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Hemos dado al lector las noticias indispensables para que llene el espacio de tiempo, durante el cual abandonamos la quinta. Hecho esto, le introducirémos á la sala de la casa, al mismo tiempo que entra en ella un rayo de sol por la ventana que mira al poniente.

Octaviana leía un libro piadoso. Gaspar, envuelto en una ancha bata de zaraza y con un gorro negro de lana en la cabeza, estaba sentado en su poltrona, cerca de una mesa donde habia libros y papeles en desórden. Gaspar estaba hecho un viejo, y los cabellos blancos no imprimian á su rostro el sello de bondad y dulzura que caracteriza, por lo comun, la fisonomía de los ancianos. Amelia registraba los cajones de un estante, sacando de ellos diversas ampolletas de color que iba colocando cuidadosamente en una charola.

-¿Qué estás haciendo, Amelia? la preguntó su padre.

-Buscando algunos colores que habia guardado á Alberto en el es

tante.

-¿Y para qué quiere Alberto los colores?

-Está sacando una vista del prado de la lechería, y despues va á hacer mi retrato.

-¡Hum!-murmuró el viejo.—¡Volvemos á las artes y á las locuras! Amelia, con la charola en una mano, se acercó á su padre, cerró cariñosamente sus labios con la otra mano, y en seguida corrió como una niña hacia el cuarto de Alberto, para no oir lo que acerca de él siguiera diciendo Gaspar.

Amelia conocia perfectamente á su padre. Este continuó, dirigiéndose á Octaviana que cerró su libro y se dispuso á oirle con paciencia angelical:

Semejante casamiento, como cosa hecha por mujeres y frailes, no puede dar buen resultado; ya te lo he dicho, Octaviana. Si ustedes hubiesen esperado á que yo sanara, las cosas se habrian arreglado de muy diverso modo.

Silencio completo de parte de Octaviana.

-¡A bonito mequetrefe me han dado ustedes por hijo! No sabe mas que pintar muñecos y paises de abanicos. Parece una dama segun lo melindroso y delicado; jamas le he oido una espresion enérgica, que revele alma, corazon, inteligencia y vida.

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El mismo silencio de parte de Octaviana.

-¿Y en cuanto á ideas? ¡Oh! ¡Vale mas no hablar! A su edad y cuanya todos los jóvenes se han creado un nombre público, él no ha sido todavía diputado, pero ni alcalde, pero ni guardia nacional, pero ni simple elector primario! ¡Con razon! Es una momia del siglo XVII. El tiempo ha marchado para él en vano. El progreso no se hizo para todos. Le he perorado horas enteras y siempre inútilmente. El idiotismo católico está pintado con todos sus caracteres en su semblante. A mis ideas de reforma social y religiosa opone la autoridad del Papa y de los concilios.

El auditorio, reducido á Octaviana, sigue guardando silencio. -Finalmente, Amelia no puede ser feliz con un hombre así, y es preciso que Alberto salga de mi casa cuanto antes.

-El dia que tú lo quieras, le seguirá su mujer. Solo á instancias mias

consintieron en seguir viviendo con nosotros, y en cuanto Alberto vió que te aliviabas, habló de poner casa y separarnos.

-Bien sabe que yo no le trago. Pero se irá él solo; no se ha de llevar á mi hija.

-Es su mujer.

-Entablarémos demanda de divorcio. La perpetuidad del matrimonio es un absurdo. La ley no debe autorizar contrato alguno en que se estipule la pérdida irrevocable de la libertad. Sí, señor; pedirémos el divorcio.

-Si ella quiere pedirlo, está bien.

-Y si quiere sostener á Alberto el administrador, segun lo tiene de costumbre, echaré á entrambos á pasear. ¡Buenos males está causando en la hacienda el tal administrador! Los mozos se han vuelto nuevamente fanáticos y degradados, y el cura campea aquí con todos los humos del incienso y las farándulas de la sotana.

-¡Cállate, Gaspar; no desatines! ¿Ya no te acuerdas de todo lo que acaeció con motivo de tus reformas?

-¿Qué acaeció?....

Al oir tal pregunta, Octaviana manifestó asombro é iba á contestar con señales evidentes de dolor; pero la asaltó una idea y se contuvo. Desde que Gaspar habia medio vuelto á la razon, no daba señales de acordarse de Enrique ni de su fin trágico y funesto. Octaviana no quiso tocarle este punto.

-¿Ya no te acuerdas de la paralizacion de los trabajos, de la desmoralizacion de los mozos, de la miseria de la hacienda y del saqueo de nuestra casa? ¿A qué puedes atribuir todas esas calamidades sino á tus reformas?

-¡Oh ceguedad y obstinacion! ¿Sabes tú, mujer, lo que ocasionó esos males? Pues no fué sino el elemento antiguo, ó sea la rutina, queriendo oponerse á la reforma: él provocó todos esos desórdenes de que te quejas y que, sin embargo, son indispensables al establecimiento de un buen régimen. Cuando las ideas y los elementos antiguos cedan completamente el puesto á los nuevos, cesará toda pugna y los pueblos y las haciendas serán felices, Octaviana.

