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rencia alguna de Judio y Gentil; luego hablan con la Iglesia presente que se compone de todos los creyentes de todo el mundo y orbe terráqueo, sin diferencia alguna de Judio y Gentil; luego no hacen mal, sino muy bien los doctores cristianos en entender y procurar acomodar del modo posible á la Iglesia cristiana (ya militante ya triunfante) las promesas que se leen en las Escrituras para despues de la venida del Mesías, aunque estas hablen nominadamente con los hijos de Abrahán, con los Israelitas, con Sión, con Jerusalén, con Judá, con Israél, ó con las reliquias preciosas de este pueblo infeliz.

245. Este discurso á primera vista justísimo, pues se supone fundado sobre la doctrína de un apóstol, perfectamente instruido en todo el misterio de Dios que encierran las Escrituras, ha sido por esto mismo como un doble velo, que nos ha cubierto á lo menos la mitad del mismo misterio de Dios. S. Pablo dice, que los verdaderos hijos de Abrahán, con quienes hablan las promesas, no son los hijos segun la carne, ó segun la naturaleza: sino los hijos segun el espíritu: esto es, los creyentes de cualquiera nacion que sean. Bien: esta es una verdad clara, de que solo pueden dudar los que no son creyentes. Mas cuando S. Pablo enseña esta verdad á todos los creyentes, y con ella los consuela y anima, ¿de qué promesas habla? ¿Acaso de todas cuantas se leen en las Escrituras para despues de la encarnacion del hijo de Dios? Falso y falsísimo, por testimonio del mismo S. Pablo: el cual cuando habla en particular y de propósito de la conversion á Cristo (todavia futura) de los hijos de Abrahán, segun la carne, cita otras promesas particulares á ellos solos, que no pueden competer á los creyentes de todas las naciones, como luego verémos. Y los doctores mismos reconocen y confiesan á lo menos algunas de estas promesas particulares, y otras muchas (y las mas notables) parece que las reconocen y confiesan tácitamente, pues las omiten, ó apenas las tocan por la superficie.

246. Conque segun eso, hay en las Escrituras prome

sas generales, y promesas particulares: unas que hablan en general con todos los hijos de Abrahán segun el espíritu: esto es, con todos los creyentes, de toda tribu, y lengua, y pueblo, y nacion, sin escluir á los Judios que quisieren entrar en este número; otras particulares á los mismos Judios ó á los hijos de Abrahán segun la carne, 6 segun la naturaleza y estas para otro tiempo que todavia no ha llegado, para cuando sean hijos de Abrahán, no solo segun la carne, sino tambien y mucho mas segun el espiritu; como ciertamente lo han de ser, segun las mismas promesas particulares de que hablamos. Las promesas generales que comprenden á todos los creyentes de todas las naciones, se entiende (si tuvieren una fe viva) son: la remision de los pecados, la salud, el espíritu, la amistad de Dios, la filiacion de Dios, y todo lo que de aquí debe resultar, que es como dice el mismo S. Pablo: si hijos, tambien herederos: herederos verdaderamente de Dios, y coherederos de Cristo: pero si padecemos con él, para que seamos tambien glorificados con él*. Todo esto habla indubitablemente con todos los hijos de Abrahán, segun el espíritu: con todos los verdaderos creyentes, pasados, presentes y futuros, de todos los pueblos, tribus y lenguas de todo el orbe: todos estos podrán decir con verdad,... nosotros somos hijos de la promesa +: todos estos (podrán decir igualmente) somos contados por descendientes, y todos serán benditos con el Padre de todos los creyentes. Y así los que son de la fe, serán benditos con el fiel Abrahan§. Y todo esto, amigo, os parece poco ? ¿No debemos contentarnos todos los creyentes con unas promesas tan grandes y de tanta dignidad?

* Si autem filii, et haeredes: hæredes quidem Dei, cohæredes autem Christi: si tamen compatimur, ut et conglorificemur.- Ad Rom. viii, 17.

↑ Nos ergo promissionis filii sumus.- Vide Ep. ad Rom. ix, 8. Estimamur in semine.-Id. ib.

§ Igitur qui ex fide sunt, benedicentur cum fideli Abraham.-Ad Galat. iii, 9.

247. Mas estas promesas, grandes y magníficas, generales á todos los creyentes, no son ciertamente todas las promesas que se leen en las Escrituras para despues del Mesías. Hay fuera de estas otras particulares, que se enderezan inmediata y únicamente á los miserables hijos de Abrahán, por Isaac y Jacob, segun la carne, ó segun la naturaleza: para cuando lo sean tambien segun el espíritu: para cuando se les quite el corazon de piedra, y se les dé corazon de carne, y este circuncidado: para cuando sean recogidos y congregados con grandes piedades por el brazo omnipotente de Dios vivo, de todos los países y naciones, donde él mismo los tiene esparcidos: para cuando sean curados de sus llagas y lavados de sus iniquidades: en suma, para cuando sean creyentes, en lugar de las naciones de todo el orbe, que por la mayor y máxima parte dejarán de serlo como está escrito: de todo lo cual hemos hablado ya suficientemente en los fenómenos prece

dentes.

