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el año de la Encarnacion del Señor 1537, tercero de nuestro Pontificado, como consta en nuestras letras y monumentos; asignando su abertura para el dia 23 de mayo, con esperanzas casi ciertas de que quando estuviésemos allí congregados en nombre del Señor, asistiria su Magestad en medio de nosotros, como prometió, y disiparia facilmente por su bondad y misericordia todas las tempestades de estos tiempos, y todos los peligros con el aliento de su boca. Pero como siempre arma lazos el enemigo del humano linage contra todas las obras piadosas; se nos denegó primeramente contra toda nuestra esperanza y expectacion, la ciudad de Mantua, á no admitir algu pas condiciones muy agenas, de la conducta de nuestros mayo res, de las circunstancias del tiempo, de nuestra dignidad y libertad, de la de esta santa Se de, y del nombre y honor Eclesiástico; las que hemos expresado en otras letras Apostólicas, Nos vimos en conseqüencia necesitados a buscar otro lugar, y señalar otra ciudad, que no ocurriéndonos por el pronto oportt na ni proporcionada, nos hallamos en la precision de prorrogar la celebracion del concilio hasta el primer dia de noviem

bre.

civitate Mantuæ indiximus anno Incarnationis Domini, sicut litteris, et monumentis nostris testatum est, millesimo quingentesimo trigesimo septimo, Pontificatus nostri tertio, ad x. Kalend. Jun.inchoandum; spem propè certam habentes fore,

cùm illic in nomine

Domini essemus congregati, ipse, sicut promisit, (1) Dominus in medio nostrum affuturus, et bonitate, ac misericordia sua omnes temporum procellas, omniaque pericula spiritu oris sui facilè depulsurus esset. Sed, ut semper insidiatur piis actionibus humani generis hostis; primùm contra omnem spem, et expectationem nostram denegata fuit nobis. Mantuana civitas, nisi aliquas conditiones subiremus ab institutis majorum

nostrorum

et conditione

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Hi celebrationem fuimus coacti. Interim sævus, et perpetuus hostis noster Turca, ingenti classe Italiam adortus, aliquot oppida in littoribus Apuliæ cepit, vastavit, diripuit, prædas hominum abegit: nos in maximo timore, et periculo omnium, muniendis littoribus nostris, finitimisque auxilio juvandis fuimus occupati nec tamen intereà destitimus consulere,

et hortari Christianos principes, ut de idoneo ad habendum concilium loco quid sentirent, nobis exponerent. Quorum cùm essent incertæ, variæque sententiæ; tempusque diutius, quam erat opus, videretur extrahi; nos optimo animo, atque, ut arbitramur, etiam consilio, Vin centiam elegimus, urbem copiosam, et Venetorum, qui eam nobis concedebant, virtute, auctoritate, potentia, cùm aditum pa tentem, tùm stationem omnibus liberam, atque tu

tam in primis in se habentem. Sed cùm jam tempus longius progressum esset, novæque urbis electionem omnibus significari conveniret; jamque KaJende Novemb. appetentes facultatem hujus divulga

tio

bre. Entretanto nuestro cruel, y perpetuo enemigo el Turco invadió la Italia con una grande y numerosa esquadra ; tomó, destruyó y saqueó algunos lugares en las costas de la Pulla y se llevó cautivas muchas personas. Nos estuvimos ocupados, en medio del grande temor y peligro de todos, en fortificar nuestras costas, y ayudar con nuestros socorros á los comarcanos, sin dexar no obstante de aconse

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jar entretanto, ni de exôrtar los Príncipes cristianos á que nos manifestasen sus dictámenes acerca del lugar que tuviesen por oportuno para celebrar el concilio. Mas siendo varios y dudosos sus pareceres, y creyendo Nos que se dilataba el tiempo mas de lo que pedian las circunstancias ; con muy buen deseo, y á nuestro parecer tambien con muy prudente resolucion, eligimos á Vincencia, ciudad abundante, y que ademas de tener la entrada franca, gozaba de una situacion enteramente libre y segura para todos, mediante la probidad, credito y poder de los Venecianos, que nos la concedian. Pero habiéndose adelantado el tiempo mucho, y siendo necesario avisar á todos la eleccion de la nueva ciudad; y no siendo posible por la proximidad del primer dia de noviembre, que se divulgase

la

la notícia de la que se habia asignado, y estando tambien cerca el invierno; nos vimos otra vez necesitados á diferir con nueva prorroga el tiempo del concilio hasta la primavera próxima, y dia primero del siguiente mes de mayo. Tomada y resuelta firmemente esta determinacion, habiéndonos preparado, así como todas las demas cosas, para tener y celebrar exactamente con el auxillo de Dios el concilio; creyendo que era muy conducente, asi para su celebracion, como para toda la cristiandad, que los Príncipes cristianos tuviesen entre sí paz y concordia; insistimos en rogar y suplicar á nuestros carísimos hijos en Cristo, Cárlos Emperador de Romanos siempre Augusto, y Francisco rey Cristianísimo, ámbos columnas y apoyos principales del nom bre cristiano, que concurriesen á un coloquio entre sí, y con Nos: en efecto con ámbos habiamos procurado muchísimas veces por medio de cartas, Nuncios, y Legados nuestros á latere, escogidos entre nuestros venerables hermanos los Cardenales, que se dignasen pasar de las enemistades y discordias que tenian á una piadosa alianza y amistad, y prestasen su auxilio á los negocios de la cristiandad que se arruinaban; pues teniendo

tionis excluderent; hyemsque esset propinqua ; rursus altera prorogatione tem• pus concilii differre in proximum sequens ver, Majique futuras Kalendas, compulsi fuimus. Qua re firmiter constituta, atque decreta, cùm et nos ipsos,

