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Dios

dulidad, para usar con todos de misericordia*. por su infinita grandeza, y por sus juicios incomprensibles ha encerrado todo este gran misterio (de las Gentes y de los Judios) en la incredulidad de los unos y de los otros, para hacer misericordia con todos. En la incredulidad de los Judios, para llamar á las gentes en su lugar, y hacer con ellas grandes misericordias: y en la incredulidad de las gentes, cuando esta suceda, y está anunciada y llegue á cierto punto, para volver á llamar á los Judios, y hacer con ellos todas aquellas misericordias, que ya están escritas. Misterio verdaderamente grande é incomprensible, al paso que cierto é innegable, del cual nos dan ideas bien claras todas las Escrituras."

280. El autor mismo de este discurso, siendo uno de los hombres mas sábios y mas ilustrados del cielo, da muestras, llegando aquí, de hallarse todo sumergido, y como perdido en el abismo insondable de los juicios de Dios: y no pudiendo pasar adelante, concluye con aquella célebre esclamacion, tan llena de piedad, como de verdad.

"¡ O profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡ Cuan incomprensibles son sus juicios, é impenetrables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fué su consejero? ¿ O quién le dió á el primero, para que le sea recompensado? Porque de él, y por él, y en él son todas las cosas: á él sea gloria en los siglos. Amen †.”

PARRAFO VII.

En que se declara quien es el Autor del precedente

discurso.

281. Por estas últimas palabras, conocereis ya claramente, si acaso no lo habeis conocido desde el principio,

* Conclusit enim Deus omnia in incredulitate, ut omnium misereatur. Ad Rom. xi, 32.

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↑ O altitudo divitiarum sapientiæ, et scientiæ Dei! ¡ Quàm incomprehensibilia sunt judicia ejus, et investigabiles viæ ejus! ¿ Quis

quien es el autor de este discurso. Si os parece duro y amargo, y por eso inacordable con las ideas favorables, podeis dar vuestras quejas amorosas à vuestro propio Apostol y doctor el cual inspirado por el Espíritu de Dios, lo predicó así á todos los creyentes de las naciones, y no sin misterio lo envió directamente á los Romanos: protestando sobre este punto particular, que aunque Apostol propio de las gentes, no podia menos que honrar su ministerio.

282. Y no he hecho otra cosa, que traducir este discurso en mi propio idioma, con aquella especie de estension ó esplanacion, que llamámos parafrasis; atándome escrupulosamente, no tanto á las palabras ó sílabas, cuanto al fondo de la doctrina, y á la mente espresa del autor. Lo cual me ha parecido tanto mas importante y necesario, cuanto veo con mis ojos y toco con las manos, la gran oscuridad y tinieblas, en que nos dejan los intérpretes sobre este lugar de S. Pablo, y sobre tantos otros que tienen con este, no solo estrecha relacion, sino verdadera identidad. El punto que aquí trata el Apostol, es el misterio grande y admirable de la vocacion de las gentes, tomado este misterio todo entero desde su principio hasta su fin: esto es, desde que á los Judios se les quitó enteramente el reino de Dios, se dió á las gentes, hasta la vocacion y asuncion y plenitud futura de los mismo Judios, ó hasta la consumacion del misterio de Dios, á donde se encaminan, y á donde van á parar todos las profecías. El Apostol revela aquí claramente el misterio diciendo: que como fiel ministro de Dios, no puede hacer otra cosa que decir la pura verdad, y con ella honrar su ministerio: Porque con vosotros hablo, Gentiles: Mientras que yo sea apostol de las Gentes, honraré mi ministerio*.

enim cognovit sensum Domini? Aut quis consiliarius ejus fuit? Aut quis prior dedit illi, et retribuetur ei? Quoniam ex ipso, et per ipsum, et in ipso sunt omnia: ipsi gloria in sæcula. Amen. Ad Rom. xi, 33, 34, 35, 36.

* Vobis enim dico, gentibus: quamdiu quidem ego sum gentium Apostolus, ministerium meum honorificabo. — Ad Rom. xi, 13.

283. Con todo esto parece innegable (a lo menos, á quien quiera mirar estas cosas con simplicidad, poniendo aparte por un momento todos los efugios y las sutilezas) parece, digo, innegable, que este misterio grande y cierto de la vocacion de las gentes, como se halla en las Escrituras, y como aquí lo propone en compendio el Apostol de las mismas gentes, no se ha entendido hasta aora, ó no se ha querido entender perfectamente. (Perdonad la descortesía, ó la rusticidad, ó la audácia, ó como querais llamarla: con tal que no digais la falsedad, no pienso yo contradeciros.) Han tomado, es verdad, las gentes cristianas, han creido, han abrazado, han ponderado todo lo que en el misterio admirable de su vocacion les es favorable; pensando buenamente que los pérfidos Judios ya están reprobados, y absolutamente abandonados de su Dios: pensando piamente que todo el misterio de Dios, que contienen las Escrituras, debe encaminarse únicamente, debe terminarse, debe concluirse y perfeccionarse en la vocacion de las gentes: ha sido imposible, que den entrada á otras ideas poco agradables, aunque partes esenciales de este misto misterio. Así se ve, y es bien fácil repararlo, el esfuerzo grande que hacen los doctores, y las sutilezas é ingeniosidades que ponen en obra, especialmente sobre este lugar de S. Pablo, para separar lo amargo de lo dulce, y salir con felicidad del gran embarazo en que los pone su propio Apostol. Tanto, que muchos de ellos, no atreviéndose á disimular del todo, lo que aquí dice el Apostol en favor de los Judios, han creido, no obstante que les era lícito usar con estos miserables cierta especie de compensacion: quiero decir, negarles lo que dice S. Pablo y anuncian los Profetas: porque es demasiado para los viles y pérfidos Judios; ni se puede entender ni conceder sin deshonor de las gentes cristianas, que son el verdadero Israél de Dios: y para compensar esta pequeña falta, concederles generosamente otras muchas cosas bien ordinarias, de que no hablan ni los Profetas ni S. Pablo; las cuales se pueden muy bien conceder, sin perjuicio alguno de los que creen ser dueños de los tesoros de Dios.