248. Estas promesas particulares á solos los hijos de Abrahán, segun la naturaleza: v. g. su vocacion á Cristo, su verdadera, y sincéra conversion, con todas las circunstancias con que está anunciada la mision de Elías para este solo fin, pues la Escritura no señala otro, su reposicion y restablecimiento en la tierra prometida á sus padres, su contricion y llanto íntimo y amarguísimo, su justicia, su santidad, su asuncion, su plenitud, que son los términos de que usa el mismo S. Pablo*: estas promesas, digo, y todas sus consecuencias, no hay razon alguna para querer acomodarlas á la Iglesia presente, estendiéndolas á todos los creyentes de las naciones. Estos deben contentarse con lo que han recibido, que no es poco. Deben alabar á Dios, y agradecerle incesantemente la suma misericordia que ha hecho con ellos. Deben trabajar en hacerse hijos dignos de Abrahán, imitando su santidad y su justicia: Si sois hijos de Abrahán, decia Cristo, haced las obras de Abrahán†: * Ad Rom xi.

+ Si filii Abrahæ estis, opera Abrahæ facite. Joan. viii, 39.

mas apropiarse á sí mismos, para ser mas ricos tambien, lo que para otros tiempos está prometido á otros pobres, que aora se hallan en estrema miseria, no parece obra propia del justo Abrahán *.

PARRAFO IV.

249. Con la distincion que acabamos de hacer de promesas generales y particulares, es fácil ya empezar á ver el equívoco de que vamos hablando, sobre el cual estriba únicamente el modo ordinario de pensar sobre la inteligencia de las mas de las profecías. Para que este equívoco se conozca mejor, y juntamente para llegar en breve á lo mas inmediato, paréceme bien proponer aquí una hipótesi ó suposicion, prescindiendo por un momento de que sea verdadera ó falsa, dulce ó amarga, creible ó increible. Esta hipótesi se puede proponer en estos

términos.

250. "La Iglesia cristiana (hablo principalmente de la activa) que aora está ciertamente en las gentes que fueron llamadas en lugar de los Judios, ó de los hijos de Abrahán, segun la naturaleza: á las cuales gentes se entregó el reino de Dios, ó la administracion de la viña de Dios, que es una misma cosa, segun aquella sentencia fulminada contra los mismos Judios: quitado os será el reino de Dios, y será dado á un pueblo que haga los frutos de él...y arrendará su viña á otros labradores. Esta Iglesia cristiana, principalmente la parte activa, este reino de Dios activo, esta administracion de la viña de Dios, &c. volverá en algun tiempo á los judios, á quienes se quitó, los cuales serán llamados por misericordia á ocupar aquel puesto que perdieron por su incredulidad. Asimismo, el centro de unidad de la Iglesia cristiana, católica y universál (que entónces lo será efectivamente, comprendiendo dentro de sí á todos los habitadores de la tierra) este centro de unidad que aora está en Roma, y en las gentes, estará entonces en Sión, en Jerusalén, y en los hijos de Abrahán segun la * Hoc Abraham non fecit. Joan. viii, 40.

carne, que lo serán tambien perfectísimamente segun el espíritu. No nos metámos tan presto en el exámen prolijo de esta suposicion; ella se irá manifestando por sí misma, sin mucho trabajo, ni mucho ruido. Nos basta por aora saber, que no es suposicion imposible, ni tampoco contraria á alguna verdad de fe."

251. Pues en esta suposicion, admitida por un solo momento, ¿ no se entienden en este mismo momento todas las Escrituras? No se pueden entender, y esplicar con una suma facilidad y propiedad las profecías innumerables de que hablamos? Todos aquellos grandes bienes y misericordias, tantas veces prometidas nominadamente á Sión, en el estado de soledad y miseria en que se halla tantos siglos ha: á Jerusalén destruida y conculcada: á la casa de Jacob, y descendencia de Abrahán cautiva entre todas las naciones, &c.: todas estas promesas, digo, que hasta aora no se han verificado, y que su misma grandeza las ha hecho parecer increibles aun á los mejores creyentes de las naciones, ¿no se ve con los ojos como pueden verificarse? Y si la suposicion, aunque es un poco dura y amarga, es realmente una verdad clara é innegable: en este caso, ¿podrémos todavia decir que las profecías no hablan de aquellas mismas personas de quienes hablan espresa y nominadamente? ¿ Reusarémos todavia en este caso dar nuestro consentimiento, que no se nos pide ni se ha menester? Veis, pues, aquí el equívoco, que ya se descubre hasta su raiz. Sión, Jerusalén, y la casa de Jacob, cuando se habla de ellas en bueno: es decir, cuando se les anuncian cosas muy grandes, nuevas y estraordinarias, no pueden significar otra cosa, nos dicen, que la Iglesia de Cristo. Bien: yo tambien lo digo, y lo creo así. Mas ; cuando: en que estado y con qué circunstancias?

252. No cierto aora en el estado presente, sino en otro tiempo y en otro estado infinitamente diverso. No aora, digo, cuando Sión, y Jerusalén están destruidas en lo material, y en lo formal: y la casa de Jacob se halla segun las Escrituras, esparcida á todos vientos, y cautiva entre

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