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et cætera omnia ad eum benè agendum, Deo juvante celebrandumque rimùm reputantes interesse conventum pararemus; plucùm celebrationis concilii, tùm universæ Christianæ reipubl. Christianos Principes pace inter se, et concordia consentire; carissimos in Christo filios nostros, Carolum Romanorum Imperatorem, semper Augustum, et Christianissimum regem Franciscum, duo præcipua Christiani nominis firmamenta, atque subsidia, orare, atque obsecrare institimus, ut ad colloquium inter se, et nobiscum una conveni

rent:quorum quidem apud utrumque litteris, Nuntiis, et à latere nostro missis, ex venerabilium fratrum nostrorum numero, Legatis sæpissimè egeramus, ut ex simultate, et dissidiis ambo in unum foedus, et piam amicitiam vellent convenire, labentibusque succur

re

rere Christianis rebus: quarum servandarum cùm esset illis potestas ab Deo præcipuè tributa, si id non agerent, et ad commune Christianorum bonum sua consilia non dirigerent; acris, et severa ratio eidem Deo ab ipsis reddenda esset. Qui aliquando precibus nostris annuentes, Nicæam se contulere: quà nos quoque longum iter, et senili ætati nostræ vehementer contrarium, Dei, pacis conciliandæ causa suscepimus: neque prætermisimus intereà, cùm tempus concilii præstitutum, Kalendæ videlicet Maja appropinquarent, tres Legatos summæ virtutis, ac aucto ritatis, à latere nostro, de numero eorumdem fratrum

et

nostrorum S. R. E. Cardinalium, Vincentiam mittere, qui initium concilii facerent, Prælatosque undique venientes exciperent, et ea, quæ judicarent esse opus, agerent, et tractarent; quoad nos, ab itinere, et negotio pacis reversi, omnia accuratiùs dirigere possemus. Interim verò in illud sanctum opus, maximèque necessarium tractationem videlicet pacis inter Principes,incubuimus, et quidem omni animi stu

dio,

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do ellos el poder principal concedido por Dios para conservarlos, tendrian que dar rígida y severa cuenta al mismo Dios, sino lo hiciesen asi,ni dirigiesen sus designios al bien comun de la cristiandad. Por fin movidos los dos de nuestras súplicas, concurriéron á Niza, á donde Nos tambien emprendimos un viage lar80, y muy penoso en nuestra anciana edad, llevados de la causa de Dios, y del restablecimiento de la paz sin que entretanto omitiésemos, pues se acercaba el tiempo señalado para princi¬ piar el concilio, es á saber, el primer dia de mayo, enviar á Vincencia Legados à latere de suma virtud y autoridad, del número de los mismos hermanos nuestros los Cardenales de la santa Iglesia Romana, para que hicićsen la abertura del concilio, recibiésen los Prelados que vendrian de todas partes”, y execu-, tásen y tratásen las cosas que tuviesen por necesarias, hasta que volviendo Nos del viage, y conferencias de la paz, pudiésemos arreglarlo todo con la mayor exactitud. En el tiempo intermedio nos dedicamos á aquella santa, y en extremo necesaria obra, es á saber, á tratar de la paz entre los Príncipes; lo que por cierto hicimos con simo cuidado, y con toda caridad y es

me

mero de nuestra parte. Testigo nos es Dios, en cuya clemencia confiabamos, quando nos expusimos á los peligros de la vida, y del camino. Testigo nos es nuestra propia conciencia, que en riada por cierto tiene que reprehendernos, ó por haber omitido, ó por no haber buscado los medios de conciliar la paz. Testigos son tambien los mismos Príncipes, á quienes tantas veces, y con tanta vehemencia hemos suplicado por medio de Nuncios, cartas, Legados, avisos, exôrtaciones, y toda especie de ruegos, que depusiesen sus enemistades se confederasen, y ocurriesen unidos con sus providencias y auxilios á socorrer la república cristiana, puesta en el mayor y mas inminente peligro. En fin, testigos son aquellas vigilias y cuidados, aquellos trabajos que día y noche afligian nuestro ánimo, y aquellos graves y frequentísimos desvelos que hemos tenido por esta causa y objeto: sin que aun todavía ha yan tocado el fin que han pretendido nuestros designios y disposiciones. Tal ha sido la voluntad de Dios; de quien sin em bargo no desesperamos que mi rará alguna vez con benignidad nuestros deseos. Nos por cierto, en quanto ha estado de nuestra parte, nada hemos omitido de quan

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dio, omni pietate, ac diligentia. Testis est nobis Deus, cujus freti clementia nosmetipsos itineris, et vitæ periculo exposuimus. Nostra testis conscientia, quæ nihil habet in hac re quidem, in quo nos arguat, aut prætermissæ, aut non quæsitæ ad pacificandum occasionis. Principes ipsi testes, quos tam sæpè, tamque vehementer Nuntiis, litteris, Legatis, monitis, hortatu, precibusque omnibus obsecraveramus, ut simultates deponerent, ut societatem coirent, ut Christianæ reipublicæ in maximum, et propinquum jam adductæ discrimen communibus: studiis, et subsidiis opitularentur. Jam verò testes illæ vigiliæ, atque curæ, illi diurni, nocturnique animi nostri labores, gravesque solicitudines, quas ob hanc rem, et causam plurimas jam suscepimus: nec tanien ad optatum exitum nostrá consilia, et acta adhuc perducta sunt. Ita enim visum Domino Deo est: quem tamen non desperamus aliquando optata nostra benignius respecturum. Ipsi quidem, quantum in nobis fuit, nihil, quod esset nostro Pastorali officio

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