas á quienes primeramente debia ver, ya por amistad, ya por el negocio que lo ocupaba.

La mencion de un personaje que tan presente estaba en mi memoria y la ocasion preciosa que se me presentaba de obtener los informes que necesitaba para llegar al logro de mis ensueños, fué un tema de largas y curiosas informaciones que terminaron arrebatándome todas mis esperanzas é ilusiones.-Las noticias del Sr. Geroldt me describian al sabio Baron como ocupado incesantemente de sus estudios, que solamente interrumpia para ocurrir á los llamados del rey, que encontraba demasiado frecuentes.-"Ya estoy muy viejo, decia, y apenas "puedo esperar, en el órden natural de las cosas, vivir lo suficiente para concluir las obras que tengo comenzadas."-Esta consideracion era un continuo estímulo al trabajo, que lo obligaba tambien á recibir con grande disgusto todas las esquelas que se le dirigian en demanda de una recepcion.-"Si en todas partes, añadia, y bajo todas las formas se encuentran mis retratos, já qué viene ese empeño de hacerme una visita?.... La mayor parte de esas personas solo quieren satisfacer una vana curiosidad." El señor Baron advertia que si estaba obligado á recibir á cuantos se presentaban en su casa con tal objeto, le seria preciso condenarse á una perpetua ociosidad y á ser tambien un objeto, nada agradable por cierto, de perpetua esposicion, sin que le quedara tiempo alguno ni para sus trabajos literarios, ni para sus altas funciones políticas.

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ellos

Tales fueron sustancialmente los informes del Sr. Geroldt y por se comprenderá la profunda y penosa impresion que debieron producirme: sin embargo, siendo yo no menos avaro de mi tiempo, que el sabio Baron, aunque no con su acierto para aprovecharlo, encontré su repugnancia y resistencias, para recibir visitas, tan perfectamente justas y convenientes, que habiendo concluido el Sr. Geroldt su conversacion con la promesa de procurarme una entrevista, renuncié sin titubear al favor, suplicándole seriamente que se escusara y me escura su mortificacion.-Yo he encontrado siempre algun tanto estravagante el empeño de ser presentado á los personajes eminentemente colocados, cuando uno no tiene un motivo particular que le sirva de título; y tratándose de personas como el Baron de Humboldt, me parecia una imperdonable fatuidad y hasta un crímen, desazonarlo y quitarle su tiempo sin compensacion alguna.-Yo, pues, renuncié absolutamente á toda idea de verlo, proponiéndome, siguiendo su misma idea, substituir la

entrevista con un retrato.

Al dia siguiente á las nueve de la noche llegué á Berlin, y al inmediato tuve el gusto de recibir la visita del Sr. D. J. F. Rus, nuestro

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