Si esta compensacion es justa ó no, á mí no me toca el decirlo; pues al fin soy parte, y puede cegarme la pasion. En efecto, esto me parece lo mismo que dar pedazos de vidrio en abundancia á aquella misma persona á quien se le quitan sus diamantes.

284. Si haceis, amigo, alguna reflexion, no dejareis de acordaros, que esto mismo, en sustancia, sucedió antiguamente a los doctores Judios, cuando llegaban á la esplicacion de algunos lugares de la Escritura, no menos contrarios á su pueblo, que favorables à las gentes. Ellos concedian liberalmente, mas concedian lo que la Escritura no dice; y negaban al mismo tiempo, ó disimulaban lo que dice: endulzándolo de tal modo, que no perjudicase al pueblo santo. Creo que esta fué una de las principales causas de su perdicion. Este amor desordenado de sí mismo; esta confianza desmedida; esta nimia satisfaccion; este retenerlo todo para sí; este interpretarlo todo á su favor, &c.

285. Deseára, amigo, si esto fuera posible, que todas estas cosas se considerasen con la mayor formalidad posible; no despreciando, ni perdiendo vista cierta luz, que empieza ya á aclararnos todo el misterio, mostrándonos el camino fácil y llano, que conduce á la verificacion plena y perfecta de todas las profecías; y haciéndonos ver desde el principio hasta el fin el misterio grande de la vocacion de las gentes y ceguedad de los Judios. Esta luz de que hablo, no es otra que el sistema presente del mundo, y del estado en que ya se halla entre las naciones la Iglesia de Cristo por la mayor parte: esto es, ni fria, ni caliente *.

286. Para que podais aora comparar con el testo mismo de S. Pablo la traduccion y paráfrasis que acabais de leer, os presento aquí el mismo testo original, dividido así mismo en sus cuatro partes, que son como cuatro rayos de luz que se unen en un mismo punto.

* Neque frigida, neque calida, &c.- Vide Apoc. iii, 15.

EPISTOLA DE S. PABLO APOSTOL A LOS ROMANOS,

CAPITULO XI.

PARTE PRIMERA.

287. Digo pues: ¿Por ventura ha desechado Dios á su pueblo? No por cierto: porque tambien yo soy Israelita del linaje de Abrahan, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios á su pueblo, al que conoció en su presciencia. ¿O no sabeis lo que dice de Elas la Escritura: como se queja á Dios contra Israel? Señor, mataron tus Profetas, derribaron tus altares: y yo he quedado solo, y me buscan para matarme. ¿ Mas qué le dice la respuesta de Dios? Me he reservado siete mil varones, que no han doblado los rodillas delante de Baal. Pues así tambien en este tiempo, los que se han reservado de ellos, segun la eleccion de la gracia, se han hecho salvos. Y si por gracia, luego no por obra: de otra manera la gracia ya no es gracia. Pues qué? lo que buscaba ¿ Israel, esto no lo alcanzó: mas los escogidos lo alcanzaron; y los demás fueron cegados: Así como está escrito: Les dió Dios espíritu de remordimiento: ojos para que no vean, y orejas pará que no oigan hasta hoy dia*.

288. Pues digo: ¿Qué tropezaron de manera que cayesen? No por cierto. Mas por el pecado de ellos vino

* Dico ergo; Numquid Deus repulit populum suum? Absit. Nam et ego Israëlita sum ex semine Abraham, de tribu Benjamin. Non repulit Deus plebem suam, quam præscivit. An nescitis in Elia quid dicit Scriptura: quemadmodum interpellat Deum adversùm Israël? Domiue, Prophetas tuos occiderunt, altaria tua suffoderunt: et ego relictus sum solus, et quærunt animam meam. Sed quid dicit illi divinum responsum? Reliqui mihi septem millia virorum, qui non curvaverunt genua ante Baal. Sic ergo et in hoc tempore reliquiæ secumdùm electionem gratiæ salvæ factæ sunt. Si autem gratiâ, jam non ex operibus: alioquin gratia jam non est gratia. Quid ergo? quod quærebat Israël, hoc non est consecutus: electio autem consecuta est: ceteri verò excæcati sunt: Sicut scriptum est: Dedit illis Deus spiritum compunctionis oculos ut non videant, et aures ut non audiant usque in hodiernum diem, &c.— Ad Rom. xi, 1 usque ad 8.

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