-No lo dudo, Gaspar; pero ¿cómo no pudiste tú, obtener todos esos bienes en tu hacienda?

-¡No habia llegado mi época!

-¿Ni llegará?

-Sí; tiene de lucir el gran dia de la fraternidad y de la libertad universal.

-Pues, si por lo pasado hemos de juzgar de lo futuro, ese dia nos quedamos sin camisa, Gaspar.

-¡Nada importan los hechos ante el triunfo de las ideas! Pero me parece que llaman á la puerta.....

Octaviana acudió á abrir, y un mozo presentó á Gaspar hasta una docena de cartas que habian llevado de la ciudad inmediata. Es manía de todos los supuestos hombres de Estado escribir muchas cartas á fin de mantener por tal medio su popularidad y sus relaciones políticas, que continuamente ponen ellos al servicio de su propia am

bicion. Gaspar, tan luego como se alivió de su enfermedad mental, habia escrito á sus antiguos compañeros de congreso, y estos le contestaban, reprochándole la oscuridad á que voluntaria y caprichosamente se habia retirado, y escitándole á volver á la escena pública. La ocasion no podia ser mas propicia, le decian: una nueva revolucion liberal estaba en vísperas de triunfar, y el Departamento H** á nadie podria enviar al congreso mejor que á su antiguo representante.

¿Habeis leido la magnífica pintura que hace Job del caballo? Su cuello se estremece, sus narices se abren arrojando humo, y de su boca salen copos de blanquísima espuma y relinchos sonoros al oir las notas del clarin que le llama á la guerra. Pues cosa análoga sucedió á Gaspar. Leyendo las escitativas de sus antiguos camaradas, sintió que se le democratizaba la sangre y que era capaz de trastornar el mundo, quiero decir, de reformarlo. Púsose en pié, lanzó al aire el gorro de lana con ímpetu varonil, y en tono de profética inspiracion arengó durante media hora á su mujer, quien, por toda respuesta, abrió de nuevo su libro de oraciones y se puso á recorrer sus páginas. Gaspar se proponia organizar las nuevas elecciones tan luego como recibiera la primer noticia del triunfo definitivo de la revolucion. Pero faltábale que leer una carta que permanecia en la mesa, cerrada todavía, y cuya direccion escrita en el sobre con hermosísima letra inglesa, llamaba desde luego la atencion. Rompió el nema y se puso á devorar el contenido. La carta era de Monsieur Dionisio. ¡Otra vez el pedagogo!

"Mi querido Señor-le decia.-El partido jesuita ha consumado aquella parte de sus planes relacionada con la ruina de mi establecimiento de educacion científica, moral y políglota. Es por esto que lo cerré cuando no me quedaban mas que cuatro alumnos, y ahora trabajo empeñosamente en la revolucion que presto librará de casacas y de sotanas á la desgraciada sociedad del Mecsico. He de merecer á usted que, tan luego como vuelvan los buenos dias, influya para que se me conceda la prefectura de H** ó, en último estremo, la secretaría del ayuntamiento. Las tareas de la educacion me han hastiado. El Mecsico estar todavía en un atraso verdaderamente sauvage.

"Meses pasados estuve en la hacienda de usted; pero le hallé enfermo. Mi objeto era esplicarle las protuberancias del cráneo de Enrique, las cuales, segun el sistema de Gall, debian conducirle á una muerte trágica y violenta.

"Acepte, usted, señor, las marcas de mi estimacion y respeto.

"Dionisio Labête."

Cuando Gaspar hubo leido las últimas líneas, una aparicion terrible brilló en los abismos de su memoria; zumbáronle los oidos de un modo estraño, miró á su rededor con aire de asombro, agolpósele la sangre á la cabeza y cayó al suelo esclamando:

-¡Hijo mio! ¡Mi Enrique! ¡Mi primogénito!

Octaviana, Amelia y Alberto acudieron al oir los gritos y le hallaron sin sentido; pusiéronle en la cama y cuando volvió en sí, apareció de nuevo la estupidez pintada en su rostro, y tal vez para siempre!

Daba fin la historia con estas líneas y acababa de ser leida en una

tertulia de invierno, cuando de uno de los estremos del estrado salió una voz infantil, preguntando:

-¿Y Tamerlan?

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-Tamerlan-respondió Antenor á la niña-murió de pura vejez y fué sepultado con sus respectivos honores en el jardin de la casa. Cuando llegó á mis manos el manuscrito de "La Quinta-modelo, ví que su autor, por vía de moraleja, habia escrito al pié de él la siguiente frase:

"Ojalá que--siendo, como es, uno mismo el remedio-los males causados por la demagogia á todo un pueblo fuesen tan fáciles de remediar como los que causa un loco en una quinta!"

Pero tales palabras estaban borradas y creo que el autor no hizo mal en tacharlas. El fin moral de la obra es evidente y los lectores son muy entendidos.

México, Setiembre de 1857.

J. M. ROA BARCENA.

NOTICIAS.

SANTOS Y FestividadeS RELIGIOSAS DE LA SEMANA.

SETIEMBRE.

JUEVES 17.-La Impresion de las llagas de Nuestro Padre San Francisco, San Pedro Arbues y Santa Columba vírgen.

VIERNES 18.-Santo Tomas de Villanueva arzobispo, y San Eustorgio obispo.

SABADO 19.-Santa Pomposa vírgen y mártir y San Januario obispo. DOMINGO 20.-Los Dolores de María Santísima, San Eustaquio mártir, San Agapito papa y San Clicerio obispo.

LUNES 21.-San Mateo apóstol y evangelista y el Santo profeta Jonás. MARTES 22.-San Mauricio y compañeros de la legion Tebea, mártires. MIERCOLES 23.-San Lino papa y Santa Tecla vírgen y mártir.

El jueves, indulgencia en las iglesias de franciscanos.

El viernes, indulgencia en las iglesias de agustinos. Nocturno en las Capuchinas de Guadalupe. Se confieren órdenes menores.

El sábado, comienza la quincena de Nuestra Señora del Rosario en Santo Domingo y Porta Cali, con su Majestad manifiesto y pláticas. Se confieren órdenes mayores. Circular en San Juan de Dios.

la

El domingo, funcion titular en el Campo Florido, con octava é indulgencia plenaria, y procesion de Corpus por la tarde. Funcion tambien titular en la Soledad de Santa Cruz y en el Tercer Orden de Servitas. En San Andrés hacen los bordadores á Nuestra Señora de las Angustias, y en Santa Inés la que celebra la congregacion de Nuestra Señora del Socorro. Indulgencia de la Purísima en la Merced y del Cordon en San Francisco. Comienza la novena de San Miguel en su iglesia. En el ejercicio que celebra

que

la cofradía del Corazon Inmaculado de María, en el Colegio de Niñas, despues de la misa de nueve, predicará el Sr. Lic. D. José María Victoria.

El lunes, comienza la novena de San Gerónimo en su convento. Procesion y sermon en Catedral. Procesion en la Colegiata.

El martes nocturno en San Juan de Dios.

El miércoles, vísperas y maitines solemnes en la Merced. Circular en Santa Catalina de Sena.

NOTICIAS NACIONALES.

MUERTE DEL ILLMO. SR. BELAUNZARAN.

Con el mas profundo dolor anunciamos á nuestros lectores, que el dia 11 del corriente falleció en esta capital el Illmo. Sr. D. Fr. José María de Jesus Belaunzarán, á la edad de ochenta y cinco años.

Conocedores de su alto mérito y de sus distinguidas virtudes, no podemos menos que consagrar estas líneas á la tierna memoria del esclarecido prelado, que al desaparecer de entre nosotros, ha dejado un hondo vacío en la Iglesia mexicana.

El Sr. Belaunzarán desde sus primeros años se distinguió por su modestia, por su piedad, y sobre todo, por su abnegacion y desprendimiento de los bienes de este mundo. En la mañana de la vida, cuando la juventud corre ansiosa en pos de las ilusiones y de los placeres, él abrazó la vida monástica como la que mas se adaptaba á sus inclinaciones, á sus costumbres, y al deseo ardiente que abrigaba su noble corazon de trabajar por la gloria de Dios y por el bien de la humanidad. En la época en que estuvo consagrado al estudio, se hizo notable por su asidua dedicacion, por sus rápidos progresos en el vasto campo de las ciencias humanas, y por el tenaz empeño con que procuró siempre conquistar aquellos conocimientos que mas tarde le habian de colocar en una posicion brillante.

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Cuando el Sr. Belaunzarán se vió revestido del carácter sacerdotal, redobló sus esfuerzos y conatos por adquirir aquellas doctrinas que tan necesarias son para desempeñar dignamente las elevadas funciones del ministerio apostólico. En la soledad del claustro fortificó su espíritu con el estudio de la Santa Escritura: allí fué donde, como en clarísima fuente, bebió aquella ciencia divina, cuyo principio es el temor de Dios: allí aprendió la humildad, la pobreza, la castidad la caridad. Esta virtud resplandeció en todas las acciones de su vida, porque el Sr. Belaunzarán amó siempre á Dios y á los hombres. Entregado dia y noche al estudio de los divinos libros, en ellos, como en una rica mina, esplotaba los tesoros que encierra su admirable doctrina. Su asidua y constante lectura le proporcionó los conocimientos necesarios para dirigir á las almas por los caminos de la eterna salud, y le prescribió la norma á que debia arreglar su conducta. ¿Qué estraño es, pues, que sus labios derramen la elocuencia, y que sus palabras estén llenas de aquella virtud que mueve los corazones? En sus

LA CRUZ.-TOMO V.

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